Wilson García
Columnista / 19 de septiembre de 2020

Salvemos el Ministerio de Cultura

Necesitamos convertir en patrimonio inmaterial las expresiones culturales de Colombia.

En el año 1991 tuve la oportunidad de trabajar en la dirección de artes Del Instituto Colombiano de Cultura Colcultura. Allí viví y dimensioné el valor de la gestión pública para las artes y los artistas, así como la necesidad de desarrollar sociedad culturalmente. Mi paso por lo oficial y mi experiencia de 30 años como director y productor escénico me han motivado a trabajar y creer en lo cultural, lo educativo y lo humano como un principio esencial para el entendimiento social.

Desde entonces siempre consideré que cultura es poder estar cerca de la sociedad para entender lo que piensan, sienten y dicen las personas; que cultura es crear identidad, registrar historia, cuidar patrimonios, entender formas de vida, desarrollar ideas para el ahora y el futuro, aportar a la mejoría de pensamientos, potenciar las expresiones artísticas ejerciendo el derecho fundamental de libre expresión. Cultura es ser constructor de paz y armonía. Trabajar en esto hace que la vida valga la pena porque es el único escenario sociológico que permite que el individuo haga parte de la multiplicidad, expresando y produciendo desde lo cultural lo mejor que hay dentro de su ser.

Los ministerios de Cultura no llevan más de 80 años de ser creados en el mundo, y fue después de la Segunda Guerra Mundial que países como Francia, Alemania, Reino Unido vieron en la gestión ministerial para el arte y la cultura el poder de estabilización y crecimiento de una sociedad. ¡Salvemos el Ministerio de Cultura de Colombia! desde su instalación en 1997 en Barranquilla he sido testigo del crecimiento y la transformación colectiva que los planes y programas, ejecutados allí, han aportado a la vida creativa colombiana.

En los últimos 30 años hemos ganado mucho como sociedad pensante y culta gracias a la formación, gestión, eventos, ferias, festivales, intercambios, circulación nacional e internacional, cuidado del patrimonio, memoria, documentación, investigación, bibliotecas y expresiones artísticas y culturales que han podido estar bajo el reconocimiento y apoyo oficial, entrelazando un dialogo motivador de crecimiento con mejores efectos sociales.

Hoy más que antes, tenemos más audiencia y públicos para las artes y la cultura en el país, así como profesionales, artistas, productores y gestores que saben de empresa cultural y han creado proyectos con resultados ejemplares tanto en lo humano como en lo económico. Hemos visto empresas culturales que demuestran que sus objetivos pueden ser gestionados exitosamente, gracias a una visión fusionaba de lo heurístico con lo algorítmico para la cultura. Lo organizacional y la gobernabilidad corporativa en las artes los hemos aprendido muy bien y entidades del sector cultura con más de 50 años de supervivencia lo han demostrado con su resistencia y presencia.

Desde hace dos años estamos viendo la inclusión de una política económica en lo cultural. Con la Ley 1483 de Economía Creativa hay cambios ministeriales en función de alcanzar las metas de esta política, cuyo objetivo final es incrementar el producto interno bruto del país, que a hoy marca decrecimiento en -37% y aporte de menos del 1%, Tanto gobierno como artistas velamos por la calidad de vida y la protección de lo cultural, ahí nos encontramos, y nuestra petición de salvamento y plan de emergencia va dirigida a que nos atrincherernos culturalmente para proteger y desarrollar país sin transformar el Ministerio. La política de economía para la cultura no puede desconocer los caminos labrados y los logros alcanzados por el territorio cultural colombiano.

Hay que despejar las contradicciones entre lo que Mincultura informa oficialmente y lo que acciona, las estadísticas y cifras no coinciden con la efectividad y la realidad. Debemos contarnos para saber cuantas personas trabajamos y generamos empleo desde lo cultural.

En los informes vemos dos países culturales, uno el que se ha venido creando desde hace dos años con entidades de todos los campos para el sector de producción naranja, empresas para la industria cultural (más de 5.000 según informe de Confecámaras del año 2019) y otro el de los proyectos con más de 50 años de vida activa y productiva que hacen parte de la vida cultural. El ministerio reestructuró sus dependencias y la línea de mando para la toma de decisiones sobre políticas públicas para la cultura, los consejos nacionales de cultura no funcionan como canal asesor, y la dirección de artes ahora está supeditada al viceministerio de la creatividad, lo que evidentemente se empieza a reflejar en el deterioro de los programas que venían creando crecimiento y desarrollo cultural desde hace 20 años.

Entendemos lo cultural como un eje de desarrollo humano con capacidades de superación, educación, y desarrollo económico sin que esto implique desconocer o desaparecer los territorios ya ganados. Entendemos lo cultural como un poder de transformación que mueve y genera calidad de vida. Convertir el emprendimiento cultural en productividad de país hay que hacerlo con la cultura misma en un contorno de productividad que no implique destruir lo construido sino incluir lo ganado afianzando el sentido de pertenencia y la visión de crecimiento mutuo.

Un escritor ordena las ideas y millones se adhieren a su escrito. Un pintor o escultor expresa su imaginación y millones mejoran su vivir. Un poeta escribe el sentimiento y millones lo replican como emoción propia. Un cantante expresa su emoción y millones se apropian de su canción. Un artista representa sentires y millones ven reflejado en ellos sus vivires.

Wilson León García Delgado – @eldelteatro Director, productor y programador de artes escénicas

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