Vida Cultural / 5 de octubre de 2024

Pasión Caribe: los elevados costos y apuros detrás de un espectáculo de altura

La cantautora cubana Albita Rodríguez durnate su brillante actuación con el acompañamiento de la orquesta Sabor Cubano.

Zoraida Noriega

La engorrosa tramitología y el pago de altos impuestos se salen del presupuesto de cualquier empresario. Aquí contamos también todos los impasses que ocurrieron tras bambalinas en el desarrollo del magno evento que fue todo un reto y que sobrepasó las expectativas.

Montar un espectáculo de la magnitud de Pasión Caribe, que tras 7 años no se había podido realizar, fue todo un reto en su edición 14 llevada a cabo el 28 de septiembre. Una empresa nada fácil de sacar adelante, como lo viví en carne propia.

Como los grandes cabarets mundiales, se desarrolló la 14ava edición de Pasión Caribe con el espectáculo ‘Burlesque’. Las mesas fueron iluminadas con velas, hubo derroche de música y luces.

Desde su debut, este proyecto que nació de las entrañas de la coreógrafa barranquillera Rosanna Lignarolo como una vitrina para los nuevos talentos de la región y la gran oportunidad de vivir los éxitos de artistas ya consagrados, quedó en el radar de los barranquilleros. La gente lo venía pidiendo porque quería disfrutar un espectáculo único en su género, variado y sobre todo, con mucha altura que no tiene nada que envidiar a los grandes cabarets en el mundo. Esa fue una de las poderosas razones por las que Rosanna se le midió a la tarea de montarlo con el respaldo de un equipo de profesionales en la parte artística, de producción y logística.

El ‘baile de nalgas’, un singular número que sigue siendo referente de Pasión Caribe porque los bailarinas se mueven  de espaldas al son de los tambores en forma admirable, se llevó todos los aplausos.

El dispendioso trámite de documentos (para lo cual hay que hacer un “curso” para poder entender lo que pide cada empresa patrocinadora), los altos costos de pólizas y permisos, entre la cantidad de gastos que hay que hacer para realizar un espectáculo público en Barranquilla, a cualquier empresario le pone los pelos de punta. Y no es para menos.

El desespero por estar al día con todos esos impuestos 24 horas antes de la gran noche (28 de septiembre) se apoderó de su creadora. Hubo noches de insomnio, lágrimas y días de mucho estrés.

Si hablamos de gastos millonarios tenemos que comenzar por el alquiler del Salón Jumbo del Country, que también exige una póliza de responsabilidad civil, logística certificada y el pago de un 50% a los 50 meseros del club que atendieron al público. Según la nueva política del centro social, evento que se haga allí no genera comisión al contratante en cuanto a venta de licor y comida.

Lo que casi nadie supo es que ante la cantidad de impuestos gubernamentales y el alquiler del Jumbo, la organización Pasión Caribe estuvo a punto de cambiar de escenario para llevar a cabo el espectáculo ‘Burlesque’. Para bajar los costos, hasta se pensó en un momento realizarlo en el Hotel El Prado o en el  Salón Puerta de Oro de dicho club. A una semana de la presentación se tomó la decisión de hacerlo en el Jumbo, porque mucha gente ya había reservado mesas con antelación. Todo un desafío para las organizadoras del evento.

Mientras el público se acomodada en las mesas, esta artista hacía un performance con sensuales movimientos.
Un grupo de actores de la compañía barranquillera Mandragoart interactuó con los asistentes.

Pero lo anterior solo es una parte de todos los gastos que acarrea una puesta en escena como Pasión Caribe. Había que cumplir con muchos pagos, entre esos la Sociedad de Gestión Colectiva de Derechos de Autor (Sayco) por un lado, y por otro a la Asociación Colombiana de Intérpretes y Productores (Acinpro), al Ministerio de Cultura, 15 socorristas, 11 personas en la logística (o acomodadores), la presencia de la Defensa Civil y los servicios de una ambulancia en la puerta, desde el inicio hasta el final del show.

Para colmos, la organización se vino a enterar (solo dos semanas antes) que se iba a llevar a cabo una fiesta de graduación también en el Jumbo, justamente el día anterior de ‘Burlesque’. Esto implicaba que la empresa encargada de la producción técnica, ‘Josué Even Top’, con la que inicialmente se había acordado, no disponía del tiempo requerido para montar todos sus equipos.

El cubano Pachalo, director musical de Pasión Caribe, no solo tocó magistralmente la trompeta, sino que mostró otras dos facetas: cantó y bailó. Hasta estrenó una canción, en ritmo de son, que le hizo a Barranquilla, ciudad que la acogió desde que salió de la isla.

En vista de semejante impasse, se decidió contratar a ‘Quick’, compañía que horas antes había hecho la producción de dicha fiesta de graduación, para que no tuvieran necesidad de mover sus equipos y pantallas para ‘Burlesque’. ¡Qué suerte tuvo esta empresa! ¡Hizo moñona! Fue un negocio redondo, y encima de eso exigieron el pago total antes del desarrollo del espectáculo. La presión, sumada a la amenaza de que “si no cancelan, no prendemos ni una luz en el escenario”, terminó de desestabilizar a todos los que hicimos parte de la organización. Gracias a Dios se contó con el equipo de Majo’s, que con su experiencia y profesionalismo pudo sacar adelante el show de manera impecable.

Independientemente, a la lista de egresos se le suman los tiquetes de ida y vuelta a Miami y viáticos (para la artista internacional invitada Albita Rodríguez y tres acompañantes) transporte y presentaciones de los bailarines, músicos, artistas. También entrega de insumos e hidratación en los camerinos, entre muchísimos otros.

El público se levantó de las sillas para bailar al son de los alegres temas de Albita Rodríguez.

Quedó la sensación entonces de que hacer una puesta en escena de este calibre en Barranquilla, que tanto lo necesita, resulta muy muy difícil, casi imposible.

Por eso, espectáculos como Pasión Caribe merecen el decidido apoyo del gobierno y la empresa privada para su sostenibilidad, porque es una plataforma en la que prevalece la cultura de nuestra región, el respeto por nuestras tradiciones y una forma de dignificar al artista.

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