Empresariales / 5 de septiembre de 2020

Los emprendimientos de seis chicos pilosos

Miredvista.co

Dos pareja de hermanos y una de amigas hablan de los negocios que se inventaron, uno de ellos en el fin de año pasado y los otros durante la cuarentena y de cómo esas actividades hoy les ha cambiado su visión de la vida.

Las hermanas de los sombreros

Fiorela y Valentina Martin Zuluaga

A Valentina Martin Zuluaga, de 19 años, se le dio en el mes de junio por seguirle los impulsos a su hermana Fiorella, de 15, que quería emprender en un negocio que tuviera que ver con la moda. Un hecho la impulsó a ello: quiso comprarse un sombrero de tela pero se lo ofrecieron a un precio alto, y ella se frenó. “Mejor me lo hago yo misma”, dijo.

Y entonces de ahí surgió la idea de buscar con su hermana el molde por internet para luego descargarlo. En una tela de dril que consiguieron cortaron las piezas y la misma Valentina las cosió en una máquina de coser que su abuela les regaló para arreglos menores en la casa. “El sombrero no sirvió, porque me quedó muy estrecho, mal hecho”. Sin embargo, les quedaron las ganas de volverlo a hacer y repitieron los pasos –cortar y coser, pero esta vez en dril strecht– y listo: esta vez la tarea fue un éxito. “Ese sombrero me enorgulleció mucho; lo tengo guardado como un tesoro”, dice Valentina, estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte.

Valentina Martin con uno de sus sombreros.

Así nació Stuff (cosas), un exitoso emprendimiento en el que Fiorella, que cursa 8º. en el Colegio Real y que quiere ser diseñadora de modas, se encarga de pintar y personalizar el sombrero al gusto de los clientes, mientras que Valentina cose, empaca, entrega y cobra. “Nos ha ido muy bien, porque ya hemos hecho 110 sombreros que hemos vendido entre familiares y amigos”, cuenta Valentina. Los de tela lisa los venden a $25 mil y los personalizados a partir de $30 mil. El emprendimiento tiene ya cuenta en Instagram, donde empiezan a crecer los seguidores. Su mamá les ayuda a cortar moldes cuando ellas están enredadas en sus estudios, y su papá, a sacar los costos y las ganancias. “La plata no la tocamo, para reinvertirla. Estamos felices, nos encanta diseñar y coser y soñamos sacar una línea de suéter y jogger y seguir vendiendo cosas, como se llama nuestro emprendimiento”, dice la hermana mayor.

La dulzura de los hermanos Martínez Chegwin

Gabriela y Giancarlo Martínez Chegwin con sus postres.

Gabriela nunca había preparado un postre, ni siquiera le atraía la cocina, pero durante la cuarentena le hizo caso a su mamá y, acompañada de su hermano Giancarlo, de 14 años, se le midió al reto de preparar un postre tres leche. “Quedó extremadamente bien”, dice sonreída y entonces el impulso de su mamá, Eileen Chegwin, se acrecentó. Como se acercaba el Día de las Madres, comenzaron a mandarles pruebas a amigos y familiares. “Nos fue súperbien”, cuenta la estudiante uninorteña.

Postre tres leches

Así surgió G y G Postres, un emprendimiento que ha fortalecido su carta, pues no solo ofrece el tradicional bizcocho de tres leches, sino de arequipe y el flan de tres leches con toppings de durazno, coco y chocolate, además del nuevo Chocomore, un pudín de chocolate con arequipe y coco, cuyos precios oscilan entre los $28 mil y los $40 mil. “Todas nuestras recetas son ideas de mi mamá. Este Chocomore era el que ella le preparaba a mi papá, Carlos Martínez, fallecido hace 6 años”, dice la joven. Para oficializar su negocio, crearon además una cuenta en Instagram que hoy ya tiene 1.400 seguidores gracias al voz a voz.

Gabriela dice que a diario deben preparar postres, bien sea en la noche o por la mañana temprano, para atender los múltiples pedidos que reciben. “Afortunadamente le hicimos caso a mi mamá, porque gracias a estar ocupados no hemos tenido tiempo de aburrirnos durante la cuarentena, estamos felices y, de paso, tenemos unos pesos ahorrados”, dice.

Moda con sello bumangués

María José Pimiento con uno de sus diseños.

Maccafemmes1 es el nombre que dos amigas bumanguesas, María Camila Reyes, de 20 años,  y María José Pimiento (de 23), le pusieron a la propuesta comercial que crearon a finales de 2019 en Bucaramanga, para vender ropa femenina.

Ese fin de año les fue súper bien, pues los crop tops, blusas, camisetas y vestidos que vendían gustaron mucho entre su círculo de amigas, familiares y las clientas que les llegaron a través de redes sociales. María Camila, que se vino para Barranquilla a estudiar en Uninorte, dice que los diseños por lo general son propuestas que ella y su amiga María José le presentan a una diseñadora bumanguesa que se encarga de hacerlos realidad.

“Queríamos tener un negocio propio y arrancamos con el pie derecho, pero llegó la pandemia y las ventas bajaron”, dice. Sin embargo, ahora están en proceso de volver a fortalecerse tanto en Bucaramanga como en Barranquilla, por lo que han decidido capacitarse mucho más en el mundo del marketing digital.

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