Nuestra Gente / 9 de abril de 2022

Escribir dejó de ser un reto para mí; ahora es una necesidad: Claudia Martelo

Rosario Borrero

La comunicadora social, periodista, docente y escritora  presentará su segundo libro, ‘Volverse océano’, el próximo 29 de abril en la Feria del Libro de  Bogotá.

Portada del libro ‘Volverse océano’. El diseño es de Manuela Córdoba, de Editorial Escarabajo.

Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo, mira para atrás, para ver su recorrido, para ver las cumbres y las montañas, para ver el largo y sinuoso camino que abrió entre selvas y poblados; y ve frente a sí un océano tan extenso que entrar en él solo puede ser desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera: el río no puede volver, nadie puede volver, volver atrás es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar en el océano. Al entrar, el miedo desaparecerá, porque en ese momento sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino de volverse océano…

Esta bello poema del escritor libanés Khalil Gibran (Yibrán Jalil Yibrán), titulado El mar y el río, resume con acierto lo que ha sido el proceso interior de la comunicadora social, periodista y docente universitaria  Claudia Martelo en su faceta como escritora.

“Empecé a leer poesía y esa metáfora tan linda me inspiró. La gran diferencia es la manera como entres al mar y te transformes. Además tengo muy en cuenta la geografía o el contexto de donde yo vivo, lo que conozco, mi idiosincrasia. Yo crecí en esta ciudad, estudié acá, tuve mis hijos acá, convivo con su gente y su pensamiento. Entonces el río es esa vida que tú recorres y finalmente llegas a ese océano y te transformas. Además de que la metáfora es bellísima está la presencia del agua transformándose. El rio, el mar, esa mujer caribe transformándose, una mujer que está acostumbrada a callar, pero que finalmente esa conversión es su liberación”.

Para Claudia ese océano transformador ha sido la escritura. “A la vez que escribo, voy pensando en todos los sucesos que como mujer he vivido; en el reconocimiento del cuerpo, por ejemplo, entrando en una menopausia con todos esos cambios físicos y mentales, cómo me afectan, cómo los vivo, cómo estos prejuicios -temiendo envejecer- los quiero convertir en algo mucho más positivo. Entonces, esta novela es esa búsqueda de la mujer y es ese encontrarse, amarse y liberarse y seguir dándole la voz a los demás”, precisa.

Por eso dice que para ella escribir pasó de ser un sueño y un reto, a ser hoy una necesidad. “Escribir es el vehículo para dar mi mensaje y volverme un megáfono de mis ideas”, asegura.

TRAYECTORIA

Claudia Martelo nació en Corozal, Sucre, pero desde los cuatro años vino con su familia a vivir en Barranquilla. En esta ciudad se graduó de comunicadora social y periodista en la Universidad Autónoma del Caribe en 1989, por lo cual ingresó ese año al periódico El Heraldo, donde hizo sus prácticas profesionales. Sin embargo, se fue por los caminos de la docencia y por ello hizo una especialización en la enseñanza del inglés en la Universidad del Norte, donde trabajó por 17 años. Además cursó una maestría en la Universidad de Puerto Rico en formación de profesores de lengua extranjera.

Fue docente de pregrado en Uninorte y en convenio con el Ministerio de Educación Nacional participó en la creación de materiales y en proyectos de bilingüismo. En este momento es asesora de la Secretaría de Educación Distrital en ese mismo tema. También hizo radio en Itsa Radio y en Uninorte FM Stereo en programas para el fomento del inglés. Además, dicta talleres de escritura creativa en colegios.

Claudia Martelo

MAMA DEL TRIÁNGULO ROSA

Su debut en el mundo de las letras se dio en 2018, tras la publicación que hizo, de forma independiente, del libro Madres del triángulo rosa, que ella describe como “una memoria de lo que significa ser madre de un hijo diverso, el cual ha servido como libro de consulta de fundaciones y de muchas familias que pasaban por el mismo proceso, por lo que más que un libro, es una misión de vida”.

La publicación de esta obra fue todo un suceso editorial y mediático, pues a la fecha se han vendido casi dos mil ejemplares, sin contar los que han sido donados a fundaciones, y además a nivel nacional e internacional el libro dio de qué hablar en los más importantes medios que reconocieron en la autora su valentía como madre al arropar con su amor y comprensión al hijo que le confesó su homosexualidad, al tiempo que encaraba los estigmas y la doble moral de la sociedad en que se movía.

