Lo último / 19 de marzo de 2022

“Siento culpa de no estar luchando con mis compatriotas”, dice ucraniana desde EEUU

La ucraniana Polina Pekarskaya es cuidadora de perros. Aquí con algunas de sus mascotas en su apartamento en New Jersey, donde reside actualmente.

Zoraida Noriega

Polina Pekarskaya, nacida en Odessa hace 35 años, cuenta porqué siendo niña abandonó su país, y dice que siente impotencia y dolor de patria ante la invsión rusa.

Polina Pekarskaya es una ucraniana que reside en Estados Unidos, cuando apenas tenía casi seis años de edad, gracias a la decisión que tomaron sus padres judíos, de emigrar en busca de una vida mejor.

Detrás de esta sonrisa, hay dolor y rabia por la guerra rusa contra su país.

Hoy, a sus 35 años, aún soltera, pero muy enamorada,  y pese a la distancia, siente dolor, rabia e impotencia de ver cómo los rusos están invadiendo y destruyendo su país, en especial Odessa, donde nació y guarda los mejores recuerdos de su niñez.

“Extraño nadar en el Mar Negro y jugar en la Escalera Potemkin. Son tantos los días memorables que pasé con mi familia y mis vecinos, que sería difícil enumerar. Vivíamos allí en comunidad, bañándonos en las aguas de ese bello mar y haciendo castillos de arena en la playa en un día cálido y soleado, porque en ese tiempo había una sensación de normalidad”, contó a MiREDvista en exclusiva desde Nueva York, donde trabaja como paseadora de perros, cuida los canes y también tiene un negocio en línea.

Odessa es una ciudad portuaria a orillas del Mar Negro, en el sur de Ucrania,  con más de 1 millón de habitantes, célebre por sus playas y su histórica arquitectura como la famosa Escalera Potemkin, uno de los símbolos de la ciudad  que conecta el casco viejo con la zona portuaria. Fue inmortalizada en la película ‘El acorazado Potemkin’, filmada en 1925  en una de cuyas escenas se ve a un pueblo despavorido que huye por los escalones de las tropas cosacas del zar que disparaba a quemarropa.

La bella ciudad de Odessa está ubicada al suroeste de Ucrania, en la costa norte del Mar Negro.
Así está Odessa, llamada también ‘La perla del Mar Negro’, llena de barricadas. Al fondo, el Teatro Académico Nacional de Ópera y Baññet.

“¿Qué por qué decidí radicarme en Estados Unidos? Porque es una tierra de oportunidades. No me arrepiento. Estoy muy agradecida con mis padres por haber tomado esa decisión. Mi padre reside también en EEUU y mi madre falleció en 2009. Nos vinimos para Norteamérica porque la vitalidad y el crisol de cada cultura en la que puedas pensar me atrae de una manera que no se puede describir. ¿En qué otro lugar del mundo ves esto? En ese entonces había tanta opresión, que Ucrania  todavía prosperaba pese a lo que ha venido sufriendo desde la Segunda Guerra; nuestro país solo había obtenido su independencia el 24 de agosto de 1991. Se sabía que los judíos no eran queridos en absoluto. Realmente creo que mis padres estaban hartos de todo por lo que pasaron y, aunque Ucrania era un país libre, la necesidad de escapar era abrumadora. Entonces, cuando nuestras visas fueron aprobadas y mi abuelo nos estaba patrocinando, la decisión fue abandonar el país”.

Esta foto evidencia el amor que siente Polina por sus canes.

Polina  no oculta su orgullo de haber nacido en Odessa, que es conocida como ‘La perla del Mar Negro’, dice sentir mucho dolor por las vidas que se pierden y se siguen perdiendo, pero sobre todo, mucho enojo hacia Rusia que está invadiendo su país con crueldad.

“Me duele que haya sido bombardeada, pese que mis compatriotas se han puesto manos a la obra para salvaguardar su patrimonio cultural, por sus monumentos icónicos. Odessa fue considerada una vez como la joya de la corona del imperio ruso y un puesto comercial clave para la Unión Soviética”.

La Escalera Potemkin, inmortalizada en la película «El acorazado Potemkin», fue uno de los sitios preferidos de Polina cuando jugaba en su niñez.

Jamás ha empuñado un arma, pero dice que si hubiera estado en su nación, sin pensarlo dos veces y como muchas mujeres, se hubiera unido al ejército civil para combatir contra el enemigo. “Siento culpa por no estar luchando allí, pero también me siento orgullosa de mi gente increíblemente valiente que literalmente lucha y no renuncia a lo que nos pertenece por derecho”.

“Mis pensamientos y mi corazón están con mis compatriotas, la mejor forma en que puedo ayudar más, es enviando suministros, ropa y donaciones económicas al país como ya lo estoy haciendo. Siempre quise volver para rememorar bellos momentos, para pero por mis compromisos laborales no he podido”.

Contó que hasta hace poco, su  prima Hannah, su esposo y su hija de 3 años vivían en Odessa, pero que “por un  milagro lograron salir de Ucrania ya que los hombres de 18 a 60 años no podían irse. He estado hablando todos los días con ellos comentándome sobre su viaje hacia Polonia, donde tratarán de obtener una visa para Israel”.

Mientras su prima Hannah sigue en su larga travesía, Polina dice que se ha venido contactando con unos amigos que viven en Israel para que los ayuden a conocer otras personas que los acoja, o por lo menos, a conseguirles trabajo. “Yo los estoy ayudando económicamente”, confiesa ; pero su preocupación  por lo que está sucediendo en Ucrania sigue latente, porque allá tiene otros primos y tíos que continúan en la lucha contra los invasores rusos.

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