Personaje / 8 de mayo de 2021

Jorge Enrique Abello es ahora el rey de la noche

Miredvista.co

El reconocido actor bogotano habla en exclusiva con MiREDVista de su incursión en el mundo de los contenidos digitales con su late show ‘Night Night’ como punta de lanza. “Barranquilla es mi segundo hogar”, dice, al hablar de su familia.

“Hola, soy Jorge Enrique Abello y les mano un abrazo muy, muy grande a todas las personas que nos ven en toma América, Canadá y en Estados Unidos…” Con este saludo, el actor bogotano Jorge Enrique Abello comienza en las noches, después de 8:30, su encuentro íntimo con sus miles de seguidores a través de Instagram, y desde hace tres semanas también por Yuotube. A sus 53 años y tras 30 años de experiencia actoral, Abello, que se hizo célebre a comienzos de este siglo por su protagónico en Betty, la fea –la telenovela más exitosa de todos los tiempos en Colombia–, se lanzó durante la pandemia a explorar, estudiar, entender y a trazar toda una estrategia de generación de contenidos en el mundo de las redes, y vaya éxito el que está teniendo. De eso, de su carrera y de su vida al lado de la barranquillera María Isabel Gutiérrez Celia, con quien se casó hace cinco años, habló con MiREDVista.

¿Qué es Night Night?

Bueno, Night Night es la frase que se usa en inglés para darles las buenas noches a los niños. Quisimos tomar esa frase como el nombre del programa, porque es un late show y es la frase con la que nos despedimos de nuestros niños todas las noches después de rezar, cuando se van a acostar. Me pareció la manera más amorosa de llamarlo.

¿Cómo llegaste a este mundo de lo digital?

Hace un año, cuando arrancó la cuarentena, empecé leyéndole cosas a la gente. Sentía que esto estaba complicadísimo y que la gente iba a pasar un largo rato encerrada y entonces decidí estar con ellos un ratico, recibirlos, darles una oportunidad para que no se sintieran tan mal. Pero, ¿de qué manera lo hacía? Empecé a leerles mucho, pues esa es la actividad que a mi más me gusta cuando estoy encerrado, hasta que me di cuenta que me estaba siguiendo casi un estadio.

¿En qué consiste el formato?

Al final de año empecé a invitar gente para que compartiera con nosotros esta experiencia y fue muy bonito. La gente trajo aportes interesantes, iniciativas como frases para salvar al mundo, cartas para conectar a la gente que estaba enamorada pero que estaba separada por la pandemia, encontramos miles de cosas para una cantidad de gente que básicamente necesitaba ayuda. Trajimos personas de Harvard, MIT y de otros lugares para conectarlos. A partir de eso dijimos: la gente necesita otro tipo de cosas, de iniciativas y empecé a construir Night Night: lo segmenté, analicé la data, lo que estaba sucediendo y resultó este programa, un late show (un programa de conversación y variedades que se emite por la noche) con el que empecé por Instagram. Hace unas semana abrí canal en Youtube.

Pero además lo estás haciendo muy juiciosamente, en un modo muy profesional. ¿Antes de pandemia ya habías hecho cosas en redes?

Bueno, digamos que el profesional es uno, no la herramienta. Yo tengo una carrera de 30 años acercándome a la gente, conociendo lo que hacen, lo que son, olfateando lo que les gusta y lo que no, y a través de eso pude encontrarme ahora con ellos. Para mi era fácil. Utilizar las herramientas y adaptarlas es un proceso de investigación de un profesional, entonces lo que hicimos fue ver cómo podía sacarle el mayor provecho a algo tan complejo como trabajar sin equipo, por ejemplo. El celular es la cámara, el celular es el switcher, el celular es la herramienta de investigación, es todo, entonces lo que había era que ver cómo lo podíamos adaptar. Claro, yo fui invitado por un amigo muy querido, Jorge Arias, a la maestría de la Universidad de los Andes sobre industrias digitales, estudiamos mucho el tema durante todo el año y el resultado es esto.

¿A qué nivel piensas llegar con Night Night? ¿Has pensado en moverte a otra plataforma, radio o televisión, por ejemplo?

Bueno, inicialmente se trata de un producto digital. Lo digital ahora es muy importante, porque quien es dueño de lo digital ahora es el talento, distinto a lo que era antes, cuando el dueño de lo digital era el canal o la productora . Pero resulta que lo digital te permite abrir un canal, tender un puente entre tú y el público sin intermediarios y eso hace que el asunto tenga otro tipo de tono. Porque cuando logras eso estás logrando cosas muy importantes. Este es un proyecto digital del que se están derivando ideas para espectáculos en vivo cuando podamos salir en vivo, se está derivando una serie documental que propuso Nicolás Entel, el productor de Rompan todo, la serie documental de Netflix sobre el rock latinoamericano; se está derivando otro tipo de cosas, como el abrir el canal de Youtube y otro tipo de negocios. Pero lo que es importante, y esto es para todo el mundo, es que la herramienta no es lo profesional. Si quieres llegar lejos y lograr cosas lo primero que hay que tener en cuenta es que el mundo hoy en día se fragmentó como un espejo que se rompió. Y con ese espejo roto, puedes jugar tú a recubrir los lados o los pedazos en 360 grados, un círculo en el que todos se van a complementar. Lo que nació aquí en digital va a salir de otra manera como documental, como serie, como texto y va a tener otras aristas a nivel mediático.

