Enredad@s / 7 de diciembre de 2024

Las redes sociales en la salud mental y en la seguridad de niños y adolescentes

Romario Quintero

De acuerdo con un informe de Common Sense Media, el 95 % de los adolescentes tienen acceso a un teléfono inteligente, y el 89 % de ellos utiliza al menos una red social diariamente.

En las últimas décadas, las redes sociales han adquirido un papel central en la vida de niños y adolescentes, convirtiéndose en un espacio de interacción, aprendizaje y entretenimiento. Sin embargo, su uso intensivo ha desatado preocupaciones sobre los efectos negativos en la salud mental, el desarrollo emocional y la seguridad de los más jóvenes.

Estas plataformas, inicialmente concebidas para conectar a las personas, han evolucionado hacia entornos complejos donde convergen dinámicas sociales, comerciales y psicológicas que no siempre resultan favorables para sus usuarios más vulnerables.

SALUD MENTAL EN LA ERA DIGITAL

Diversos estudios han documentado cómo el uso de redes sociales puede estar vinculado al aumento de trastornos de salud mental en niños y adolescentes.

El acceso constante a contenidos cuidadosamente editados y diseñados para resaltar una imagen idealizada de la vida de los demás fomenta comparaciones que, a su vez, pueden desembocar en problemas de autoestima.

Entre las principales afectaciones se encuentran los síntomas de ansiedad y depresión. La interacción en redes sociales suele estar condicionada por métricas de popularidad, como el número de “me gusta” o seguidores, lo que genera presión entre los adolescentes por mantener una imagen pública atractiva.

Este fenómeno, conocido como “ansiedad social digital”, afecta particularmente a quienes se encuentran en etapas de desarrollo crítico, pues su identidad está en proceso de formación y consolidación.

Además, el consumo masivo de contenido en estas plataformas está relacionado con la aparición de sentimientos de soledad y exclusión, sobre todo cuando los jóvenes perciben que no son parte de las dinámicas sociales mostradas por sus pares.

Los algoritmos de las redes sociales, diseñados para maximizar el tiempo de uso, agravan este problema al exponer repetidamente a los usuarios a contenidos similares, reforzando las percepciones negativas que puedan tener sobre sí mismos.

CIBERACOSO, PERSISTENTE Y DEVASTADOR

El ciberacoso es una de las problemáticas más alarmantes asociadas al uso de redes sociales. Este tipo de acoso, que se caracteriza por el uso de medios digitales para hostigar, humillar o amenazar a una persona, tiene un impacto profundo en la salud emocional de los afectados.

A diferencia del acoso tradicional, el ciberacoso no está limitado por el tiempo o el espacio; puede ocurrir en cualquier momento del día y alcanzar a las víctimas incluso en la privacidad de sus hogares. Las consecuencias psicológicas incluyen el desarrollo de trastornos de ansiedad, depresión e incluso pensamientos suicidas en los casos más graves.

Las redes sociales han facilitado la proliferación del ciberacoso al ofrecer anonimato a los agresores y permitir la difusión masiva de mensajes en cuestión de segundos.

Plataformas como Instagram, TikTok y WhatsApp son frecuentemente utilizadas para compartir comentarios hirientes, imágenes manipuladas o rumores falsos que afectan la reputación y el bienestar emocional de los jóvenes.

EL GROOMING Y OTROS RIESGOS DE SEGURIDAD EN LÍNEA

Otro de los riesgos inherentes a las redes sociales es el grooming, una práctica en la que un adulto se gana la confianza de un menor a través de interacciones en línea con el objetivo de explotarlo sexualmente.

Este fenómeno, ampliamente documentado por organismos internacionales, ha crecido de manera alarmante en los últimos años debido a la facilidad con la que los menores pueden ser contactados por desconocidos en plataformas digitales.

Las aplicaciones que permiten el envío de mensajes directos, como Facebook, Snapchat y Telegram, son especialmente vulnerables a esta problemática. Los groomers suelen adoptar identidades falsas para acercarse a sus víctimas, estableciendo vínculos emocionales que luego son utilizados para manipularlas o coaccionarlas.

Además del grooming, el intercambio de contenido íntimo, conocido como sexting, representa un riesgo significativo para los adolescentes. Aunque este tipo de práctica puede originarse en relaciones de confianza, el contenido compartido puede ser utilizado posteriormente para extorsionar o humillar a las víctimas.

IMPACTO EN EL DESARROLLO COGNITIVO Y SOCIAL

El uso intensivo de redes sociales también tiene implicaciones en el desarrollo cognitivo y social de los adolescentes. Estudios recientes han señalado que la exposición prolongada a dispositivos digitales puede afectar la capacidad de concentración, memoria y toma de decisiones.

La multitarea digital, característica de los usuarios jóvenes que alternan entre diferentes aplicaciones y actividades, dificulta el desarrollo de habilidades de atención sostenida. Asimismo, la sobreestimulación que generan las redes sociales puede alterar los sistemas de recompensa del cerebro, disminuyendo la motivación para realizar actividades que no ofrecen gratificación inmediata.

En el ámbito social, el uso excesivo de redes puede limitar las interacciones cara a cara, fundamentales para el desarrollo de habilidades como la empatía y la resolución de conflictos. Aunque las plataformas digitales permiten a los jóvenes mantenerse conectados con sus pares, estas interacciones no reemplazan la riqueza de los encuentros en persona.

FAMILIA, ESCUELA E INSTITUCIONES EN LA PROTECCIÓN DE LOS MENORES

Ante este panorama, las familias, las escuelas y las instituciones tienen un rol fundamental en la prevención y mitigación de los riesgos asociados al uso de redes sociales. La educación digital, entendida como el proceso de enseñar a los jóvenes a usar las tecnologías de manera segura y responsable, es una herramienta clave para empoderarlos frente a los desafíos de la era digital.

Las familias pueden contribuir estableciendo límites claros sobre el tiempo de uso de dispositivos, fomentando espacios de diálogo y supervisando las actividades en línea de sus hijos. Por su parte, las escuelas tienen la oportunidad de incorporar programas de educación digital en sus currículos, sensibilizando a los estudiantes sobre temas como el ciberacoso, la privacidad en línea y la gestión del tiempo en redes sociales.

A nivel institucional, es necesario implementar políticas públicas que promuevan la regulación de las plataformas digitales para proteger a los menores de contenidos inapropiados, interacciones peligrosas y prácticas comerciales abusivas.

EL PAPEL DE LAS PLATAFORMAS DIGITALES

Las empresas responsables de las redes sociales también tienen una responsabilidad ineludible en la creación de entornos más seguros para sus usuarios. Esto incluye el desarrollo de herramientas que permitan a los jóvenes controlar su privacidad, denunciar contenidos ofensivos y limitar el acceso a personas desconocidas.

Además, es crucial que las plataformas adopten algoritmos más transparentes y éticos, que no prioricen la adicción al contenido en detrimento del bienestar de los usuarios. La implementación de sistemas de verificación de edad, la moderación proactiva de contenidos y la colaboración con organismos de protección infantil son pasos esenciales en esta dirección.

FENÓMENO EN CONSTANTE EVOLUCIÓN

El impacto de las redes sociales en la vida de los niños y adolescentes es un fenómeno en constante evolución, impulsado por los avances tecnológicos y los cambios en las dinámicas sociales. Si bien estas plataformas ofrecen oportunidades sin precedentes para la comunicación y el aprendizaje, también plantean desafíos que requieren una respuesta integral y coordinada por parte de toda la sociedad.

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