Desde que existe la humanidad el ser humano ha estado en constante tránsito.
Algunos se desplazan por trabajo, otros por estudio o por factores políticos, y otros se van para escapar de conflictos, persecuciones, terrorismo, cambio climático, enfermedades, desastres naturales- En fin, un sin número de causales hacen que el ser humano viva en un país distinto a su tierra natal.
En la actualidad no sé la cifra exacta, pero en el 2020, según la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA), a julio del 2020 era de aproximadamente casi 281 millones, esta cifra es exorbitante, ya que los migrantes internacionales representan el 3.5% de la población mundial según el DESA, un aumento exagerado respecto a cifras de años anteriores.
Las mujeres migrantes constituyen el 48% de los migrantes internacionales.
La mayoría de los migrantes residen en Asia, Europa América del norte, America Latina y el Caribe.
Es bien sabido que los migrantes contribuyen a la sociedad del país donde llegan de diferentes formas, socio-cultural, economico, y cívico-politico.
La creación de nuevos artes, sobre todo en el aspecto musical, en la diversidad alimentaria, en lo deportivo, cuando hay escasez de mano de obra, el migrante en estos casos también es un apoyo incondicional, conozco migrantes en él área de la salud como excelentes profesionales.
Fomentan el comercio, la innovación, nuevas empresas, ayudan a su país de origen a través de muchos canales, sobre todo el económico.
Barranquilla es un ejemplo de migrantes, muchos han aportado un gran progreso a la ciudad, es importante crear una política de redes de soporte de una comunidad migrante, que los acoja y apoye de una manera ordenada, ya que la lejanía de sus familias, y la adaptación al entorno diferente y en ocasiones hostil, los puede llevar a repercusiones de su salud física y mental de manera grave.
Estoy seguro que nadie quiere dejar su país de origen, mi padre es un ejemplo de esto, viajó a Lima donde ganó una beca para estudiar ópera, en esa época en COLOMBIA no existía eso, en el nivel que él lo deseaba y nos tocó vivir varios años en Lima, donde nos acogieron con gran familiaridad. La familia Cavero, nos abrió sus puertas y no sentíamos en familia, eso facilitó nuestra estadía en Perú, y cuando regresamos a COLOMBIA la familia Simmonds también nos acogió con gran cariño.
Detrás de cada migrante hay una historia de vida, un país, una familia.
En el planeta los seré humanos somos únicos, como las aves migratorias que viajan miles de kilómetros año tras año, según la estación, para llegar a otros lugares para satisfacer sus necesidades alimenticias, y donde no existen fronteras ni pasaportes.