En la Nota / 29 de junio de 2024

Luis Carlos Vega mantiene vivo el legado de su padre como fabricante de acordeones

Luis Carlos Vega en su habitual trabajo: arreglando y montando acordeones.

Miguel Utria

Hace casi 30 años, en el popular barrio El Santuario, al sur de Barranquilla, el patriarca de la familia y sus hijos fundaron esta empresa que tiene reconocimiento a nivel nacional hasta el punto de que el Ministerio de las Culturas les hace encargos.

Casi tres décadas han pasado desde que Domingo Vega Ruiz (q.e.p.d.) y sus hijos, desplazados por la violencia en le Cesar, llegaron a Barranquilla con la fe puesta en sus ganas de trabajar para salir adelante. Su talento y amor por el arte de fabricar acordeones se convirtieron en una verdadera empresa de gran reconocimiento regional y nacional.

Luis Carlos, uno de los 9 hijos de Domingo, heredó de su padre y hermanos mayores la destreza para fabricar las piezas y armar los instrumentos que son del gusto de reconocidos músicos de Colombia y el exterior.

Estos son slgunos de los niños que reciben clases de acordeón y otros instrumentos en la Fundación Social y Cultural Luis Carlos Vega.

Ni Luis Carlos ni sus hermanos estudiaron una carrera relacionada con el arte musical, todo lo que saben lo aprendieron desde pequeños viendo y ayudando a su padre Domingo Rafael, quien también fue empírico en su trabajo de reparación de instrumentos y fabricación de piezas para repuestos de los mismos.

“Mi papá era un hombre versátil, él era ebanista, mecánico, relojero, sabía hacer muchas cosas. En una ocasión, por allá en 1996, Alemania dejó de enviar los repuestos para acordeones a Colombia, y el técnico que había en ese entonces en Valledupar, Ovidio Granados, y otros se quedaron varados y le pidieron a mi papá que les hiciera las piezas para los repuestos, y así ellos pudieron seguir trabajando”, recuerda Luis Carlos.

Relata que cuando su padre adquirió cierto prestigio por ser capaz de hacer cada pieza que se necesitaba para armar un acordeón, Granados le sugirió que se dedicara a fabricarlos, y así comenzó la historia de la familia fabricante de los instrumentos musicales más solicitados en toda la región.

CON LOS GRANDES DE LA MÚSICA

En vida Domingo tuvo la oportunidad de fabricar y reparar instrumentos de reconocidos artistas de la talla de Aníbal Velázquez, Chelito de Castro, Peter Manjarrez, Jean Carlos Centeno, Pangue Maestre y Chiche Martínez

“En ese entonces nosotros estábamos en Mariangola, corregimiento de Valledupar, el negocio allá no prosperaba por causa de la violencia, entonces nos vinimos para Barranquilla y eso fue el ‘boom’, tanto que llegamos a ser los más reconocidos en este arte, y creo que éramos los únicos fabricantes de acordeón en Colombia”, afirma.

Asegura que desde que tiene uso de razón, ya su padre y hermanos mayores trabajaban en la fabricación de piezas y armada de acordeones. El comenzó en el oficio desde la edad de 12 años.

Explicó que en la fabricación de un acordeón hay una parte de ebanistería pues la estructura es hecha a base de triplex, lleva una parte metálica que son latones galvanizados donde van los tapones y botones del acordeón. También se utiliza un material llamado celuloide, y que es importado de China, que lleva el color del instrumento al que hay que hacerle un proceso para ablandarlo y moldearlo porque originalmente es muy rígido.

“Para los botones utilizamos resina, láminas de acero para los pitos o lengüetas, que son los que hacen que suene el acordeón. Aluminio sobre el cual van las lengüetas y un cartón para armar el fuelle, que es la parte que abre y cierra, que lleva antifluidos, y codos de acero en las esquinas”, explica Luis.

Estos son algunos de los instrumentos fabricados por la familia a la espera de los compradores, aunque la mayoría son por encargo.

CON LA FAMOSA MARCA ALEMANA

Un acordeón completamente listo para sonar tarda en estar armado una semana según comenta el fabricante quien trabaja en su taller, ubicado en su casa, con otras cuatro personas. Hay otro cerca de su casa que es dirigido por su hermano Domingo. El taller de Luis está certificada por la marca de acordeones ‘Hohner’, de Alemania que les permite hacer réplicas libremente.

Asegura tener muchos clientes, de hecho considera que casi todos cuantos tienen acordeones en el Colombia lo son, incluyendo los técnicos a quienes les fabrica todos los repuestos necesarios para su trabajo.

 Inclusive el Ministerio de Cultura les ha mandado a fabricar instrumentos para sus programas de dotación en todo el país, y en ese sentido les han hecho solicitudes de 200, 300 y más unidades de dichos instrumentos.

Sus hermanos son Manuel Antonio Vega, quien se encarga de fabricar las lengüetas o pitos, que según Luis es lo más complicado de hacer; y asegura que de los nueve hermanos, solo dos tienen la virtud de reconocer las notas con solo escucharla, y ello lo han aprendido sin haber estudiado carrera alguna. “Yo le fabrico un acordeón, pero no lo sé afinar, eso es una cualidad con la que se nace”

Sus otros hermanos varones son Juan Erasmo, quien se encarga de procesar el cartón para hacer los fuelles y darle el brillo a la celuloide;  Domingo Rafael, quien tiene un taller independiente; José Antonio, también dedicado a la afinación de los instrumentos y Keyner quien se encarga de sistema de  resortes de sistema.

Las tres hermanas que son Lizith y Karen Margarita encargadas de colocar el encintado o adornos de los instrumentos, y Claudia quien elabora las correas y estuches donde van guardados los acordeones.

“Para fabricar un acordeón no hay una carrera o un estudio, eso lo aprendimos mis hermanos y yo al lado de nuestro padre”, afirma Luis.

CON UNA FUNDACIÓN

De la siguiente generación de los Vega, los hijos de Luis, aunque han aprendido el oficio y participan ocasionalmente en el trabajo, están dedicados a sacar adelante sus estudios, y los dos hijos de Manuel Antonio trabajan con su padre en el taller.

“Nosotros le fabricamos un acordeón a quien nos lo encargue, y lo hacemos personalizado, es decir en los colores que el cliente quiera, con sus nombre o con los que ellos quieran que lleve. Cada acordeón tiene un costo de seis millones de pesos”, afirma Luis Carlos.

Enseñar a tocar violín, es uno de los instrumentos que hacen parte de la clases.

Hace seis meses Luis decidió conformar la ‘Fundación Social y Cultural Luis Carlos Vega’ por medio de la cual brinda enseñanza musical a niños de los barrios El Santuario y otros del sector tales como Carrizal, Kenedy y La Sierrita, pero la idea es ampliar la cobertura a otros sectores de la ciudad para beneficiar a más menores.

“La idea de estas clases no es otra que la de mantener a los niños ocupados durante su tiempo de ocio y quitarles la oportunidad de conocer vicios y actividades no apta para ellos”, asegura Luis Carlos. Los niños reciben clases de guitarra, percusión, bajo y acordeón que es el fuerte de ellos. En la actualidad esta escuela de artes musicales tiene 30 niños de seis años de edad en adelante, pero siempre se está en la disposición de que más pequeños acudan a capacitarse. Aunque la fundación no cuenta con sede propia, los menores reciben capacitación en los salones de la sede de la Acción Comunal, y en ocasiones en el patio de la casa de Luis.

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