Carlos Polo
Columnista / 17 de diciembre de 2022

La bacanería, pretexto para la risa o vacuna para el aburrimiento

Para algunos habitantes de esta bella canica azul la vaina está cada vez más jodida. Me explico, no es ningún secreto que el mundo muestra señales cada vez más claras de estar enfermo, a lo mejor de tristeza, de incertidumbre, de pandemias, de guerras, de ambición, de consumismo, de cambio climático, de caos… En medio de todo este panorama sombrío, de la amenaza de una recesión inminente, ¿qué hacer para convocar a la risa?  

Un barranquillero nato diría “cógela sueva que es balada”, así de bacán, porque en términos generales y en el mejor de los sentidos, los barranquilleros tenemos una propensión innata a ser bacanes y bacanas, quizás como una condición estrechamente ligada al ser Caribe.         

Para un bacán planetario no existe una mejor vacuna para la ‘baja nota’, que pasar esta dura temporada de bacán, me explico, “poetizar la vida. Actuar “a lo bien”, como diría el finado Hugo González, bacán de bacanes. Ser un verdadero bacán no es más que ser, en el sentido más auténtico de la palabra, un vacilador de la vida, un sujeto amable, agradable y sonriente que no se amilana, que celebra la vida con todo y sus claros y oscuros, porque ser bacán no es otra cosa que una filosofía de vida, una elección, una manera de estar en el mundo.

José Daniel Sánchez Pérez, ataviado con un pequeño sombrero a rayas, camisa roja sostenida por un par de cargadores negros, pantalón negro a rayas y zapatos de doble tono blanco y negro, es un personaje popular, que también pertenece a esa especie de singulares personajes que la gente identifica como bacanes.    

Pepe es locutor, químico, y como el viejo tango interpretado por Gardel que dice, del barrio la Mondiola, sos la más rana, el más vivo y te llaman garufa por lo bacán… Pepe es de esos personajes que anticipa su presencia por el olor del perfume que se tira encima y el sonido que producen sus zapatos pisa traquitraquis. La principal característica de la bacanería, de acuerdo con Sánchez, que más que un bacán de esquina luce como un tanguero de arrabal, listo para el quilombo de la noche, es estar siempre alegre.

“Aunque la gente asocie a los bacanes con cierto estilo de vestimenta y eso, cada bacán es distinto. Hay bacanes en toda la ciudad y eso es inherente a nuestra cultura, pero ni se agrupan, ni son todos iguales. Un bacán no se parece a otro”, afirma.

Durante décadas, el bacán ha sido sinónimo de esquina, de barrio popular, de mar, de trópico, de salsa, Soukous y sabor afroantillano. Bacán, de acuerdo con el imaginario colectivo, también es sinónimo de habla rápida y fuerte, de carcajada estruendosa, picó, dicharacherería, amistad, Carnaval, ron, frías, alegría y ser Caribe en esencia.

De acuerdo con Pepe, la palabra bacán puede provenir del genovés antiguo, baccán, así con doble c, que quiere decir hombre del bastón, capitán de barco, líder, padre de familia. El vocablo llegó a Buenos Aires Argentina y entró a la ciudad gracias al tango.  “Esta es una teoría porque también hay personas que sostienen que bacán viene de una palabra compuesta, back –hands, que significa manos atrás, en el tenis, que ve el partido desde afuera y no se preocupa”, explica.

La bacanería es un fenómeno inherente al Caribe. Todos los caribeños somos potencialmente bacanes, algunos más que otros y no es nada raro observar que entre los pelaos de ahora ya se van perfilando nuevos bacanes, porque eso está ya en el ADN del hombre Caribe.

El brillo de los dos sarcillos encajados en sus orejas pareciese destellar mucho más cada dos minutos, cuando su rostro cambia de forma y desde lo más profundo de sus entrañas se genera esa pequeña implosión que se propulsa hacia arriba y culmina en una carcajada franca e incontrolable. El popular Juan Carlos Buggy, arquitecto, artista plástico, musicólogo, y en sus rastros libres bacán de raza pura, dice estar empeñado en desafiar el paso del tiempo y en mamarle gallo a la misma muerte. “Un bacán busca ser forever young”, diceBuggy entre cada impulso para detener la risa.

De acuerdo con Buggy, la bacanería es el arte de burlarse de todo, es el antídoto para el aburrimiento, es lo anti trascendental. Resalta que el bacán no tiene arquetipos establecidos, no obstante, hay muchas coincidencias en su forma de vida, algo que está relacionado con el hombre Caribe. “Para ejercer la bacanería lo menos relevante es la forma de vestir, eso es superficial”.

 En Carnaval la bacanería aflora, se toma la ciudad entera, a todos se les sale lo bacán. La antibacanería es la guerra, el aburrimiento, las masacres, la tristeza, la rigidez y el aburrimiento.  “Ser bacán es un asunto muy serio.  O se es, o no se es”.

 El   médico siquiatra Haroldo Martínez, asegura que ese pequeño invento que primero se gestó en un libro de su autoría, le terminó cambiando la vida.

Desde su consultorio, este salsero y bailador empedernido, sigue convencido que la bacanaería, podría ser la alternativa para alcanzar la tranquilidad. De acuerdo con Martínez, en cada persona habita un bacán. “La bacanería es una emoción que ha acompañado al ser humano durante el desarrollo de su proceso evolutivo y va a estar con nosotros siempre”.

Su afro característico, las camisas coloridas y floreadas, el tambor o la flauta e’ millo, que generalmente lo acompañan, hacen del músico Humberto Pernett, uno de esos bacanes que, de acuerdo con sus propias palabras, viene sembrando a dónde va, la semilla de una filosofía de vida que le vino inscrita en el ADN.

Pernett dice que el planeta está plagado de historias de bacanes que dejaron su huella: “El bacán máximo es Jesucristo, Buda también fue de los más grandes bacanes y eso es porque vivían en un estado de felicidad, de alegría y de paz”.

Por muy complejos y confusos que se presenten los tiempos, el llamado a todos los bacanes y bacanes planetarios es a cultivar, a contagiar a una velocidad imparable, la risa, la alegría, la libertad, la espontaneidad, a gozarse lo más que se pueda este vacilón que es la vida.  

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