Lo último / 25 de mayo de 2024

Así llegaron… ¡y así los deja el poder!

Rosario Borrero

Por primera vez en dos meses, el presidente Gustavo Petro en un acto público sin gorra dejó ver una creciente calvicie, que para unos es por estrés, para otros por enfermedad y para otros sencillamente el precio de gobernar.

Ser presidente, primer ministro o monarca de un país implica estar en el centro de la atención por lo que se dice, se hace, se es y se luce. Por eso los gobernantes se esmeran para lucir de la mejor manera; sin embargo, mandar o gobernar tiene un alto costo ¡y eso se nota!

El presidente Gustavo Petro y los exmandatarios Iván Duque y Álvaro Uribe. (Internet)

Basta ver una foto del presidente Gustavo Petro Urrego en la reciente posesión del canciller Luis Gilberto Murillo. Desde el pasado 1o. de abril el mandatario empezó a lucir una gorra oscura en todos los actos públicos a los que asistía, lo que despertó curiosidad en más de uno. Sin embargo, el martes pasado quedó al descubierto una calvicie creciente, si bien ese proceso había empezado en Petro mucho antes de posesionarse. Las especulaciones son muchas, pero a dos años del actual Gobierno muestra los estragos del poder.

En realidad, la imagen de un líder político siempre está en el centro del escrutinio público y de la conversación nacional. Cómo viste, cómo se arregla, los ademanes, la manera de hablar, la salud, entre otros, son siempre objeto de atención y debate. Al fin y al cabo, todo comunica, y más en tiempo de redes sociales.

Igual el paso de los años le pasa factura a todos los seres humanos, independientemente de su raza, color, edad, creo o condición social. Pero pareciera que en los gobernantes las huellas del tiempo fueran mayores. Y es entendible: llevar las riendas de un país, o ser monarca o primer ministro implica un costo alto. Son tantos las decisiones que se deben tomar y las dificultades a las que hay que ponerles el pecho, que el costo es alto en todo sentido, incluso en la salud. Para la muestra, MiREDvista presenta estos seis casos:

Gustavo Petro

Petro con Luis Gilberto Murillo en su posesión como Canciller.

Si bien al momento de su posesión, el 7 de agosto de 2022, ya eran evidentes unas entradas y unos claros en la ensortijada cabellera del presidente Gustavo Petro, esta semana que termina sorprendió al dejarse ver sin gorra, pues ya no queda nada de aquellos mechones rebeldes que tanto le ha costado dominar en los actos oficiales al aire libre. En la posesión del Canciller mostró apenas unas ‘lanitas’ que coronan la parte superior de su cabeza –lo que sin duda lo hace ver cansado— y el hecho no pasó desapercibido para los medios de comunicación ni en las redes sociales. Ya antes se había especulado sobre la salud del presidente y ahora por sus apariciones con gorra, que desde el pasado 1º. de abril no se quitaba ni para entonar el Himno Nacional. En algunos círculos se preguntaron si estaba enfrentando algún nuevo problema médico del que no quería hablar, si estaba haciendo un trasplante de cabello, o si era que sencillamente quería hacer un cambio de imagen. Pero sin duda gobernar un país con tantos problemas como Colombia, y el hecho de que sea el primer presidente de izquierda en un país tan polarizado como el nuestro, y con una oposición tan voraz, le empezaron a pasar factura desde su primer día de gobierno.

Rey Felipe de España

El rey Felipe VI de España en una visita oficial a Amsterdam en abril pasado.
El monarca español días antes de asumir. Con él, su esposa, la reina Letizia.

A sus 57 años, el rey Felipe VI luce muchísimo mayor, lo que indica el peso de la década que lleva en el trono español. El monarca no solo está lleno de canas en el cabello y en las barbas, sino que cada día tiene más arrugas y en su expresión luce muy cansado. Y en realidad hablamos de un monarca joven en edad y en reinado, pero que ha envejecido prematuramente, lo que no es de extrañar dadas las preocupaciones y responsabilidades que seguramente día a día le abruman y atosigan. El peso de la Corona tiene consecuencias y, por eso, intentar corregir este aspecto envejecido parece una prioridad en el Palacio de la Zarzuela, que dispuso unos pequeños ‘ajustes’ en la apariencia de Su Majestad, como arreglarse la dentadura, que la tenía descuidada y amarillenta; mejorar la apariencia de las manos y dedos, porque solía morderse las uñas; y cuidar sus barbas y en general su forma de vestir para rejuvenecerlo.

