La historia de 2 mujeres, una de 74 años y la otra de 19, amantes de la fotografía, que se conocieron en un taller de Fundación Mira al Centro.
Leonor Rodríguez y María José Sierra son dos mujeres apasionadas por la fotografía desde que eran niñas, lo que las llevó a sumergirse en ese mundo de las cámaras, los eventos, la captura de cuanto se mueve a su alrededor, las exposiciones y el aprendizaje de este arte de la luz y las imágenes.
Leonor tiene 74 años de edad y María José 19. Mientras la primera, licenciada en idiomas, es jubilada tras dedicarse toda su vida a la docencia en colegios y universidades, la segunda apenas comienza su formación profesional como estudiante de Comercio Exterior. Ambas viven desde pequeñas su amor por la fotografía.
La licenciada Leonor, recuerda que cuando era niña en su casa había muchos álbumes de fotos de la familia que registraban reuniones, paseos y fiestas, que le llamaban mucho la atención y ocupaba horas enteras viendo esas fotos y preguntando que acontecimiento se registraba en las mismas.
Siempre mantuvo una atracción especial por las fotos, siendo niña le regalaron una cámara que solo encuadraba y ella la usaba para simular ser fotógrafa. Pero fue solo en el año 1980, cuando, siendo profesora en la Institución Educativa INEM, se inscribió en un taller de fotografía que se abrió en la ciudad.
PRIMER CONTACTO
“En el INEM había un laboratorio para revelado de fotos, en el departamento de Artes, y había compañeros a quienes les gustaba la fotografía, y como a mí también me gustaba, compartía mucho con ellos de ese tema. Y llegó el tiempo en que los fotógrafos existentes en la ciudad se abrieron a la posibilidad de que otras personas aprendieran ese arte y empezaron los cursos y talleres de fotografía para aficionados”.
El curso del que habla la licenciada se dictó en la Universidad del Norte y fue el primer contacto que tuvo con el mundo de la fotografía por dentro, que le permitieron adquirir los primeros conocimientos de un hobby que ha cultivado desde entonces, que aún mantiene y que le ha dado la oportunidad de crecer en conocimiento y participar en exposiciones y concursos con premios y menciones de honor.
Dice que siendo estudiante del taller de fotografía de la Uninorte se vio en la necesidad de comprar su primera cámara, una Pentax K1000, con la que inició su carrera en ese mundo que le generaba gusto y pasión.
“Lo que más me ha gustado hacer son retratos y paisajes, son dos cosas que me fascinan. Actualmente me gusta tomar fotos de la naturaleza, los árboles y paisaje en general. Pero en aquella época le tomaba foto a todo lo que pasaba frente a mis ojos, pero en especial los rostros de las personas”, afirma la licenciada.
Las fotos que hacía Leonor eran para sus amigos cuando celebraban sus cumpleaños o asistían a un paseo. Nunca cobraba por hacerles los registros, siempre lo hacía por amor a ese arte que comenzaba a cultivar, según manifiesta.
Durante su paso por el curso de las Uninorte, se vincula, con algunos de sus compañeros, al club de fotografía que existía en la Alianza Colombo-francesa, un paso más en este cautivante mundo de la fotografía que la llevaba a diferentes escenarios para hacer registros fotográficos.
“Ya después nos retiramos de la alianza y conformamos el ‘Club Claraboya’, que ya cumple 45 años, durante los cuales hemos hecho exposiciones, concursos, etc. y seguimos trabajando”, afirma Leonor quien la actualidad tiene una cámara Fuji.
Leonor y María José hicieron parte del taller de fotografía dictado por la ‘Fundación Mira al Centro’ en el marco de la XIX versión de la ‘Foto-maratón Explora el centro’, que organiza ese organismo.
PADRE E HIJA
El taller es el primer encuentro que tiene María José con la capacitación en fotografía, pues los cinco años de experiencia en el medio los ha adquirido como asistente de su padre Sorel Sierra, quien se dedica desde hace más de 20 años al oficio de fotógrafo de eventos sociales como bodas, quinceañeros, bautizos y cumpleaños.
La joven universitaria asistió al taller en compañía de su padre, quien manifiesta que la animó a inscribirse para que adquiriera los conocimientos teóricos que él no puede enseñarle durante la práctica.
“Todo lo que ella sabe lo ha adquirido en la práctica, pero es bueno que conozca la historia y adquiera conocimientos que no puedo enseñarle yo en una boda”, afirmó el padre de la joven.
Ella manifestó que esto de la teoría le ha permitido ver su trabajo desde otra óptica y relacionar situaciones vividas en la práctica que ahora entiende me manera profesional.
“Ahora puedo ver la fotografía como algo artístico de tus ideas, ya no como una cosa técnica. He llevado toda mi vida la fotografía como parte de mi trabajo. Pero ahora tengo la necesidad de seguir capacitándome para descubrir más de esto que es realmente apasionante”, afirma la joven fotógrafa.
El taller de fotografía estuvo a cargo del reportero gráfico Luis Miguel Charris, conocido en el medio como Wado foto, quien aseguró que de la actividad participaron más de 40 personas entre estudiantes universitarios, fotógrafos profesionales y aficionados interesados en aprender más del arte de la luz y la imagen.
“Entre los objetivos de este taller está el que las personas le saquen el mayor provecho a sus cámaras y celulares, y que se enamoren más de este arte que los ha atrapado. El 90 por ciento de los asistentes hacen parte de la Foto-maratón, pero el taller está dirigido al público en general, a esas personas que aman este arte, y ellos despejen sus dudas sobre la fotografía”, afirmó Charris.