Juan Alejandro Tapia
Columnista / 19 de octubre de 2024

Sofía

No es por aguar la fiesta, pero en medio de la euforia por la victoria de la Selección Colombia en las eliminatorias, los nuevos conciertos de Shakira en Bogotá y Barranquilla y el comienzo de la COP16 en Cali, que debe mostrarle al mundo la riqueza de la biodiversidad en el país, el asesinato de la niña Sofía Delgado Zúñiga, de 12 años, comprueba una vez más el fracaso de nuestra sociedad, como lo dijo la defensora nacional del pueblo, Iris Marín Ortiz. Un país que no cuida a sus niños y es capaz de seguir su vida como si nada después de un caso como este, tiene bien merecido su destino de muerte y autodestrucción.

Tras el hallazgo del cuerpo de Sofía en un cañaduzal del municipio de Candelaria, Valle del Cauca, la gobernadora de ese departamento, Dilian Francisca Toro, pidió reabrir el debate sobre la cadena perpetua en Colombia para violadores y asesinos de niños. Sin embargo, el verdadero debate es a nuestro sistema judicial: Brayan Campo, el confeso homicida de Sofía, estaba libre por vencimiento de términos en un proceso por acto sexual abusivo contra menor de 14 años. Desde 2018, el expediente no se mueve en la justicia, y por eso este depredador, este monstruo, volvió a hacer de las suyas.

¿Por qué tardó tanto la Policía en esclarecer el caso?, es el otro gran interrogante. Sofía desapareció el 29 de septiembre cuando caminaba de la casa de su abuela a la de sus padres. En el trayecto, según han sido reconstruidos sus movimientos por las autoridades, se detuvo en la veterinaria de Brayan Campo a comprar un champú para bañar a su perra. Hay cámaras de vigilancia que muestran a Sofía en su recorrido por el pueblo. Villa Gorgona es un corregimiento de Candelaria donde todos se conocen. Diecinueve días para dar con el culpable y esclarecer lo sucedido parece mucho tiempo.

Cristian Delgado, el padre de Sofía, dijo a la prensa que todos los días pasaban frente a la veterinaria de Campo, aunque nunca tuvieron cercanía con él. Pero existe un hecho más alarmante que pone en tela de juicio la  capacidad de los investigadores: Campo había intentado raptar a otra menor apenas unos días antes de que Sofía cayera en sus garras, pero esta pudo escabullírsele. Ese antecedente tampoco fue suficiente para que las autoridades actuaran con más prontitud.

Hace ocho años, en diciembre de 2016, el país se estremeció con un hecho similar: el asesinato de la niña Yuliana Samboní en Bogotá. Esta semana volvió a pasar. Las cifras de Medicina Legal dan cuenta de 375 menores de edad asesinados en lo que va del año en Colombia. ¿Qué estamos haciendo para que la historia de Sofía no se repita? Nada.

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