Dr. Rodolfo Vega Llamas
Columnista / 13 de mayo de 2023

«Olvidar, lo malo es también tener memoria»

Son palabras de Martin Fierro, la obra que mejor expresa la identidad gaucha, excelente libro, lo leería una y mil veces. A través de esa lectura encontré esa frase enriquecedora, “olvidar, lo malo es también tener memoria”, el reconcomio o rencor, es una desazón, que queda en el tiempo, un enfado profundo, persistente, que se mantiene en el tiempo, enquistado en nuestro interior y haciendo que nos afecte negativamente a nivel emocional.

En ocasiones el odio y el rencor se encuentran. Me atrevería a decir que son primos en sentimientos, el odio, que es la vivencia del agravio padecido, es una respuesta emocional primaria, que moviliza soldados de emociones, de grandes y negativos sucesos, a diferencia del rencor que absorbe la atención, se encadena al pasado, es una herida viva, que nunca cicatriza que ensombrece la alegría de vivir.

Estas personas con rencor, viven con ansiedad, son personas que no aprenden del pasado, son orgullosas, se ofenden con facilidad, para ellos todo es blanco o negro, siempre desean tener el control y no perdonan ni olvidan. El rencor tiene memoria, ésta se atrinchera, se nutre de la esperanza del poder de un tiempo de revancha, que tal vez nunca llegue; es casi como un resentimiento, un enfado hacia alguien por considerlo causante de una ofensa o daño sufrido, que tal vez nunca aclaró, solo lo percibió como tal.

Por eso les recomiendo a estas personas que llevan ese rencor, que acepten que la gente no es perfecta como decía Martin Fierro: el rencor es destructivo, nos envenena, nos enferma, nos hace débiles y en el momento que perdonamos, maduramos; implica dejar de querer seguir en ese dolor, no dejar que ese sentimiento se apodere de tu vida.

Siento lástima por esas personas que viven en el rencor, el odio y el resentimiento, es como si tuvieran un absceso emocional, son personas que viven en la tristeza, el desprecio, el miedo, el asco, la ira, pobres mentes lánguidas, lúgubres, con sombras en su corazón, no se quieren a sí mismo.

El día que aprendí a perdonar, di un salto de grandeza, porque me supe quitar un peso de encima. Y me di cuenta que quien sufría era yo, llevando esa carga de basura, que solo ensombrecía mi alma.

Por eso les propongo que se liberen de emociones de rencor, ira y envidia, solo logran con eso convivir con las sombras y no ven lo radiante que es el día.

Lo peor es que vivir así, los lleva a padecer enfermedades; estas emociones negativas influyen de forma significativa en la salud de las personas y con el paso de los años, tendrán consecuencias fatales, pero ya será tarde, se van de este mundo con una tristeza que ni el más allá entenderá. Pobre de esas almas!!!

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