Dos niños divirtiéndose con juegos durante el confinamiento (Foto: Kai Forsterling)
Volver, después de un largo encierro, no será nada fácil. Tres expertos psicólogos nos dicen cómo ven el panorama.
Trato de imaginar que pasará en 60, 90 o 100 días más, o cuando las autoridades del país autoricen la salida porque se acabó la cuarentena que, a estas alturas del paseo, para muchos, ya completa más de 100 días.
Imagino a los más pequeños corriendo como locos a abrazar a sus abuelos, tíos o amiguitos… Imagino a personas mayores caminando con temor, mirando de lado a lado, con desconfianza y temor… Y confieso que no alcanzo a imaginar la actitud de los jóvenes, muchos de los cuales, no han tomado en serio lo que se ha llamado aislamiento social.
Si el ser humano es por naturaleza un ser sociable que necesita de otros, aislarse, aunque sea por cuidar la salud física, puede ser tan perjudicial y dañino como la misma causa que origina el encierro, en este caso, contener la expansión del Covid 19.
Para algunos, éste debe ser un tiempo para la conversación, para escuchar sin prisa. Pero lo que vemos en calles y canchas en Barranquilla, ha dado pie a una caracterización de irresponsabilidad o de rebeldía.
Adicionalmente, parece ser evidente que la ansiedad, el bajo estado de ánimo, el estrés, el miedo, la frustración y el aburrimiento ya han comenzado a sentirse en nuestra población, que culturalmente es alegre, abierta, amante de compartir en las terrazas, calles, o espacios al aire libre.
Los psicólogos clínicos han anotado, de diversas maneras, los efectos del confinamiento y el distanciamiento social sobre los seres humanos.
Para el doctor en Psicología perteneciente al Grupo de Investigación en Desarrollo Humano de la Universidad del Norte, Camilo Madariaga Orozco, en el caso de Barranquilla, cuyas cifras negativas se han disparado con el número de contagiados y fallecidos, esos efectos sobre la salud mental también se reflejan en los comportamientos sociales del ciudadano barranquillero en general.
“Hay que buscar inicialmente las causas en factores estructurales que aquejan a la ciudad desde hace largos rato. El alto porcentaje de trabajo informal, la carencia de una política sobre cultura ciudadana y el pésimo manejo de la crisis por la Alcaldía y la Gobernación son factores que se han confabulado para tenernos en primer lugar a nivel de país, con los negativos datos que ya todos conocemos y que parecen aumentar día a día”, asegura.
En eso coincide Alberto De Castro, PhD en Psicología y Decano de la División de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad del Norte, quien afirma que “nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, nuestra historia y nuestra situación económica, donde el 70% de la población es pobre, ha encontrado que lo único que los hace sentir parte de un grupo, vivos y felices, es salir aunque sea al bordillo de la casa, y por eso, encierros tan prolongados ya comienzan a hacer mella”.
Y el encierro para ambos especialistas ha evidenciado un aumento en los trastornos de ansiedad, que a la larga puede convertirse en una tristeza crónica que se puede convertir en depresión. “La ansiedad y la depresión juntas pueden llevar a un suicidio. Esos tres trastornos: ansiedad, depresión y suicidio “casualmente” se han incrementado. Los de ansiedad triplicado y los de depresión cuadriplicado”, dice De Castro.
Para la doctora en Psicología Soraya Lewis Harb, expertta en problemas de aprendizaje, los efectos de este encierro para los niños pueden tener un lado positivo, en una familia funcional donde puede ser visto como una oportunidad que fortalece la salud mental ya que, el afecto es muy importante para la misma, pero en lo negativo se enfrentan miedos que son reales, que se viven intensamente. El no poder predecir lo que va a pasar produce ansiedad y mucha angustia y a veces lidiar con eso resulta ser muy difícil lo que inestabilidad mental y emocionalmente. Para tolerar el encierro hay que tener un plan diario para poderlo sobrellevar
La especialista cree que tendremos niños posiblemente muy asustados, muy dependientes emocionalmente y un poco menos autónomos si durante el encierro no se fortalecieron y entrenaron para ello. Pero, es posible que también tengamos unos niños resilientes frente a la adversidad, si la afrontaron como debería ser. Explicarles la realidad de acuerdo a la capacidad que tiene cada uno para manejarla, ayudaría a que frente a nuevas situaciones las afronten mucho mejor”.
Para los especialistas en salud mental, es importante no dejarnos derrumbar en estos tiempos, y apropiarnos de los “bueno” que podrían tener la experiencia de nuevos aprendizajes, de reencontrarnos y compartir, de escuchar sin prisas, de leer, de los juegos creativos, de las conexiones así sean virtuales.
Entre tanto, según Madariaga Orozco, “los gobernantes deberían focalizar sus programas y acciones: recurrir a líderes que le proporcionen identidad a quien recibe las orientaciones, masificar las ayudas y disminuir la estigmatización que aumenta cada día, sobre el perverso manejo de las EPS, para que se recupere algo de confianza en la institucionalidad que hoy es casi cero”.
Lo cierto es que, cuando todos podamos volver a la calle, las cosas serán distintas y nosotros también.