Vicente Fernández con su hijo Vicente, el actor Robinson Díaz y la productora Patricia Grisales en el rancho ‘Los 3 Potrillos’.
La actriz y productora recuerda el día que tuvo la oportunidad de conocer, junto con el actor Robinson Díaz, a ‘El charro de Huentitán’ en su casa en México.
El rancho ‘Los 3 potrillos’, Guadalajara, Jalisco (México), donde pasó los mejores momentos con su familia, el cantante Vicente Fernández, cuyos restos, por su voluntad, reposan allí desde el pasado domingo, fue construido en 1980 desde la vez que el intérprete vio algo parecido en un programa norteamericano.
“!Así quiero tener el mío!”, había dicho en una entrevista televisada. Y su deseo se cumplió. Lo llamó ‘Los 3 potrillos’ en honor a Alejandro, Gerardo y Vicente, que nacieron de la unión de ‘El charro de Huentitán’ y su esposa ‘Cuquita’, el amor de su vida.
La propiedad privada, de 500 hectáreas, es considera como un lugar mágico. Es una de las propiedades más impresionantes que se encuentran en el país azteca, tanto así, que se convirtió en una atracción turística.
Miles de visitantes ha recorrido los lugares habilitados para el público, pero muy contados han sido quienes han tenido no solo de conocer sitios privados del rancho (como así llaman en México a una gran extensión con ciertas características), sino pasar varias horas dialogando con don ‘Chente’ y su familia, como lo contó a MiREDvista la colombiana Patricia Grisales, actriz y gran productora teatral.
“Estábamos en una gira por México con la comedia ‘La fiesta del Cabo’, protagonizada por Robinson Díaz, que fue todo un éxito. En una cena conocimos a Vicente Jr. hijo de Vicente Fernández, quien había visto la obra teatral. En medio de la conversación nos comentó que su papá era admirador de Robinson, que le gustaría que él lo conociera, y nos invitó al rancho. Fue emocionante conocer al ídolo de la música ranchera”.
“Llegamos al mediodía y nos fuimos ¡como a las 8 de la noche! Chente nos brindó su tequila, no nos quería dejar ir, nos reímos muchos e hizo que Robinson le hablara como El Cabo. El hijo nos comentó que estaba sorprendido, porque a su papá no le gustaban las visitas que se pasaran de una hora”, recuerda Grisales.
“Almorzamos ahí y en la noche compartimos con don ‘Chente’, su esposa e hijos una cena en el restaurante que queda en el rancho. Fue inolvidable. Cuando me enteré del fallecimiento, lamenté mucho la partida de ese hombre tan cordial y sencillo”, contó Patricia, quien quedó gratamente impactada con la belleza de la propiedad que, según ella, es un “emporio”, tras recorrerla.
Fue tan cariñoso, que aprovechó para enviarle a través de un video-mensaje un saludo con buenos deseos y ofreciéndole a Amparo Grisales, hermana de Patricia.
En el restaurante, que se llama igual que la propiedad, está lleno de fotos del intérprete. Pero además, el rancho cuenta con un salón para eventos sociales, una capilla, donde han sido bautizados varios miembros de la dinastía Fernández, con capacidad para 120 personas; también una sala de estudios, repleta de discos de oro y otros reconocimientos, en la que grabó el álbum Otra vez con su amigo Joan Sebastian. Otros de los atractivos, es la piscina en forma de guitarrón.
‘Chente’ siempre fue amante de los caballos. Era dueño de alrededor de 400 equinos de paso, algunos de los cuales aparecieron en telenovelas y seriados. Por eso en el mismo terreno mandó a construir el campo de rodeo más grande: el Arena Vicente Fernández Gómez con capacidad para 10 mil personas y donde se realizan conciertos y competencias. Allí, donde se han presentados artistas de la talla de Selena Gómez, Katy Perry, fue precisamente el lugar donde estuvo el féretro para que el pueblo le diera el último adiós.
Quien fue considerado por los mexicanos “el último gallo de las rancheras”, comparándolo con cantantes como Javier Solís, Pedro Infante y Jorge Negrete, había dicho en una entrevista televisada que toda su herencia la dejaba en vida. A Gerardo, por ejemplo, le regaló 20 hectáreas del rancho, “porque él fue el que hizo la arena VFG”; a Vicente, que tiene cinco restaurantes, y a Alejandro, dijo que les había dado lo mismo que a los demás.
Entre miembros de la dinastía Fernández, personajes de la cultura mexicana, mariachis, música, una multitud que aplaudía y lloraba, fue llevado el ícono de la ranchera hasta su última morada: en el rancho ‘Los 3 potrillos’, del que siempre vivió orgulloso.