En esta foto del álbum familiar, Fedora Escolar baila en plena tarima del Coliseo Cubierto, donde fue coronada. En la otra, así luce hoy 50 años después de presidir el Carnaval.
La ex reina del Carnaval, la gran homenajeada de la fiesta en 2023 por sus 50 años de haber sido coronada, confiesa que más que nostalgia por las carnestolendas está agradecida con Dios por darle la oportunidad de seguir viva.
Fedora Escolar Correa fue, en 1973, coronada en el Coliseo Cubierto (hoy Palacio de los Combates Sugar Baby Rojas) como Reina del Carnaval de Barranquilla. El Bando lo leyó en el Paseo Bolívar, y la Batalla de Flores que presidió se desarrolló por la carrera 44 hasta la Calle Murillo cuando la ciudad no era tan populosa.
Por su carisma y alegría contagiosa, los barranquilleros recuerdan ese Carnaval que para su protagonista “fue único y aún sigue vivo en mi memoria”.
“En ese año tuvimos el Reinado Internacional con la presencia de representantes de otros países, la gente gozó sanamente en casetas y en las mejores pistas de bailes con reconocidas orquestas nacionales y extranjeras de la talla de Los Melódicos, Lucho Bermúdez, Rufo Garrido, Nelson Henríquez, Los Hermanos Martelos e Italian Jazz, entre muchas otras”.
Lo que ocurrió hace 10 lustros, es parte de la historia del Carnaval de Barranquilla. Por eso, en el desfile Bando de Antaño y en la fiesta de polleras de Germen Paz, fue la gran homenajeada; además, después de haber ostentado la corona siguió activa participando en comparsas y cumbiambas. Porque para ella el Carnaval sigue y seguirá siendo su motor para darle rienda suelta a su alegría y al baile.
Hace año y medio le detectaron cáncer en el pulmón izquierdo, pero no la amilanado. Por el contrario, dice que “la enfermedad no va acabar con mi entusiasmo, no va a matar mi alegría, no me voy a rendir…!jamás!. Esto es lo que me ha salvado”
“¡ME VEO DIVINA SIN PELO!”
Cuenta que en agosto de 2021, en plena pandemia, sintió un fuerte dolor en el pecho que la alarmó, aunque meses atrás, sin ponerle mucha atención, ya se venía sintiendo agotada, como con pereza de seguir haciendo su rutinaria gimnasia que alternaba con largas caminatas.
“Pensaba que era depresión, de ver a mis papás que venían enfermos con los achaques propios de la edad. Llamé a un servicio de emergencias y después de revisarme me dijeron que no tenía nada en el corazón, pero el dolor persistía. Fue entonces cuando pedí una cita donde la cardióloga Luz Stella Acevedo, quien me mandó hacer toda clase de exámenes”.
Cuando la doctora recibió los resultados se dio cuenta que yo tenía una anemia de esas que no se ven nunca. Me dijo: además de la anemia, creo que tienes algo más y me mandó hacer una tomografía. El resultado fue que tenía un cáncer en el pulmón izquierdo. Lo tomé con calma y le dije: lo único que tengo hacer es luchar. Ni siquiera lloré. Me aferré a Dios diciéndole: “!tú me tienes que ayudar!”.
“Pasé a manos de la neumóloga Patricia Osorio, después a la del oncólogo Iván Bustillo a quien le comenté: lo mío no es cáncer, yo tengo es a ‘Pedro el Escamoso’ en mi pulmón. Porque la enfermedad la bauticé con muchos nombres y apodos para no utilizar la palabra cáncer”, apunta entre risas.
Empezaron entonces las quimioterapias. Para comenzar, dice que tuvo que pasar por 5 ciclos. Según ella, cada ciclo de quimio duraba 3 días seguidos, durante 21 días.
Como su cabellera negra se le fue cayendo, decidió raparse toda. “¡Me veo divina así! sin pelo. Definitivamente más nunca me lo voy a dejar crecer!” Jajaja.
Cuando le volvieron hacer una nueva tomografía (pet scan) dice que salió bien. “Me sentí contenta, pero imagínate, en esos días mi mamá se cayó, se enfermó, y me tocó hacer todas las vueltas y estar pendiente de su salud. Esa preocupación me enfermó. Mi mamá murió al mes y medio. Después, en el último pet scan, el médico me dijo que alrededor del pulmón, o sea en la pleura me habían aparecido unas chispitas. Mi reacción fue: no son positivas. Yo no me dejo coger, es que ni siquiera pienso que tengo algo malo”.
“Ahora mismo estoy en el tratamiento de la inmunoterapias cada 20 días, para lo cual tengo un catéter puesto”.
CON LA POLLERA PUESTA
A raíz de la enfermedad, para la ex reina su existencia cambió. Reunirse regularmente con sus amigas, irse a tomar una copa, asistir a fiestas o conciertos musicales, hacían parte de su agitada vida social, pero hoy evita todo para cuidarse. Dice que ahora lee mucho, se ha acercado más a Dios y reza el rosario diariamente. “Ahí voy. Esa es la actitud, ¡no me tiro a morir!”.
“¿Nostalgia por el Carnaval? No. Siento más que todo agradecimiento a Dios y lo revivo cada vez que puedo poniéndome una pollera como lo hice para la fiesta de Germen Paz que era en mi honor”.
“Por cierto, para esa fiesta me puse una falda roja y me divertí como una enana. Desde que me apareció la enfermedad, no había gozado tanto”.
“En cuanto al Bando de Antaño, no pude asistir porque no me sentía bien, estaba recién salida de una quimioterapia.”, lamentó.
“Yo me bailé las Batalla de Flores y la Gran Parada de punta a punta. Siempre he estado activa porque amo el Carnaval. A muchas de las soberanas del Carnaval las acompañé en los desfiles, yo salía como ex reina invitada. Bailé en el colectivo ‘Disfrázate como quieras’, y por varios años en la Cumbiamba Real en la Noche de Guacherna. ¡No me perdía de nada!”.
También hizo parte de la comparsa las Marimondas del Barrio Abajo, durante 35 años que lideró León Caridi, el benefactor más grande que tuvo el Carnaval. “Ahí gocé como loca, fue fabulosa es experiencia”.
“Es que eran otras épocas. El Carnaval de hoy es multitudinario. Recuerdo que antes la gente se sentaba en la puerta de sus casas para ver pasar a los disfrazados, las cumbiambas y grupos musicales. Abrían el capó del carro y ponía la neverita con sus cervezas o el ron. Lo pasaban espectacular”.
“Yo pienso que el año entrante voy a salir otra vez en el Carnaval, ya me verán bailando y moviendo mi pollera”.