Iván Duque

El expresidente colombiano Iván Duque ayer y hoy.

Si alguien salió envejecido tras cuatro años de gobierno fue el expresidente Iván Duque. Cuando ganó la Presidencia de Colombia en 2018 contaba tan solo con 42 años, siendo uno de los más jóvenes en asumir como tal, y aunque para ese entonces ya llevaba el cabello plateado, era un hombre de apariencia joven y fresca a pesar de que estaba pasado de peso, algo con lo que él ha tenido que lidiar siempre. Los problemas del país, sobre todo en tiempo de pandemia, y enfrentar situaciones difíciles desde lo social y el orden público por las continuas manifestaciones en todo el país hicieron mella no solo en su popularidad, que a duras penas llegaba al 20%, sino en su apariencia, pues con tan solo 46 años lucía envejecido y mucho más robusto. Con los días esta imagen se reforzó con unas barbas blancas que lució por varios meses.

Barack Obama

El presidente Barack Obama en una cena benéfica en 2018.
Foto oficial de la posesión.

El Presidente de los Estados Unidos para el período 2009-2017, Barack Obama, tampoco salió indemne de su paso por el cargo más importante de los norteamericanos. Ni el ser uno de los presidentes más jóvenes de su país –tenía 47 años cuando asumió—, ni su simpatía y carisma fueron suficientes para frenar los estragos del paso del tiempo y de ocho años de gobierno. Si bien en otros mandatarios pueden ser mayores las huellas del tiempo, de todos modos, el sonriente Obama tenía 55 cuando entregó su silla en la Casa Blanca, pero lucía como de 65 con el cabello cano, el rostro mucho más huesudo y las líneas de expresión súper marcadas.

Álvaro Uribe

El expresidente Álvaro Uribe Vélez en distintos momentos de su vida pública.

El paso del tiempo fue implacable con el expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, quien cuando asumió su primer mandato contaba con 50 años de edad, que parecían menos por su aspecto juvenil. Sin embargo, muy rápido su piel comenzó a envejecer, al tiempo que encanecía aceleradamente, seguramente al ritmo de los enormes problemas que tuvo que afrontar en esos ocho años de mandato de cruentos ataques guerrilleros y en los que se pactó la desmovilización de las autodefensas. Al finalizar su segundo período de gobierno en 2010, a los 58 años, fue inevitable  recordar al joven abogado de derecha que asumió en 2002 con la promesa de combatir a los rebeldes y sacar al país de una profunda crisis, y hacer la comparación con aquel ‘abuelito’ con el cabello cubierto de canas y hablar pausado.

Cristina Fernández

En su posesión en 2008.
Fernández en una de sus últimas apariciones como vicepresidenta.

Una mujer poderosa en la política de América Latina es Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, quien ha vivido en medio del poder en carne propia o a través de su esposo, ya fallecido. Ella fue presidenta de Argentina en dos periodos: 2008-2011 y 2012-2015; vicepresidenta 2019-2023; estuvo  casada con el expresidente Néstor Kirchner, por lo que fue primera dama entre 2003 y 2007, y desde 1989 ha estado en la arena pública como diputada y senadora. Dueña de un recio carácter, y vanidosa como ella sola, ella le ha dado guerra a los estragos de los años por todo este tiempo en el poder, teniendo en cuenta que tenía 54 años cuando asumió por primera vez y que desde entonces han transcurrido ya 17 años. No en vano en su país algunos la llaman irónicamente la reina del botox y de la cirugía: se ha hecho rejuvenecimiento facial con bioplastia, una técnica sin cirugía y mínimamente invasiva que recoloca los ángulos y los volúmenes del rostro que se pierden con el paso del tiempo y que tiene un efecto lifting; periódicamente se inyecta toxina botulínica tipo A para mantener la frente lisa y atenuar las patas de gallo y los surcos del entrecejo; con ácido hialurónico o hidroxipatita de calcio le ha dado volumen a los pómulos, ha atenuado el arco nasogeniano y ha redefinido el arco mandibular; se ha puesto volumen en los labios con infiltraciones de ácido hialurónico, pero cuidando los excesos porque ha dicho que no quiere tener ‘boca de pato’, y como si fuera poco se ha hecho retoque en busto y abdomen, para mantenerlos en buen puesto.

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