Durante un mes serán exhibidas 25 obras del que es considerado el primer pintor moderno de Colombia y una figura fundamental en la historia del arte nacional.
Entre 1955 y 1963, La Arenosa fue testigo del nacimiento de cientos de obras de arte que terminarían por consolidar uno de los periodos más maduros en el trabajo del artista colombo-español Alejandro Obregón.
Casi cinco décadas después, gracias a la alianza entre Casa MÁS, un nuevo espacio en Bogotá para el arte y la cultura; SBO LAB, empresa aceleradora de emprendimientos en Barranquilla; la Galería Duque Arango y el Banco del Arte, el trabajo del llamado ‘mago del Caribe’ ha vuelto a uno de los lugares que fue objeto de sus afectos en el Caribe colombiano con la exposición ‘Obregón: Contrapunto entre intuición e intención’.
Desde el 23 de mayo y hasta el 23de junio, los visitantes a la muestra podrán disfrutar de una amplia selección de piezas que abarcan cerca de cinco décadas de trabajo del artista que sería proclamado por varios teóricos como el padre del arte moderno en Colombia. La muestra estará abierta en la sede de SBO Lab, en la carrera 53 con calle 79.
La exhibición, que cuenta con 25 obras elaboradas entre 1958 y 1991 y que incluye acuarelas, óleos, acrílicos, ensambles y otros medios mixtos, constituye una celebración al legado de una de las figuras más prominentes del arte colombiano durante el Siglo XX, a la vez que ofrece una mirada íntima al universo visual creado por este artista.
La llegada de esta muestra brinda a los barranquilleros y visitantes de la ciudad una oportunidad sin igual de sumergirse en el trasegar artístico de este pintor que aportó enormemente a la apertura pictórica nacional. Desde las primeras exploraciones en las que ya se manifestaba notoriamente su particular estilo, hasta las obras maestras que lo consagraron, cada pieza revela la fuerza, la profundidad pictórica y la innovación que caracterizaron el trabajo de este maestro.
«A lo largo de cientos de piezas, Obregón supo derivar y hallar un lenguaje propio, pero más que nada supo dialogar con su contexto social y político sin perder la autonomía y la vigorosidad de su exploración plástica», afirma Laura Páez, curadora de la muestra.
Agrega sus piezas, pioneras en una suerte de expresionismo mestizo, “lograron vincular en una simbiosis impecable su herencia cultural hispánico-caribeña y sus aprendizajes y preocupaciones formales, lo que consolidó su presencia en el diálogo artístico latinoamericano y global”.
Siendo un pintor plenamente consciente del oficio y un colorista aguzado, intuitivo e intencionado, Obregón nos legó una pintura que es gesto, dinamismo y acción, pero a la vez refinamiento, experticia y fuente interminable de emoción silente y poesía pictórica.
Alejandro Obregón nació en Barcelona en 1920, se radicó en Colombia, legó junto a maestros como Fernando Botero y otros tantos, una vastísima contribución para la escena del arte colombiano y latinoamericano.
Su capacidad para fusionar elementos culturales, sociales y naturales lo convirtió en un referente que con sus poderosas representaciones de la vida marina y ribereña, su exuberante flora carnívora, sus conmovedoras reflexiones sobre la condición humana, y su prolífico bestiario caribeño, desafió las convenciones y abrió nuevos caminos al arte moderno nacional.
Parte de su legado puede apreciarse en las obras ‘Tierra, agua y aire’, ‘Se va el caimán’, ‘Simbología de Barranquilla’ y ‘La mulata’, que están en el edificio Mizrahi de la carrera 53 con calle 76 en el Teatro Municipal Amira de la Rosa, en el edificio de la vieja Aduana y en el conocido bar-restauranteLa Cueva, respectivamente.