Siempre me ha gustado ver y apreciar el lado bueno de las cosas. Soy una convencida que todo en la vida tiene dos caras y que de ambas podemos aprender. La quejadera, el pesimismo, y la negatividad no nos llevan a nada.
La pandemia, de la que de alguna manera esperábamos más en cuanto al comportamiento humano, ha dejado, en los colombianos, el deseo o la necesidad de conocer más nuestro país. El turismo local ha crecido permitiendo que muchas personas puedan sobrevivir a la crisis económica, y permitiendo que muchas personas más puedan disfrutar de todo lo bello que tiene Colombia.
Entre el confinamiento y los altos precios del dólar, ha sido el turismo uno de los elementos “más favorecidos” en los últimos años. Y el turismo local, además de ser un gran dinamizador de la economía, es la oportunidad de conocer y por ende querer este hermoso país en donde hemos tenido el privilegio de nacer.
Lo mejor del turismo es que tiene múltiples posibilidades: turismo gastronómico, donde países como Perú han sustentado en gran medida su economía; turismo cultural que, a ciudades como Rio de Janeiro, Barranquilla, Pasto, por sólo señalar las más cercanas, les representa grandes ganancias; el turismo de sol y playas, donde el Caribe y el Pacífico podrían ser potencias mundiales; turismo de salud; turismo de convenciones y eventos; turismo contemplativo, de avistamiento de aves, de aventuras, en fin, mil posibilidades para salir de casa y recorrer el mundo.
La diversidad geográfica de Colombia: dos mares, tres cordilleras, llanos y llanuras, desiertos y selvas, con sus distintas temperaturas, culturas y posibilidades, hacen de nuestro país, un diamante en bruto que tiene que aprovechar lo que la pandemia nos señaló y crear una verdadera política que fomente, apoye, promocione el turismo local y lo venda al mundo que puede pagar en dólares o euros, dinamizando nuestra economía.
Y el turismo como tal, además, tiene una gran cadena, una variedad de componentes, de personas de todos los niveles.
Sostenibilidad, gobernanza, accesibilidad, innovación y tecnología son aspectos a tener en cuenta en este crecimiento que debe darse en el tema turístico del país.
De acuerdo con un informe reciente del DANE, durante el primer semestre de este año, el Producto Interno Bruto registró un crecimiento del 8.5% jalonado básicamente por el turismo.
La Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo, basada en datos de Migración Colombia, calcula que en el primer semestre de 2022 entraron 1.529.148 visitantes extranjeros, lo que significa una recuperación del 77 % frente a los registros de los mismos meses de 2019, cuando ingresaron 1.982.206.
Más de 9 billones de pesos movió el turismo local en el 2021, una cifra nada despreciable que cobija a personas o empresas que trabajan en transporte hasta hotelería, pasando restaurantes, centros comerciales, sitios de interés.
Cifras y datos sobre lo que representa el turismo en nuestro país son abundantes. Igual se aprecia en las redes cuando con orgullo mostramos lugares maravillosos, pequeños ecohoteles, zonas de gran verdor, playas escondidas, caminos con historia, edificaciones mágicas. Colombia está rica de sitios por descubrir, de experiencias por vivir. Y los gobiernos, nacionales y locales, no pueden olvidar que la naturaleza nos ha dado todo y que nosotros tenemos que aprender a cuidarlos, a explotarlos responsablemente.
Por todo esto y mucho más, no podemos desechar ese regalo que la pandemia nos dejó.