Con tanto que había escuchado tras la publicación de ese primera obra, eran muchas las historias que le habían quedado en el tintero, por lo que ella consideró que debía volver a enfrentarse al reto de la hoja en blanco. Pero al final no terminó escribiendo de los otros sino sumergiéndose en sí misma. Producto de ese proceso surgió Volverse océano, una novela que Claudia comenzó a escribir en 2020, unos meses después de haber empezado la pandemia, y que hoy tiene en fase de preventa.

La autora en ese momento había hecho un taller de escritura creativa con el Consultorio Literario, de Medellín, pues dice que siempre había tenido esa venita literaria pero que era consciente de que debía perfeccionar, al tiempo que seguía dictando clases en la Universidad del Norte. “Sentía ese impulso por escribir. Había arrancado con una historia de un personaje de ficción, pero me di cuenta que lo mío no me fluía como ficción; la escritura de memoria, esa que es autobiográfica, me fluía mucho. Pero aunque había logrado ganarme entre los lectores esa credibilidad de narradora, yo necesitaba esa formación como de la literatura, lo que llaman la estructura dramática, darle ese vuelco a la literatura”.

«Tienes que mostrarle al lector que estás ahí, y ese es un reto que me ha costado mucho aprender: no solo hacer descripción, sino introspección, pero es algo muy bonito de hacer».

CLAUDIA MARTELO

Fue entonces cuando entró en contacto con el poeta y escritor Eduardo Bechara Navratilova, y comenzaron a hacer unas clínicas literarias. Ella le pidió que le enseñara a escribir, que no había estudiado literatura sino que simplemente narraba, que era periodista y que había muchas escenas que le gustaría describir.  En ese proceso estuvieron año y medio, de manera virtual.

¿QUÉ PASÓ CON CLAUDIA?

Tras la publicación de su primer libro, Claudia Martelo se había convertido como en una especie de enlace entre las fundaciones que la contactaban y las familias diversas. “Había escuchado tantas historias, que me picaban las ganas de volver a publicar, quería contar lo que había leído y en eso ya llevaba como medio libro. Entonces Eduardo me hizo la pregunta: ¿Y quién es Claudia? Gran pregunta. ¿Qué ha pasado con Claudia? ¿Qué pasó en este proceso, qué ocurrió antes en su vida?¿Quién es esa mujer que tenía sus ojos siempre puestos arriba de la sociedad, que creció en una sociedad acartonada, la hija menor, los hombres siempre decidiendo por Claudia… Esas preguntas voltearon por completo mi proyecto…”

Es entonces cuando comienza a narrar otras cosas, pero ya de manera diferente. “Me mandó a leer mucho, por ejemplo, un libro en el que se describía un volcán en cinco páginas. Entonces hice un ejercicio de escritura dramática en la que siempre arrancaba una escena como cuando ves una película, o como cuando armas el set para una foto. Tienes que mostrarle al lector que estás ahí, y ese es un reto que me ha costado mucho aprender: no solo hacer descripción, sino introspección, pero es algo muy bonito de hacer.

Esta autora lanzará esta segunda obra, hecha con la editorial Escarabajo, el próximo 29 de abril en la Feria del Libro de Bogotá, cosa que la tiene feliz. Al día siguiente participará en un conversatorio con la periodista barranquillera Camila Chaín y con la moderación del escritor vallenato Alonso Sánchez Baute, titulado ‘Construyendo familias diversas’. Además, en ese evento presentará otro libro, La carabela es calva, de Daniel Espinosa, obra de la misma editorial.

LITERATURA UNIVERSAL

Claudia Martelo cuenta que, simultáneamente con la escritura del libro, trabajó en el ser, en su ser, mediante una terapia juiciosa y paralela que dice le permitió llevar una vida coherente con lo que estaba escribiendo. “No era solo trabajar con la escritura, sino irme encontrando en un espacio de aceptación, de saber quién soy, qué me gusta, hablar con otros”.

Dice que en esencia su obra es una memoria autobiográfica, tal como lo fue Madres del trángulo rosa. Pero precisa en que si bien el tema de la orientación sexual diversa gravita sobre sus dos libros, la suya no está etiquetada precisamente como literatura queer (la que toma distancia de los patrones de género y sexo).

“Lo que yo hago en realidad es literatura universal. Por eso, preguntaba ayer en un conversatorio, ¿cómo fomentamos la literatura queer en la infancia? Y mi respuesta es no etiquetándola. Es que el mensaje de igualdad va en toda la literatura, en los personajes. Debemos humanizar y enviar esos mensajes de igualdad y de aceptación, que deben ir para todos”, afirma finalmente.

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