En estos días me pregunto con frecuencia si es que las mujeres todavía no estamos lo suficientemente preparadas para asumir posiciones (trabajos) que exigen mucho conocimiento y manejo del mismo, o si es que por el hecho de ser mujer no se nos perdona absolutamente nada.
Las impecables y crueles redes les han dado duro a las mujeres, o las han explotado visualmente prácticamente desde que se hicieron populares, pero en los últimos meses, tal vez años, esas redes se han enfocado, por lo menos en nuestro país, en ‘destruir’ a cuanta mujer saca la cabeza.
A mí no se me olvida que a la ex vicepresidenta Marta Lucía Ramírez le dieron hasta con el palo por cómo lucía, por cómo se vestía, por su tono de voz, por lo que decía y por lo que callaba.
También le han dado durísimo a Claudia López, la alcaldesa de Bogotá, quien afortunadamente desde siempre se ha preparado para recibir truenos y centellas por sus posiciones políticas y su condición sexual.
En un país en donde la polarización o los extremos son dominantes, es bueno recordar que la primera, pertenece a un partido político de derecha, y la segunda, a un partido político de izquierda. O sea que, aunque la condición política ayuda, no es lo que más pesa al momento de ser implacables contra una fémina.
Las mujeres que el presidente Petro ha elegido para que lo acompañen en su tarea de gobernar no se han escapado a los cuestionamientos de todo tipo, de manera sistemática, inflexible y hasta cruel. De esas críticas no han escapado ni su esposa Verónica Alcocer, a quien le han cuestionado hasta porque le gusta y sabe bailar como buena caribeña, ni a su vicepresidenta, Francia Márquez.
Esas críticas las han sufrido todas las mujeres que lo rodean, aunque hay algunas, como la ministra de Cultura, Patricia Ariza, a las que sólo se le ha ‘cuestionado’ la edad y su perfil profesional: el teatro, dos cosas que verdaderamente a una mujer como ella poco o nada le deben importar. Pero como hay que darle duro, se intentó.
A la que no le han perdonado ni una es a la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez Torres, una mujer de 40 años, filósofa, magister en Estudios culturales, doctora en Geología y geografía política, con aparentemente ningún desempeño en administración pública, sin que haya curtido su cuero en los entramados de la política, la burocracia y las administraciones públicas. Es ambientalista, porque su padre ha sido un grande en el tema, profesor de Francia Márquez, y porque ella misma ha estado muy cerca de las comunidades.
En el escritorio, la mujer está preparada. Seguramente no se las sabe todas, pero sí es la persona que puede aportarle al Presidente y al país en la política de transición energética con la que está comprometido el gobierno.
Personalmente pienso que, si la Ministra supiera expresarse mejor, si tuviera algo más de paciencia y si se rodeara de ‘zorros’” conocedores del tejemaneje político y administrativo, esta mujer podría dar resultados. Eso sí, hay que darle tiempo. En un mes es difícil que un novato pueda demostrar que sí está capacitado y que su programa sí le sirve al país.
Y como la ministra de Minas hay muchas mujeres en todos los campos que, por ser mujer, o por no estar lo «suficientemente preparada para el cargo» que ocupan, según la mirada machista, son blanco de críticas desmedidas. Ojalá las mujeres entendiéramos esto e hiciéramos un bloque de defensa y en contra de este tipo de maltrato.