Juan Alejandro Tapia
Columnista / 20 de julio de 2024

Superhéroe americano

¿Qué pasa por la mente de un hombre al que una bala disparada por un francotirador acaba de herirlo en una oreja y dos mastodontes del Servicio Secreto le caen encima para salvarle la vida? En los segundos que permaneció en el suelo, aplastado, mientras todo era confusión a su lado, está el verdadero Donald Trump, ese que se esconde detrás de la ira y las mentiras, y al que la clase política de su país no ha dejado de menospreciar desde que obtuvo la candidatura del partido Republicano para enfrentar a Hillary Clinton en el ya muy lejano 2016.

Si en aquella ocasión la victoria de Trump sorprendió al mundo por su discurso xenófobo y antisistema dirigido a los estadounidenses blancos descontentos con la política tradicional, ahora se apresta a darle una paliza a su rival, el presidente Joe Biden, con los mismos argumentos.

Mientras Biden, de 81 años, da muestras incontrovertibles de la pérdida acelerada de su capacidad de retentiva y de engranar ideas, Trump, de 78, fue capaz de reponerse al susto y el desconcierto tras el atentado y planear en esos segundos posteriores, agachado, herido y despeinado, una estrategia efectista como la de levantar un puño al cielo en señal de victoria e invitar a sus seguidores a luchar por el triunfo en las presidenciales del 5 de noviembre.

Trump es el tipo de hombre que millones en su país y fuera de este desearían ser, y él ha sabido aprovecharlo con fines electorales. No todos anhelan la vida de Obama o Biden, con su comportamiento intachable y su familia modelo, hay quienes prefieren los excesos del magnate: lujo, carisma, desfachatez y una mujer hermosa y silenciosa a la que incluso poder engañar con una actriz porno sin que el matrimonio peligre. A ese listado de ‘virtudes’, el fallido intento de asesinato del 13 de julio en Pensilvania sumó otra: poderes sobrenaturales.

Evan Vucci, reportero gráfico de The Associated Press, no solo puso en bandeja de plata la presidencia de Estados Unidos al republicano con la ya icónica fotografía de la cara ensangrentada y el puño en alto -custodiado por los agentes que lo sacan del mitín mientras flamea sobre él la bandera de las barras y las estrellas-, también lo convirtió en héroe. La foto, que desde el primer minuto le dio la vuelta al mundo y que sobresale no solo por el oportunismo noticioso sino por su composición y encuadre, es el póster oficial de Trump, y, en política, una imagen vale más que mil palabras.

De ahora hasta el día de las elecciones, la campaña demócrata, con Biden o sin él, no enfrentará a un mentiroso profesional ni al presidente que en 2020 animó a sus seguidores a sublevarse contra el resultado de las elecciones, sino al último superhéroe americano, y es muy poco probable que con cifras y un plan de gobierno sensato logren derrotarlo. Si algo tiene el pueblo estadounidense es su pasión por las historias de hombres que repelen las balas y no le temen a la muerte. Para vencer a Trump es necesario un mejor afiche, y a cuatro meses de la cita en las urnas parece imposible conseguirlo.

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