Sofía Osío Luna con su uniforme de soldado hace 5 años cuando prestó el servicio militar en Israel. En la otra foto, luciendo la corona como la más bella de Colombia.
La barranquillera recién elegida Señorita Colombia, que profesa el judaísmo al igual que sus padres, es una joven de armas tomar. Contó a MiREDVista que el haber sido soldado y aprender a manejar un fusil ha sido una de sus mejores experiencias.
Sofía Osío Luna, la reina judía de 22 años que venció su inseguridad a través del modelaje, oficio que le sirvió de plataforma para caminar con paso firme en el Concurso Nacional de Belleza hasta lograr el título de la mujer más bella de Colombia, es una joven de armas tomar.
Ella, al igual que sus padres profesan el judaísmo. Estudió toda la secundaria en el Colegio Hebrero Unión de Barranquilla y a los 17 años de edad viajó a Israel en un intercambio estudiantil para prestar el servicio militar, que en ese Estado es obligatorio tanto para hombres como para mujeres.
Los varones sirven tres años y las mujeres, dos; pero como se trataba de un intercambio, Sofía se convirtió en soldado solamente durante un mes (en junio de 2017). Vistió el uniforme, aprendió a disparar el fusil y se sometió a varios entrenamientos físicos.
“Nosotras vivimos la misma experiencia que todos los que estaban prestando el servicio en esos momentos”, explica.
Al poco tiempo, la reina regresó a Israel pero en compañía de su mamá Susana Luna y de Germán Manrique, a quien considera su papá porque la crió desde que tenía 3 años.
“Ese viaje fue inolvidable, conocí mucho más de la cultura y gastronomía israelí y visitamos campos de concentración”.
Sofía es la tercera de cuatro hermanos que también siguen la tradición judía.
SIGUE LA TRADICIÓN
Dice que en su casa celebran todos los viernes el shabat que, como manda la tradición, comienza con la apuesta del sol de ese día y termina al anochecer del sábado.
“No existe ningún plan que se anteponga para reunirnos en familia entorno a la mesa los viernes. Es una costumbre que no hemos perdido”.
De acuerdo con la tradición, el shabat, es el séptimo día de la semana judía y está dedicado al descanso porque no se trabaja, no se conduce, no se cocina y no se compra; es una jornada dedicada a la oración y a la desconexión total.
Aunque según el calendario hebreo el año nuevo ya pasó para quienes practican la religión monoteísta (fue del 6 al 16 de septiembre) la Señorita Colombia comenta que “los fines de año y Navidad nos reunimos con mis primas, tíos de la familia materna. Eso es lo lindo, mezclarnos con otras costumbres”.
Años atrás, hablar de religión y política era un tema tabú en los reinados, especialmente el de Cartagena, pero como los tiempos han cambiado, hoy Sofía es la primera soberana de la belleza en atreverse en elevar su voz y de decir también que como todos los colombianos, su comunidad (por cierto una de las más numerosas en Barranquilla) se siente feliz igualmente con su triunfo. “Me dio un apoyo muy grande, están muy orgullosos de mi representación en el concurso”, anotó.
UNA REINA MODELO
Desde que tenía 15 años, la bedad barranquillera se ha venido desempeñado como modelo, profesión que con el paso el del tiempo le fue dando confianza, fortaleza y mucha seguridad. Eso la hizo caer en cuenta qué era lo que quería estudiar: Marketing y Comunicación de Moda.
Apenas terminó la secundaria se fue a estudiar la carrera a Barcelona, España, con la ilusión de crear algún día su propia empresa de mercadeo que le sirviera como herramienta, a través de la moda y en manos de una fundación, para ayudar a muchas personas. Sobre todo a levantarle el autoestima, esa percepción de sí misma que en sus inicios en el mundo de las pasarelas la acomplejaba un poco.
Además de su natural belleza, gracias al modelaje, que la ayudó mucho a perder inseguridad, logró salir triunfante en el Concurso Nacional de Belleza a sus 22 años y 1.77 de estatura.
Para ella, “la moda es una forma de expresión, en la que uno muestra confianza, seguridad y quién eres”.
Dice que participó en el reinado porque quería ser la voz de muchas mujeres, “porque en el modelaje es posar y caminar sobre una pasarela, pero no tenemos voz, y eso era lo que yo quería: ser reina para poder transmitir lo que uno siente, ir más allá”.
“Llevar la corona es una plataforma que me va permitir poner en práctica mi vocación de servicio y las ganas de trabajar por mi país. Por eso, estoy en disposición de continuar con labor social que viene emprendiendo el Concurso Nacional de Belleza”.
A la pregunta cuál era su mayor cualidad dijo: “Años atrás pensé que era una debilidad, pero con el tiempo he aprendido a utilizarla como mi mayor fortaleza, y es la sensibilidad. Es algo que me define muy bien. Siempre estoy presta a ayudar, de extender mi mano a quienes me necesiten”.
En cuanto a defectos, apuntó entre risas: “soy muy exigente conmigo misma. Me doy muy duro cuando creo que he podido dar más, así las cosas las esté haciendo bien”.