Nuestra Gente / 27 de julio de 2024

El bailarín venezolano que encontró la oportunidad de su vida en Barranquilla

Eberth David Ríos, bailarin e instructor de salsa.

Miguel Utria

Tras superar dificultades, abusos, crisis y dejar sus estudios universitarios debido a la situación política de su país, Eberth David Ríos se abrió campo montando su propia academia de baile.

Si hay alguien que tiene motivos para darle gracias a la vida por nuevas oportunidades, tras dejarlo todo en su país de origen, es Eberth David Ríos Barillas, un joven de 28 años de edad a quien después de sortear una serie de obstáculos, abusos y crisis de depresión, hoy su situación es la que, según sus palabras, sueña cualquier persona.

Cuando estalló la crisis en Venezuela, donde cursaba séptimo semestre de ingeniería mecánica, debió dejarlo todo para abrirse un campo que le permitieran sostener a su familia económicamente, en especial a su madre, según nos comenta.

Paralelo a sus estudios universitarios, Eberth asistía a una academia de baile que le dio la certificación como instructor de salsa casino o cubana antes de decidirse a dejar su natal Maracaibo, en 2017, de donde vino con la clara idea de buscar un local y montar un salón para dictar clases de baile.

COMENZAR DE CERO

Cuando llega a Barranquilla se comunica con conocidos a los que había contactado antes de viajar, le indicaron dónde podía arrendar el sitio que necesitaba, consiguió sus primeros alumnos e inició el proyecto.

“Al llegar a la capital del Atlántico, por desconocimiento de cómo eran las cosas acá, las clases las cobré muy económicas, hasta que me di cuanta que los ingresos no daban para mantener el local, cancelar la mensualidad y pagar el arriendo de la pieza dónde vivía”, asegura.

Aumnos de diferentes edades aprenden diferentes géneros de bailes.

Dice que además de cobrar económico, el arriendo por hora era demasiado alto. Cobraba 15 mil pesos mensuales por cada persona que no pasaban de 15, mientras que cada hora del local, ubicado en el barrio San Isidro, al suroccidente de la ciudad, costaba 100 mil pesos que debía pagar a diario.

La situación se le complicó hasta el punto que dejó las clases de baile y comenzó a trabajar como asistente en una venta de comidas rápidas. No le fue bien, se retiró siete meses después y luego inició a trabajar en otra parte en la que tenía los domingos libres, por lo que decide retomar las clases de baile en un local diferente al anterior, en el que pagaba 35 mil pesos por arriendo.

Entonces pudo ahorrar y mejorar sus condiciones, pues cada vez se incrementaba el número de personas interesadas en tomar las clases, esta vez en un local ubicado en la carrera 46 con 82. Entonces deja el empleo para dedicarse solo a la academia y amplía los cursos a los sábados.

Con el aumento de alumnos se vio en la necesidad de abrir las clases a más horas por lo que pide el local en arriendo los lunes, miércoles y viernes por las noches. Comenzó a invertir en su emprendimiento, pero debía buscar un local más amplio y con mayor capacidad porque la gente le pedía más horas de clases.

LLEGADA DE DE LA PANDEMIA

Entonces toma un nuevo local en arriendo en la carrera 44 con 84, amparado por un contrato pactado a un año. Era el mes de enero de 2020, tres meses antes de que se decretara la pandemia por Covid 19, que obligó el cierre de las actividades en su recién montado nuevo local.

Alumnas de la academia de Eberth, quien esta semana viaja a Ecuador a competir el en el ‘Ecuador Dance Convention’.

“Fueron alrededor de 10 millones de pesos que había invertido en el nuevo local, dinero que no pude recuperar. Es más el dueño del local prácticamente me multó porque pedí la cancelación del contrato que había firmado por un año. Tuve que pagarle seis millones de pesos por dos meses que le di de uso al local”, apunta Eberth David.

Al quedarse sin recursos y sin ingresos para pagarle al arrendador, firmó un acuerdo de pago para cancelar a plazos la deuda adquirida. Dice que fue la quiebra económica que le hizo caer en un estado de depresión que se agudizó con el encierro y sin la posibilidad de trabajar.

Cuando en el país se permitió la retoma gradual de actividades, sus alumnos comenzaron a pedirle que reanudara las clases porque la ansiedad del encierro también les había afectado. Para ese entonces vivía arrendado en una habitación de una casa del barrio Las Delicias que contaba con un patio amplio que decide tomar en arriendo para dar allí sus clases.

MÁS PROBLEMAS

“El dueño de la casa me cobraba barato por usar el patio, 20 mil pesos al día por las horas de uso. Después de tener 60 alumnos pasamos a tener más de 100. Pero unos meses después tuve problemas con el propietario de la casa porque entonces quería que partiéramos las ganancias a partes iguales. Entonces busqué otra casa, y le arrendaba habitaciones a los instructores que trabajaban conmigo, porque entonces yo capacitaba personal para vincularlos al trabajo”.

Desde temprana edad los alumnos quieren aprender a bailar bien.

Esto es en el barrio Betania, donde el éxito seguía creciendo y la cantidad de alumnos casi llegaba a 150, por lo que el espacio se les hacía ya pequeño. Entonces ubica una casa más amplia, en el mismo sector que es donde actualmente funciona su academia. “Aquí seguimos creciendo muchísimo y creando movimientos de baile en Barranquilla”.

Pero Eberth no se quedó con las clases en su academia, sino que ha querido que sus alumnos pongan en práctica lo aprendido en los sitios de diversión. Aunque, según afirma, en estos sitios es poco el espacio que hay para bailar porque por lo general estos bares están llenos de mesas y sillas.

Es así como nace la modalidad de ‘clases abiertas’ en establecimientos con los que ha logrado convenios. Así sus alumnos bailen en sitios de diversión en los que se hacen las clases prácticas. Actualmente se realizan estas actividades en ‘Zamba Sports Bar’ los martes, y ‘Bar La Trova’, en el Gran Malecón del Río, los domingos.

Quienes asisten a la academia son personas que se inscriben en determinado curso para aprender, afianzar o afinar sus habilidades para bailar determinado ritmo, para competir o para enseñar, ello depende del propósito y a visión de cada alumno.

CURSOS VARIADOS

Los alumnos de la academia asisten a cursos de salsa, bachata, merengue, género urbano y champeta. Cada curso tiene un día específico y niveles básico, intermedio y avanzado. Hay cursos para niños, jóvenes y mayores hasta más de 50 años de edad.

La población que más abunda es la de jóvenes adultos y entre hombre y mujeres es nivelado, aunque él asegura que los hombres tienen más necesidad de aprenderá bailar.

“Una cosa es ser bailarín y otra es ser instructor de baile, si la persona solo quiere ser un excelente bailador, sabrá hasta qué nivel se siente cómodo. Pero si su aspiración es ser instructor o competidor entonces debe prepararse para ello, son líneas totalmente diferentes, y esas instrucciones y capacitación también se la damos nosotros”.

Con Eberth trabajan seis instructores entre venezolanos y barranquilleros, formados por él mismo.



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