Robert Barraza hoy se dedica a dictar conferencias y charlas para enseñar que somos más de lo que creemos ser y que no existen límites para alcanzar los sueños.

La vida de Robert José Barraza comenzó después de que decidió acabar con su existencia, hecho que se frustró cuando una voz le cuestionó y le dijo que no lo hiciera.

Estaba solo en su habitación, con la radio encendida en la que se sintonizaba una estación que trasmitía la predica de un líder religioso que en el momento en que se disponía a consumir una gran cantidad de pastillas dijo: “¿Qué vas a hacer?, ¡no lo hagas!”

Las palabras de predicador retumbaron en los oídos de Barraza quien turbado por lo que acababa de suceder, reaccionó y corrió a contarles a sus padres lo que estuvo a punto de hacer. A partir de ese momento su vida tomó un rumbo diferente.

“Recuerdo que el predicador decía: ¿por qué no usas esos talentos que Dios te dio para que otras personas encuentren la paz y el amor en su interior? Quedé tan impresionado que me asusté, boté las pastillas y fui al cuarto de mis  papás a contarles lo que pensaba hacer y lo que había pasado”.

Robert se dedica a dictar conferencias y charlas motivacionales y de crecimiento impulsado por una difícil situación que debió a afrontar y que tras superarla adquirió enseñanzas que decidió compartir con otras personas en situaciones similares a las vividas por él.

DIFÍCIL SITUACIÓN

“Fue una situación emocional que viví hace 25 o 27 años cuando inicié un proceso de introspección e interiorización y descubrí que había aspectos de mi vida que debía cambiar. Había experiencias del pasado que debía cambiar o corregir, y en ese descubrimiento me fui interesando por el tema de desarrollo humano”.

Considera que ese ejercicio le enseñó que los seres humanos estamos en constante evolución y que somos un producto sin terminar, que no somos estables y fijos sino que vivimos en una dinámica de movimiento hacia nuevas maneras de ver la vida.

También descubrió que muchas veces no vemos el mundo como es sino como somos, y a partir de ahí comenzó a trabajar esos aspectos de su vida que estaban aún sin resolver.

“Después de eso me preguntaba: ¿y ahora qué hago yo con todo esto, con toda esta información? y es cuando decido compartirlo con personas que de alguna manera estaban viviendo lo mismo que yo viví, y que tuvieran la oportunidad de aprender cómo superarlo”.

Entonces comienza a capacitarse como Coaching, Promoción Neurolingüística (PNL) y otros estudios hasta llegar a la facultad de psicología donde sigue esta carrera que ahora aplica de la mano de la comunicación social para llegar a su público objetivo.

LA CRISIS

En un momento de su vida padeció de trastornos de pánico, aislamiento social, depresión y otras sensaciones que al tocar fondo lo llevaron a tratar de a salirse por el camino del suicidio.

“En ese ejercicio de introspección me di cuenta que tenía creencias irracionales, sesgos cognitivos y experiencias que me habían marcado y dejado huellas en mí, y me di cuenta que había muchos resentimientos y cosas acumuladas que no me permitían ser la versión que yo deseaba, que es básicamente lo que estoy viviendo ahora, haciendo lo que amo, lo que me gusta, contribuyendo con la sociedad y aportando a quien lo necesite para su superación, y decirles ‘aquí estoy, te comprendo’”.

Recuerda que cuando estuvo en esa situación no sabía que estuviera en una crisis o no era consciente de ello, pero además lo que encontraba era personas que le decían que pusiera de su parte y dejara de quejarse tanto.

El intento de ingerir pastillas no fue el único episodio cercano al suicidio en la vida de Robert, pues en medio de sus crisis, asegura que tocó fondo cuando estuvo frente a la ventana del piso 11 de un edificio y tuvo la tentación de lanzarse al vacío.

Manifiesta que Dios siempre ha estado en su vida y que en esos momentos de mayor crisis ha sido su presencia la que lo ha recatado de ese abismo.

 “Cuando escuché la voz en la radio, yo sé, y estoy convencido de que fue Jesús quien me habló, él siempre ha sido mi referente. Y sé que desde ese momento he sido utilizado como un canal para llegarle a las demás personas, y esos episodios de mayor dificultad hoy hacen parte de las herramientas que me han servido para hablarle al público que me escucha”.

NUEVA CARRERA

Al tomar conciencia de que algo no estaba bien comienza a tener terapias con la profesional Haydée Mendiwelso Bendek de la Fundación ‘Descubrámonos’, tiempo durante el cual se enamoró del proceso hasta el punto de trabajar como voluntario, pero después decidió aplicar su experiencia y conocimiento como profesional e ingresa a estudiar psicología.

De esa fundación escuchó por primera vez al día siguiente del suceso con las pastillas cuando en la radio, la misma emisora que había escuchado la noche anterior promovía un evento al que asistió.

“Compartir lo aprendido con los demás fue una decisión voluntaria después de haber superado lo vivido, pero entendí que debía formarme y capacitarme, si bien ya tenía las herramientas de comunicación, tenía que ser muy profesional lo que iba a realizar. Entendí que debía capacitarme y escogí estudiar psicología”. Robert es comunicador social, con especialización en Desarrollo Social y estudiante de séptimo semestre de psicología. Ha realizado estudios de coaching y posee conocimiento y experiencia en el método PNL: programación neurolingüística para ayudar a otras personas a mejorar sus relaciones personales y profesionales, optimizar su desempeño y superar sus miedos, entre otras estrategias.

Es padre de Juan Pablo y Mariana, casado en segundas nupcias con Claudia Herrera quien es madre de Isabella, a quien Robert considera como hija suya.