(Department of Conservation New Zealand)
Desde el siglo XIX, a nivel mundial solo se conocen los registros de seis ejemplares de ballena picuda de Bahamonde y ninguno estaba vivo.
La primera vez que se supo de ellas fue en 1874, cuando se halló una mandíbula inferior y dos dientes en la isla Pitt, en Islas Chatham, en Nueva Zelanda.
Desde entonces, o mejor dicho, en siglo y medio solo seis ejemplares han sido documentados en el mundo, y de hecho nunca se ha avistado un ejemplar vivo. Hasta 2010, ni siquiera se había visto uno completo muerto.
Se trata de laballena picuda de Bahamonde, o ballenas dentadas de pala, como también se les conoce, considerado el cetáceo más raro del mundo.
Recientemente, el Departamento de Conservación de Nueva Zelanda indicó en un comunicado que fueron informados el pasado 4 de julio del hallazgo del animal, un macho de unos 5 metros de largo, con su hocico alargado y una silueta que recuerda a los delfines, en la playa de Otago, al sureste del país.
Todo apunta a que se trata de un ejemplar de la misteriosa ballena, aunque esperan la confirmación del análisis de ADN, a cargo de la Universidad de Auckland. De ser así, será la primera oportunidad de diseccionar un ejemplar de este tipo y estos se hará siguiendo un plan cuidadosamente estudiado.
“Las ballenas picudas de Bahamonde son una de las especies de grandes mamíferos menos conocidas de la época moderna. Desde el siglo XIX, solo se han documentado 6 ejemplares en todo el mundo, y todos menos uno procedían de Nueva Zelanda. Desde un punto de vista científico y de conservación,esto es enorme», dijo Gabe Davies, jefe de operaciones del Departamento de Conservación en un comunicado.
Hasta 2010, lo único que se había detectado de esta especie eran cráneos incompletos. La muestra hallada en 1874, junto con los restos óseos de otros dos ejemplares encontrados en la isla White y la isla Robinson Crusoe (Chile), permitieron a los científicos confirmar la existencia de esta nueva especie.
Pero solo en 2010 los científicos pudieron describir por primera vez el color de la especie. En aquella ocasión, sin embargo, no se supo la especie que era pues no se hizo una autopsia completa, algo que ahora sí ocurriría.
Trevor King Earthmoving, contratista local, se encargó de retirar cuidadosamente la ballena de la playa, con la asistencia de miembros de rūnaka y del Museo de Otago, quienes documentaron el proceso.
Debido a la escasez de ejemplares y la falta de avistamientos en vida, se conoce muy poco sobre la ballena de dientes de pala, incluso está clasificada como una especie con datos insuficientes en el Sistema de Clasificación de Amenazas de Nueva Zelanda.