En tiempos de carestía hay que estar vigilantes sobre los productos de la temporada porque sus precios tienden a bajar. Foto: Freepik
Los alimentos por las nubes, y los servicios públicos ¡ni se diga! MiREDVista ofrece una serie de recomendaciones para salir a flote ante tanta carestía.
Llevamos 5 meses con una queja permanente: el alto costo de la canasta familiar. Para el común de las amas de casa, la alegría de un salario mínimo de un millón de pesos, que fue decretado a finales del año anterior, se esfumó como la espuma y desde enero hay que hacer maravillas para que la plata que llega a la casa, rinda.
Para justificar los altos costos de esta canasta familiar, no han faltado excusas. Primero la pandemia, después la escases de los contenedores, los altos costos de los fletes, los paros, las cuarentenas en China, y ahora la guerra entre Ucrania y Rusia, desde donde salen los insumos de los fertilizantes, y las tasas de cambio.
Ese panorama oscuro, según los expertos, no se despejará por ahora y debemos prepararnos para que las alzas en los productos diarios sigan. El mundo va hacia una recesión económica. La inflación que es mundial, está precipitando esta situación que conlleva hambre en la población y lo único que nos queda a los que no entendemos de esos términos y tenemos que pagar mensualmente servicios y comprar para comer, es ahorrar.
¿Cómo así que ahorrar, si la plata no alcanza? Es que no se trata de la costumbre desaparecida hace años de guardar una parte del dinero para un uso futuro. Se trata de controlar o bajar los consumos.
ENERGÍA
En cuanto a servicios públicos, el dolor de cabeza de la mayoría de los habitantes del Caribe colombiano, el de energía. Sus costos no tienen un aparente tope y como si fuera poco, el servicio es intermitente, lo mismo que la fluctuación produciendo daños en los electrodomésticos.
El consumo en viviendas se puede controlar. Estas son unas ideas que dan resultado:
Mantener desconectados todos los electrodomésticos que no están en uso. Solemos dejar conectados, por ejemplo, el cable de energía de computadores, cargadores de celulares, abanicos, licuadoras, radios, y otros equipos. Adaptar esta práctica de sólo conectar los equipos que vamos a utilizar, da resultados.
Y en esa línea también están los bombillos. Es recomendable hacer una inversión inicial e ir cambiando los bombillos comunes por bombillos ahorradores. Estos generan la misma cantidad de luz que los tradicionales, pero requieren aproximadamente 80% menos de energía para producirla. Y aun usando este tipo de bombillas, deben mantenerse apagadas cuando no se necesiten.
Controlar el impulso de abrir y cerrar la nevera también se nota en el costo final de la factura de este servicio público. Una buena idea s pensar que vamos a cocinar y sacar de una todos los productos de la nevera.
Evitar el uso de la plancha tanto para ropa como para el cabello. Comprar ropa que no necesita ser planchada es una buena opción. Después de lavar las prendas deben guardarse organizadamente para evitar arrugas. Y con el cabello, muchas veces resulta más barato ir a un salón de belleza que “alizar” un mechón de cabello en la casa, cada día.
AGUA
Muy pocas veces nos quejamos del costo de este servicio. Pero ahorrar en su uso no sólo beneficia el bolsillo, si no que ayuda al planeta.
El consumo se disminuye si adoptamos formas sencillas de ahorrar en el baño. Por ejemplo, cuando entremos a la ducha mientras nos estemos jabonando o aplicando el shampoo, la regadera debe estar cerrada. Igual sucede cuando estemos lavándonos los dientes. No hay que dejar correr el agua sin necesidad. Una llave abierta puede consumir hasta 12 litros por minuto.
En la cocina, ahorramos si jabonamos primero todos los platos, utensilios y ollas y después los enjuagamos con un chorro de agua moderado.
Hay que revisar frecuentemente las llaves, (muchas veces las dejamos goteando), y las tuberías para detectar a tiempo fugas que no son perceptibles a primera vista.
Si tienes la oportunidad cambia los inodoros tradicionales por ecológicos de doble carga para utilizar sólo la que se necesita. Mientras tanto, coloca una botella de agua dentro de la caja para disminuir la descarga cada vez que se utilice.
Los vehículos, pisos o fachadas, no deben lavarse a punta de manguera. Lo recomendable es utilizar tanques y trapos para hacerlo. Se pueden economizar hasta 12 litros por minuto.
MERCADO
Dónde más cambios debemos hacer las familias colombianos si queremos que el dinero nos alcance, es en la mesa y cocina. Con esta carestía incontrolable, ahora lo que era común se convirtió en lujo, y los lujos nos los damos muy de vez en cuando. Es el caso de la carne, que en cualquiera de sus cortes o calidades ha sufrido unos incrementos escandalosos.
La carne de ganado o aves es básicamente una proteína que puede reemplazarse por cualquier grano: rinden más y son más económicos. A la hora de comprar granos es importante que hay en abundancia en el mercado, y cuáles son los que se producen en la región.
No olvidemos que los fríjoles y las leguminosas en general son alimentos saludables y baratos, las pastas, los vegetales que si se compran en cosecha pueden congelarse y mantienen sus nutrientes, deberían ser parte de nuestro menú diario. Y su complemento es la carne o pescado que se ofrezca en el mercado a un menor precio.
Las legumbres que en la mayoría de los casos tienen múltiples formas de preparación son una buena opción para ahorrar. La zanohoria por ejemplo, se consume sola, en ensaladas, en sopas o cremas, con otras verduras o legumbres, en pasteles, en jugos…Y la zanahoria es un gran alimento.
Otra práctica a implementar en las cocinas, es “el reciclaje”. Alimentos preparados que sobran de un día, pueden utilizarse como complemento al día siguiente. Una sopa de lentejas de hoy, sirve para hacer mañana un arroz de lenteja, o unas tortillas de lentejas.
Se ahorra en el mercado cuando se compra y preparan alimentos en cosecha. Se ahorra cuando se cambia el menú diario o tradicional, se ahorra cuando se preparan alimentos en forma equilibrada.
La tierra nos da de comer y los humanos podríamos contribuir a conservar el campo si por ejemplo, los desechos alimenticios los volvemos al campo, en forma de abono natural, o los damos como alimentos a animales.
Ahorremos lo que más podamos en nuestras casas porque el futuros no se vislumbra mejor.