Patricia Escobar
Columnista / 11 de junio de 2022

Reivindicando a la madre

Yo realmente quería titular esta columna con una frase célebre de un tema salsero: ¿y cómo lo hace?, pero si se escucha el tema con detenimiento, se puede prestar a malos entendidos.

En tiempos de mi abuela, y aún en los de mi madre, las mujeres tenían como mínimo 5 hijos, y trabajaban en la casa, en el campo o en la calle. Hoy, el promedio de hijos por familia no pasa de dos, y esa labor de madre es toda una hazaña.

Los niños de hoy tienen que ser acompañados por sus progenitores en sus tareas escolares. A pesar de las largas jornadas escolares y de las famosas guías que están en la web, a los chicos les colocan unos “proyectos” o trabajos que sin ayuda de mayores son prácticamente imposibles de realizar.

Adicional, si no queremos que en las casas se reproduzcan “robots cibernautas”, los chicos deben ser acompañados por un «adulto responsable” en sus tiempos de ocio.

Cuando en un hogar hay más de un hijo, la madre tiene que dividirse entre el número que tiene porque hoy en día cada hijo es un mundo, cada uno tiene su forma de desarrollarse, de crecer, de “expresar su libre personalidad”.

Antes hasta nos vestían iguales, sin opción a chistar, o nos llevaban a todos a la playa, a la iglesia o al restaurante que querían nuestros progenitores. Y crecimos y cada cual siguió con su “libre personalidad”.

El trabajo de la madre, porque era prácticamente exclusivo de ellas, a diferencia de hoy que hay hombres que “colaboran”, no se veía tan complicado y con el perdón de los especialistas, es que no existían tantas teorías y, mucho menos, tutoriales. Las madres criaban a sus hijos por instinto, (el instinto materno) y por lo que aprendieron o vieron de sus abuelas.

Hoy las que son madres que no cuentan con mayores ayudas extras como una niñera, o una abuela de tiempo completo se ven “a gatas” para criar un hijo. Y su trabajo no es valorado, como tampoco lo es el de las madres cabeza de familia ni el de las madres multifacéticas: profesionales, esposas, activistas y mil roles más.

El trabajo de una madre no se ha reconocido históricamente, pero hoy es peor porque, sobre las que ejercen ese rol recae el peso de todo lo malo que pase con los hijos, vive bajo la presión de múltiples y diferentes teorías, la angustia a fracasar, la lucha por darse su espacio y valor como mujer, y la falta de tiempo para todo.

Una madre, como lo vi recientemente en un meme, es una persona que está todo el día pendiente de otro que hace todo por suicidarse, haciendo referencia a todas las acciones “peligrosas” de los pequeños exploradores que intentan salir de una cuna, pasar por una reja, alcanzar un juguete o lanzarse a un arroyo para demostrarle a sus compañeros que no es “una gallina”

Yo miro a mi alrededor y me pregunto ¿cómo hacía mi madre con 5 hijas mujeres? O ¿mis abuelas con 7 y 8 hijos, y con maridos totalmente ausentes porque trabajan fuera de casa?

Sería bueno que en los tiempos de cambio que pregonan los políticos y sus equipos de defensores, en tiempos en los que dos mujeres-madres aspiran a la Vicepresidencia, pensáramos en el papel de quienes deciden traer hijos al mundo y en que la responsabilidad de hacerlos buenos ciudadanos no es sola de ella, ni de sus compañeros de vida, sino de toda una sociedad que exige y no da.  

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