Wilson García
Columnista / 5 de junio de 2021

República revuelta

Hacer teatro en medio de un problema global de salud, de la desarmonía social y política que vivimos y con todas las circunstancias adversas que representa la inestabilidad de la profesión artística en “c”olombia, es toda una proeza de inimaginable magnitud para el espectador y de lejana sensibilidad para los gobernantes. Esta misma proeza también la afrontan las micro y pequeñas empresas que según cifras del Dane, representan más de 90% del sector productivo nacional y generan el 35% del PIB y el 80% del empleo. ¿Qué o quién nos ha puesto en tan difícil situación de supervivencia en este último año y medio? cada uno de los afectados tenemos una causa particular, pero todos los afectados tenemos una causa común: “la República” en la que vivimos; que no es propiamente la del ideal griego de Platón que se centraba en los diálogos y la construcción de pensamientos colectivos en función de la belleza del ser humano y la calidad de vida como bien común.

En nuestra república revuelta de plurales culturas, vivimos con la necesidad del sustento diario, y cual «revueltería» de barrio hacemos parte de la multiplicidad de frutas, verduras y hortalizas, de diferentes colores, olores y sabores; así veo a todos los que habitamos esta tierra en la que aun no logramos convivir respetando entre nosotros el “juntos, pero no revueltos”. Aún no alcanzamos el ideal de poder ser cada uno un individuo con libertades universales en medio de una pluralidad de caracteres y pensamientos. No hemos sabido leer ni comprender críticamente la necesidad del otro, y sigue superponiéndose ciegamente la ambición extrema por encima del derecho universal de la vida. El teatro no es una expresión individualista y egoísta, se hace respetando y contando con la capacidad, el valor y los talentos de cada uno de los convocados a hacerlo, sería ideal que así se construyera un país.

En la educación colombiana inculcan el pensamiento crítico, pero cuando el individuo integra la vida social esta capacidad de análisis critica desaparece y se instalan distintas ambiciones personales según la oportunidad… aparecen la codicia por los bienes del otro, la aspiración por el puesto del otro, el afán por tener lo del otro y tener más que los demás, la pretensión de ser mejor que el otro, el ansia de tener un lugar social con un título de reconocimiento para sentirse más importante que los demás, la avidez de imponer una ideología única verdadera, la avaricia de ser grupo económico hegemónico, la megalomanía de ser poderoso a pesar de la mala calidad de vida de los demás, el anhelo incontrolable de figurar, aparentar, exhibir, exigir, ordenar, y hacer parte de una sociedad “de bien”.

Yo y varios de mis cercanos hemos sentido toda esta opresión de ideologías desencontradas en un país desentendido. De ese atosigamiento permanente en el que vivimos, brotan peguntas sin respuestas, por eso las expreso por medio del teatro que hago y las busco en el teatro que veo, con la ilusión de sentir que lo hago por el entendimiento colectivo, desde la consideración del dolor del otro y desde la ilusión de que logremos comprensión y consenso dentro de nuestros disensos, esperando que ya no se escuche más esa expresión aterradora “Si no lo hace, lo mato”, ojalá desaparezca ese pensamiento instalado en el territorio, que justifica desatinadas actitudes de imposición violenta por encima de las necesidades de los demás.

    En el año 89 en la ciudad de Medellín todos estuvimos expuestos a escenarios de violencia y fuimos carne de cañón para el narcotráfico, yo fui víctima de un intento de asesinato a causa de una confusión por haber participado como actor en el rodaje de una película para un programa de Inravisión que se llamaba Cine en Televisión, que resultó ser producida por dineros de la mafia de ese entonces y sus productores fueron encarcelados, varios de los artistas que participamos fuimos intimidados acusándonos falsamente de chivatos, lo que hizo que le tomara miedo a Medellín y huyera de esa sociedad para salvar mi vida. Ese hecho hizo que montara el Performance VIDA, (que puedes ver en este enlace https://youtu.be/TKUudSuNcrM) y escribiera el siguiente texto:

“Esa era mi vida”

Este dolor que hoy siento,

esta existencia que pierdo

y la vida misma de los seres terrenos que hoy no entiendo.

No entiendo, no los entiendo, no me entiendo.

No sé de que me acusan, no sé por qué me asedian.

Yo vivo la vida. La vida que me fue prestada.

Yo vivo la vida que hoy un intruso quiere arrebatarme.

El latir galopante de mis nervios me invade,

el desdeje y desmembre de mi ánimo y mi cuerpo me ruñe.

Yo veo,

yo oigo,

yo huelo,

yo gusto,

yo siento…

Pero otro no quiere

que vea,

ni oiga,

ni huela,

ni guste,

ni sienta.   

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