Las procesiones son manifestaciones masivas de fe por parte del pueblo católico.
Un recorrido por cada uno de los días santos para recordar la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Termina el tiempo de Cuaresma y el mundo católico se adentra en una de las celebraciones más significativas de su credo, la Semana Santa, durante la cual se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Es un tiempo en el cual los creyentes están llamados a reflexionar para propiciar un cambio en su vida interior y crecer espiritualmente.
La iglesia católica describe la Semana Santa como el misterio de la salvación en el que Dios se hizo pecado para morir y salvar a su pueblo de la maldad del pecado y garantizar la posibilidad de estar con Dios y ser felices.
El sacerdote Edward Utria explica aquí el significado de cada día de la Semana Mayor y en qué consiste su simbología en cada una de las celebraciones litúrgicas.
“El vencimiento de Cristo no es solo a la muerte, también es vencer al demonio mismo que hace tropezar al hombre porque es maldad, es vencer pecado y la culpa porque si hay algo que enferma el corazón del hombre es la culpa”, explica el religioso.
Afirma que vencer la culpa en nosotros mismos es primordial, porque aunque Dios nos perdone, nos cuesta perdonarnos nosotros mismos, y hacerlo es recuperar la paz mental.
La llamada Semana Mayor por los católicos inicia con el anuncio de la salvación en Cristo, considerado rey de reyes, aunque su condición sea la más humilde, tanto que no llegó a hacer ese anuncio en lujosos carruajes y finas prendas de vestir, sino sobre el lomo de un borrico y calzando abarcas.
“Eso es la Semana Santa, cada día de ella es un caminar hacia esa paz, es vivir el misterio de morir con Cristo para resucitar con él. Y eso lo meditamos lunes, martes y miércoles santo”, apunta el sacerdote.
A partir de ahí, dice el sacerdote, nos adentramos en lo que la iglesia denomina el Triduo Pascual, que son los días jueves, viernes y sábado.
Jueves Santo: El triduo inicia el jueves con tres acontecimientos esenciales para la fe católica: primero es la institución de la Eucaristía con la entrega de Cristo en cuerpo y sangre que son el pan y el vino, que simbolizan la comunión: vivir en una unión común con Dios representada en la hostia que el sacerdote le da al fiel que acepta la invitación.
“Entonces se constituye la eucaristía como el cordero de Dios que no libra del pecado. Eso es la eucaristía, revivir cada momento del sacrificio. Por eso no hay una eucaristía más importante que otras. Cada una es actualizar el misterio que Dios vivió en la cruz”.
El segundo acontecimiento del jueves santo es la institución del sacerdocio y se da cuando Cristo dijo: “cuando estén reunidos en mi nombre hagan esto en mi memoria”
“Ese es el legado que Dios nos deja a los sacerdotes: consagrar el pan y vino en cuerpo y sangre de Cristo”, afirma el padre Utria.
Y el tercer acontecimiento es la institución del mayor de los mandamientos., el mandamiento del amor. Que se da cuando Jesús le dice a sus seguidores: “ama a tu prójimo como a ti mismo y ama a Dios por sobre todas las cosas”.
Pero el jueves santo es el día reservado para la consagración de las hostias que servirán para la comunión el resto del año.
“Por ser algo sublime, disponemos de ese espacio donde reposan las hostias o el cuerpo del señor en un ambiente bello, que es el altar, y por eso que los jueves santos no hay eucaristías sino que es el día de reserva, y es por eso los templos visten sus altares con el mejor ropaje que pueda haber y con un mensaje para el pueblo de Dios”.
Viernes santo: El viernes santo es la adoración de la cruz, es el día en que el pueblo católico ora por la iglesia universal, se recuerda la pasión, el sufrimiento y la muerte de Cristo y la traición de que fue objeto. Justamente los símbolos de esa pasión son besar la cruz como aceptación de que somos cristianos, es ver al sacerdote vestido de rojo, postrarse en el piso para recordar ese momento vivido por Jesús antes de morir en la cruz.
Ese día, igualmente, se recuerda y se meditan las palabras pronunciadas por Jesús en la Cruz antes de morir en ella, lo que se conoce como Sermón de las Siete Palabras.
Sábado santo: Al llegar el sábado santo, cuando ya se ha vivido y reflexionado a cerca de la pasión y muerte de Cristo, llega el momento en que los católicos acompañan a la Virgen María, madre de Dios.
Ese día se acostumbra a hacer el rosario de aurora, pero el acompañamiento a la virgen es recordar y vivir con ella ese silencio con el que aceptó la voluntad de Dios, cual es haber entregado a su hijo a la muerte de cruz.
“Lo que Jesús sufrió en cuerpo, María lo sufrió en su alma, pero callada, con la mayor resignación de quien acepta la voluntad de Dios por muy dura que esta sea o parezca. Por eso la imagen de la virgen María para nosotros es muy importante”.
El sábado en la noche es la vigilia más grande de todas, es la vigilia de resurrección, cuando se canta el pregón pascual y se recuerda el misterio de salvación en un recorrido desde los comienzos de ese misterio hasta el momento de la resurrección de Cristo.
“Entonces es el momento de cantar con fuerza ¡Aleluya!, que no se ha cantado en todo el tiempo de Cuaresma, pero en ese momento cantamos ¡Gloría Aleluya! Porque Cristo ha resucitado, ha vencido la muerte, el pecado, el mal, el diablo, ha vencido la culpa”.
Domingo de Resurrección: El domingo es víspera de la Pascua, es la celebración del vencimiento de la vida sobre la muerte. Es la conmemoración de la resurrección de nuestro señor Jesucristo.
Y sigue la octava de la pascua, siete días durante los cuales se celebra y se recuerda la resurrección de Cristo de entre los muertos.
“El mensaje es que vivamos esta Semana Santa con fervor, con fe, con alegría. Pero con la convicción de verdaderos hijos de Dios. Que si quieren ir a visitar los monumentos, háganlo, pero no se queden en el arte, en la crítica, porque en todos, por muy sencillo que sea, está Cristo. Y sobre todo permitan que el pecado y la culpa muera en cada uno y que resuciten con Cristo a una nueva vida”.