Finalmente se va el 2021, un año difícil para muchos ciudadanos en el mundo que recibirán el 2022 con mucha esperanza. Foto Freepik.
En países como China las casas son decoradas con farolitos y lazos rojos, mientras que en Filipinas acostumbran a vestir ropa en telas de lunares.
Los colombianos tenemos por tradición en la noche del 31 de diciembre vestir alguna prenda amarilla, comer 12 uvas y pasear con una maleta por el barrio porque son sinónimo de abundancia, buena suerte y de viajes en el año que comienza.
Eso sí, que no falten manjares como pernil, pavo, pasteles o hayacas alrededor de la mesa en la que toda la familia comparte para darle la bienvenida al Año Nuevo al ritmo de buena música.
En otros países también hay celebraciones curiosas que van desde batallas de agua hasta lanzar objetos viejos por la ventana.
Uno de los ritos para atraer la prosperidad y la buena suerte es que las mujeres luzcan ropa confeccionada en telas de lunares, pero además, llevan monedas en sus bolsillos que hacen sonar para que tengan buena salud y que no falte el dinero en los próximos doce meses.
Es además de las naciones con las fiestas más largas teniendo en cuenta qe desde septiembre comienzan las celebraciones en todas las ciudades, sobre todo en Manila, su capital.
Una de las tradiciones más arraigadas es decorar con un farolito circular que ellos llaman parol y que cuelgan en las puertas de sus casas y las calles. En su interior lleva la estrella que guió a los Reyes Magos hasta Belén.
A diferencia de otros países como Colombia o España donde comen uvas a la medianoche de 31 de diciembre, en Italia consumen lentejas porque dicen que son sinónimo de buena suerte y abundancia.
En esta nación europea la tradicional cena (cenone)comparten con pasta rellena cocida en caldo de capón, espaguetis con almejas, anguilas, verduras y turrón.
Uno de los ritos que no puede faltar para la buena suerte en el nuevo año es arrojar objetos viejos por las ventanas.
El 31, y no el 24, los niños reciben la visita de Papá Noel que les trae los regalos de Navidad.
A las 12 de la medianoche, cuando comienza el Año Nuevo, comienzan a repicar 108 veces los templos japoneses, con los que según la tradición del Buda, son purificados 108 deseos mundanos.
Luego brindan con amazake, un licor caliente muy apropiado para el frío que hace en este final de año y luego cenan fideos de trigo soba, plato tradicional que es símbolo de prosperidad.
Por lo general toman el 31 para pagar cuentas, limpiar sus casas para sacar las malas energías y renovar el ajuar que usarán en el año que viene.
Las entradas de las viviendas se decoran con el tradiconal Kadomatsu, un arreglo elaborado cañas de bambú y pino para recibir a los dioses de la buena suerte y cosecha así como algunos espíritus ancestrales.
Para los japoneses el 31 de diciembre es la celebración más importante del año que además lo toman para hacer balances de los 365 días que terminan y expresar gratitud por lo positivo que haya sido.
Además de comer las 12 uvas a la medianoche con cada una de las cuales se pide un deseo por los meses venideros, en Puerto Rico se acostumbra a arojar baldes de agua por ventanas y puertas como símbolo de limpieza para dejar atrás lo negativo que pudieron vivir.
Varias generaciones han crecido declamando el poema de » El Brindis del Bohemio cuando suenen las 12 campanadas.
El bohemio calló; ningún acento // profanó el sentimiento // nacido del dolor y la ternura, // y pareció que sobre aquel ambiente // flotaba inmensamente // un poema de amor y de amargura».
La llamada Isla del Encanto también celebran con exquisitos manjares típicos de su gastronomía como lechón asado, arroz con gandules, pasteles, ensalada de papas o coditos y postres como tembleque o arroz con dulce.
A lo largo de la temporada decembirina se sigue una costumbre muy arraigada, que son los llamados «asaltos» en la que familiares y vecinos con amigos o familiares con cuatro (guitarra típica del país), maracas y güiro salen por las calles a sorprender a vecinos en sus casas.
Ábreme la puerta, ábreme la puerta, que estoy en la calle, y dirá la gente, que esto es un desaire.
Según la tradición el dueño de la casa asaltada abre la puerta e invita a los parranderos a entrar y luego se une al grupo para seguir asaltando otras casas en donde no faltan la buena comida, el licor y la música.