Patricia Escobar
Columnista / 10 de junio de 2023

Comentaristas de comentaristas

Me encanta ver ciclismo, fútbol, natación, especialmente si son clavados, gimnasia, beisbol, y en general cualquier deporte salvo boxeo, lucha libre o fútbol americano. Esto sin ser una experta o una excelsa conocedora. Me gusta porque a través de la pantalla chica puedo apreciar cosas, detalles y aspectos que, en el caso de “no conocedores”, no veo asistiendo a un escenario deportivo.

Creo que, desde que están transmitiendo por televisión las grandes carreras de ciclismo: Giro de Italia, Tour de Francia, o Vuelta España, no he dejado de ver más de la mitad de las etapas que se transmiten. También sigo a las selecciones Colombia de fútbol, y no solo a la de mayores. He visto partidos de todas las categorías: femenino, sub-20, juveniles. Me gustan los Olímpicos, y no solo sus inauguraciones o clausuras, y los campeonatos mundiales de muchos deportes.

Cuento esto, que de pronto a muchos no le interesa, para llegar al punto que quiero exponer en esta columna: el papel de los comentaristas deportivos.

Ver y escuchar las grandes del ciclismo que transmite Caracol Televisión es un placer, un deleite, una cita anual imperdible para mí. Primero por los maravillosos lugares por donde se corren etapas, de tres, cuatro y hasta cinco horas, que permiten al televidente ver las bellezas de este mundo, las grandezas de constructores que le regalaron a la humanidad obras maravillosas. Palacios, iglesias, viviendas con años de existencia que se construyeron sin la tecnología de estos tiempos y que han sobrevivido erguidas al paso implacable de él. Construcciones que conviven con otras obras modernas creadas con zumo cuidado y respeto como túneles y avenidas, o edificios de gran tamaño.

Además de ese gusto visual, uno aprecia la verraquera de quienes se suben por horas y días en una bici, en medio de una diversidad de climas, que se caen y se levantan ensangrentados y siguen dándola toda, que saben trabajar en equipo y que saben atender órdenes. Contrario a los futbolistas que, ante cualquier caída, hacen un drama y abandonan un terreno de juego sin completar los 90 minutos de un partido.

Y como si fuera poco, la cadena tiene un equipo de comentaristas de lujo: un exciclista, Santiago Botero, quien no habla muy bien pero quien siempre aporta datos interesantes; Rubén Darío Arcila, uno que tiene a la mano todos los datos, las cifras, las actuaciones de los ciclistas; Georgina Ruiz, la voz que le pone corazón, emoción, humanidad, pasión a cada etapa, y John Jaime Osorio, un periodista de lujo que siempre aporta información sobre el entorno, lo que se ve, las poblaciones y lugares por donde transitan los ciclistas.

Ese cuarteto es conocedor de su trabajo, respetuoso de la audiencia, sin ínfulas de técnicos, sin arrogancias, ni explicaciones traídas de los cabellos. Diametralmente distintos a los comentaristas de fútbol del mismo canal a quienes hay que silencias si uno quiere apreciar un partido en paz.

Javier Fernández Bonet y los comentaristas invitados, casi todos ex técnicos de fútbol, son insufribles. De entrada, se la pasan dando instrucciones a los deportistas como si ellos en la cancha los escucharan. Los televidentes debemos creer que son los que más saben. Son videntes: saben lo que va a pasar y lo que piensan los que están en el terreno de juego. Por momentos hablan en términos que estoy segura que ni los futbolistas más curtidos entienden. Creen que los televidentes somos ciegos o brutos. Y como si fuera poco, se atropellan en sus comentarios y al final de cuentas uno ni sabe lo que están pensando. En las transmisiones de fútbol por esta cadena, lo que se salva son los narradores.

Un comentarista deportivo, pienso yo, es un conocedor del deporte que comenta, aunque parezca redundante, pero que no puede fungir de técnico de alto nivel porque quien ve un deporte por televisión o lo escucha por radio es porque conocen del deporte y no necesita de cátedra, o porque le gusta y no está interesado en que le den una cátedra inentendible para los neófitos. Un comentarista deportivo, pienso yo, debe ser un educador de audiencias que con sensatez, humildad y honestidad, comparte sus saberes y sentimientos con la audiencia

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