Cuando era niño imaginaba las calles del futuro como una suerte de extraño bazar plagado de autos voladores zumbando sobre los postes de energía eléctrica, motocicletas surcando un cielo azul y luminoso, robots autónomos realizando labores domésticas, skaters evitando la telaraña del alambrado público, porque una cosa señores es el futuro y otra es el futuro en Barranquilla, Colombia.
Lejos estaban de mi lenguaje y de mi cabeza las palabras distopía, inteligencia artificial, 5G, redes sociales, Silicon Valley o sociedad digital o de la autoexploración.
Aunque todos o casi todos vimos a Terminator, a Arnold encuero llegar del futuro para acabar con John Connor y destruir de una buena vez la semilla de la resistencia, no fue Sarah Connor, (Linda Hamilton) esa mujer luchona y musculosa, mamá del futuro líder de la resistencia, quien se plantaría frente a los poderosos para mostrar la peligrosidad de una tecnología que amenaza con remplazar la mano de obra por máquinas inteligentes, no señor, fue una Nana la que se paró en pleno 2023 a hablar duro acerca del lado oscuro, o digamos el lado peligroso de la inteligencia artificial.
La discusión ha puesto sobre la mesa una serie de dudas y temores respecto al desarrollo de una tecnología que podría poner en riesgo algunas profesiones u oficios que, si bien requieren de la sensibilidad, de la experiencia sensorial y emotiva, no obstante, hoy por hoy, pueden ser realizados por las máquinas y por algoritmos predictivos.
Por ejemplo, se podría poner sobre el tapete la capacidad de la IA ChatGPT, para sustituir la labor de un periodista que redacta correctamente una serie de datos, de cifras e información dura y pura, tal como lo hacen ya de manera maquinal muchos curtidos del oficio en su duro día día.
Mucho más inquietante resulta procesar que ya hay inteligencias artificiales ganando concursos de fotografía imponiéndose sobre la sensibilidad del ojo humano. El avance inevitable de esta tecnología está llevando a muchos profesionales y artista a preguntarse si su empleo u oficio está en peligro de ser reemplazado por las máquinas.
Fran Descher, La Niñera más hermosa de la pantalla chica, una mujer que enamoró a varias generaciones con su carisma, es hoy, quien tiene reflexionando a la industria más poderosa del espectáculo acerca del papel de las IA en el glamuroso Hollywood, al oponerse férreamente al escaneo de los actores y el uso indiscriminado de sus imágenes sin una justa remuneración.
Aunque la situación parezca como sacada de la más reciente temporada de la serie Black Mirror, la misma que aborda como tópico central de sus tramas, el desarrollo tecnológico y sus posibles implicaciones en la sociedad, es completamente real y es una de las líneas de lucha del Sindicato de Actores de Hollywood.
Perturbador, sí, como de película de ciencia ficción, seguro. La ‘nana’, quien es la actual presidente del sindicato, alzó su voz, asegurando que, si no se plantan justo ahora, todos los actores se van a ver en dificultades porque sus imágenes pueden ser escaneadas y su trabajo reemplazado por la IA.
“Si no nos mantenemos firmes en este momento, todos estaremos en peligro”, señaló Descher.
Hace un par de semanas un colega que imparte talleres de escritura creativa, cuento y poesía, me contó que mandó a realizar una actividad a sus alumnos; se trataba de escribir un texto poético. Resultó que el texto mejor elaborado y más destacado fue realizado por una IA, confesión que su mismo alumno compartió con la clase.
¿Aún no te perturba? Una IA está en la capacidad de desarrollar historias, mejorarlas en términos formales, escribir un guion argumental o documental, poemas, cuentos, relatos, crónicas, novelas policiacas o de ciencia ficción, obras de arte, desarrollar un prototipo para la presentación de noticias, redactar noticias, escribir un libro histórico con los datos adecuados, dictar una clase, convertirse en un tutor personalizado desde un chatbot y muchísimas otras labores más.
Para Bill Gates, la transición va a resultar accidentada y con algunos riesgos, pero es imparable y así como en el pasado, frente a otras innovaciones tecnológicas, como la computadora en las aulas de clases o las calculadoras, los riesgos son “gestionables”.
El empresario que se muestra optimista frente a los vertiginosos cambios, ¡pues obvio, no! ¡Ni más faltaba! Gates es de los que piensa que, si bien la inteligencia artificial podrá realizar algunas labores, la productividad de la sociedad podría aumentar y las personas podrían dedicar su tiempo a otras labores.
Léase bien, que es cuestión de semántica, el reconocido ‘filántropo’, tan ‘querido’ él, habla de “realizar”; en su lenguaje no cabe la palabra reemplazar, que es algo completamente distinto, lo que nos hace inferir que los actores, guionistas, profesores, periodistas, poetas, artistas plásticos, redactores, presentadores, comunicadores, diseñadores, publicistas y un largo etc., bien podrían empezar desde ya a dedicar su tiempo a otras labores…
“Hay muchas razones para pensar que podemos reducir la interrupción de la vida y los medios de subsistencia de las personas”, afirma quien ocupa el cuarto lugar en el ranking de hombres más adinerados del planeta.
La Inteligencia Artificial imita, sigue patrones, códigos, datos, organiza información, desconoce el pensamiento, las emociones, la sensibilidad. La IA sigue moldes, los repite, emula conceptos, más no los racionaliza, procesa hechos predeterminados. Todo en ella es cálculo, control, en palabras del filósofo Byung Chul Han, “carece de la negatividad de la ruptura, que hace que lo verdaderamente nuevo irrumpa”.
Por lo tanto y esta es una conclusión personal, la IA podría llegar a ser una muy buena artesana, más no una artista de verdad, sin ruptura no hay avance, no hay cabida a más posibilidades, a más caminos.
El futuro ya está aquí, y sí, ya hay carros, patinetas y motos voladoras, por lo menos los prototipos, también hay relojes inteligentes que al mejor estilo de Dick Tracy reciben y envían video llamadas, aunque en Barraquilla todavía en algunos sectores los servicios de agua y de energía eléctrica son intermitentes, y en otros todavía se vean vehículos de tracción animal o vacas a la buena de Dios rumeando entre las calles del Mercado y aún se me haga imposible imaginar un servicio de mototaxis voladores…
Sí, el futuro ya está aquí, y muchas de las cosas que simbolizan atraso y subdesarrollo siguen intactas, iguales, inamovibles, y las máquinas no están amenazando a la humanidad con bombas, metralla y armas de destrucción masiva, para eso siguen sobrando los humanos. La IA amenaza con arrebatarnos, a los más ‘pendejos’, el plato de la mesa ¿Por qué será que no me sorprende?