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Y qué tal la monetización. ¿Sí compensa el esfuerzo? ¿Se puede vivir de esto?

 Claro, ¡total! Pero hay una cosa muy importante: la gente piensa que la herramienta o que la forma es suficiente, y no es verdad. Lo más importante es qué contenido estás enviándole a la gente por las redes. Cuál es la charla que estás teniendo con la gente, qué quieres decir, qué historia estás contando. Hoy en día tenemos una democratización a través de la tecnología en la que podemos tener cámara, editar, tener photoshop y una cantidad de herramientas para hacer lo que queramos, efectos, en fin lo que quieras, ¿y eso implica que puedas contar algo? No. Porque quien cuenta algo necesita tener qué contar, y tiene que ser interesante, poderoso, conmover, hacer reír, llorar, hablar de algo.

Es decir, la clave está en la persona, no en la tecnología que use…

Claro, el ser humano es el centro, por eso creo que es equivocado pensar que la tecnología te va a hacer un genio, pues el ser humano es el centro siempre. Es la misma metáfora de que ¿si yo juego tenis con la raqueta de Djokovic podré ser el primero del mundo? No, él es el primero en el mundo con una raqueta de ping pong o con la mano.

Hablando de redes, ¿qué piensas de ese activismo tan fuerte de otros actores en política, derechos humanos o medio ambiente, por ejemplo?

Yo creo que cada quien usa su medio, su canal como lo desee. Pero yo soy una persona que proviene del entretenimiento y yo entretengo gente y formo gente, le doy conocimiento a las personas, toco sus emociones, inspiro gente, los hago sentir cosas a todos, no importa de dónde vengan, ni quiénes sean. Esa es mi labor. Yo no puedo suscribirme ni religiosa, ni política, ni ideológicamente para poder llevar entretenimiento. Hay personas que decidieron tener una posición ideológica y política en este momento del país y me parece respetable,  pero mi contenido no es político.

Hablemos de actuación. ¿El actor nace o se hace?

Un actor nace. Si no naciste para eso, por más que lo estudies nunca lo vas a lograr. Y se hace en la medida en que estudie. Un actor nace para hacerse.

¿Cómo te hiciste tú?

Yo siempre he estado en esto porque me gusta y me gusta lo que la gente siente. En mi caso se dio muy naturalmente. Yo mi oficio lo he ido aprendiendo hasta ahora. Desde los 8 años estoy en esto.

¿Los realities sí forman actores?

No. Un reality es un juego entre la vida privada de unas personas y un espectador que los está observando. No hacen actores. Yo participé en uno de ellos en los que planteaba una serie de ejercicios para un grupo de personas que querían ser actores y que tenían que pasar pruebas, porque era una competencia. Pero eso no era una academia.

Con Ana María Orozco (Betty la fea), en el rol de Armando Mendoza.

¿El papel de Armando Mendoza, en Betty la fea,  ha sido lo más importante en tu carrera actoral?

El papel de Armando es importante en mi vida porque me permite abrirme al público, darme a conocer en un medio y porque permite que me conozcan en todas partes del mundo y marca un hito al ser un clásico esa historia. Pero en mi carrera tuve la oportunidad de trabajar en proyectos que me dieron grandes satisfacciones como actor. El papel de Dónde está Elisa, Los Tacones de Eva, en el teatro, en fin…

¿Fue muy complicado superarlo?

¿Por qué habría de superarlo?

A los actores no les gusten que los encasillen o los marquen, ¿o sí?

Lo que pasa es que uno no puede hacer nada con eso, toca aceptarlo tranquilamente. Yo no puedo controlar lo que está por fuera de los demás. La gente quiere encasillarme ahí, el productor o el público, no hay nada qué hacer. No puedo luchar contra eso. Tú no puedes luchas contra lo que está fuera de tus manos. El asunto es más simple: ¿tienes otro personaje para hacer? Hazlo bien. Pero no es una lucha.

¿Qué papel sueñas con hacer?

Me gustaría hacer cosas de época, pero no se han dado.

¿Qué hay en el tintero, además del late show?

Muchas cosas. Tengo una compañía de producción de contenidos, otra de entretenimiento digital  y estamos avanzando para ponerlo a producir en el set, en ese espejo roto del que te hablé, de diferentes formas. Una de ellas es Night Night. En cuanto a actuación, me han ofrecido cosas chéveres pero no hemos llegado a un acuerdo. Este es un año muy difícil.

Con su esposa, la barranquillera María Isabel Gutiérrez Celia.

Bueno, y algo muy personal: ¿qué tal la vida con una barranquillera?

¡Maravillosa! La alegría más grande de mi vida es mi esposa.

Visitas Barranquilla con frecuencia?

Sí, mucho. Barranquilla es mi segundo hogar.

Y volviste a la crianza de niños chiquitos…

Sí, tengo una hija mayor (Candelaria, de 18 años) de mi primer matrimonio, y ahora dos niños chiquitos (Antonio Cayetano, de 3 años y María Matilde, de 1). La crianza ha sido dura y divina. Lo más duro compensado por lo muy divino.

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