Patricia Escobar
Columnista / 7 de octubre de 2023

Vergüenzas electorales

Colombia es Macondo, donde hasta lo más impensable puede suceder, y esto se está demostrando con creces en estos días cuando estamos ad portas de unas elecciones trascendentales para el país. Las elecciones regionales son tan o más importantes, a mi juicio, que las elecciones presidenciales y parlamentarias.

El destino de una pequeña o gran población del territorio colombiano, de una ciudad grande o pequeña, y de un departamento está en las decisiones que tomen o dejen de tomar concejales, diputados, alcaldes y gobernadores. Cierto es que este es un país centralista donde las más grandes y trascendentales decisiones dependen de lo que se decida en la capital, pero cierto también es que si en las regiones no hay dirigentes comprometidos, honestos, trabajadores, hasta los recursos del orden nacional se pierden en el camino o nunca llegan porque no hay gestión, porque no hay presión, porque no hay seguimiento.

En este debate electoral lleno de falsas noticias, de noticias sorprendentes como la de un alcalde que renuncia para hacerle campaña al candidato a sucederlo, donde se falsifican y manipulan encuestas, donde se levantan alarmas, unas reales y otras imaginarias sobre posibles amenazas y atentados, donde se matan candidatos y los debates sobre propuestas se convierten en una pelea de comadres que se sacan trapitos al sol sin pruebas y no se lanzan propuestas realizables, es muy pero muy difícil que un elector se tome el tiempo para analizar a los aspirantes, estudiar sus propuestas, si es que las publican, averiguar sobre sus antecedentes y amistades.

El Concejo de Barranquilla tiene 21 miembros y para esos puestos están aspirando 191 hombres y mujeres de todos los partidos, de todas las condiciones. Algunos aspiran a repetir, otros a volver y unos, aspiran por primera vez. ¿Quién tiene el tiempo y la disposición para saber quiénes son las personas que desean representarlos en el órgano decisorio de la ciudad? 126 personas, la mayoría de Barranquilla, aspiran a convertirse en asambleístas, en una corporación que solo tiene 14 puestos.

Afortunadamente para la Alcaldía y la Gobernación, los candidatos son menos, se han hecho más visibles, son más fáciles de identificar y más fáciles de “estudiar”.

Hay que votar, hay que elegir, pero hay que hacerlo con conciencia, con honestidad, con libertad. Y hay que ser coherentes: alcaldes y gobernadores dependen, de alguna manera, de los Concejos -que coadministran- y de las asambleas, por ello hay que intentar elegir a los mejores, a los más honestos, a los mejor preparados.

No es fácil lograr elegir a los mejores en un Macondo irracional, que sobrevive en un país polarizado, con medios de comunicación que no conocen la objetividad, con medios alternativos que en muchos casos son cloacas y con personajes que se disfrazan de ovejas con tal de conquistar incautos.

Hay que hacer el esfuerzo. Barranquilla y el Atlántico han avanzado muchísimo. Tienen problemas, y graves, hay mentiras y muchas, pero cuando uno realmente recorre la ciudad y el departamento y tiene la oportunidad de compararlos con otras ciudades y regiones, la realidad salta a la vista. Hemos mejorado, hemos crecido, los habitantes nos sentimos más orgullosos y felices, somos menos irracionales cuando debatimos. Nos merecemos una gran ciudad y un hermoso departamento. Hay que votar y votar bien para no sufrir con las vergüenzas electorales.

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