Vida Cultural / 25 de marzo de 2023

¿Cuánto cuesta participar en el Festival Vallenato?

Patricia Escobar

Las inscripciones son gratuitas, pero los concursantes deben invertir sumas millonarias para poder alcanzar el sueño de estar en el Festival más grande e importante del país, que este año se realizará del 26 al 30 de abril, en homenaje a Luis Enrique Martínez.

Alcanzar la corona del Festival de la Leyenda Vallenato es tal vez el sueño más grande de quienes ejecutan el mágico instrumento diatónico que tanta gloria le ha dado al país.

Año tras año, Valledupar alberga en sus calles, plazas, kioscos y parques a centenares de niños, jóvenes y adultos los sueños de centenares de personas que, de distintos lugares del país, y hasta del mundo, llegan allí a demostrar su talento y sus ansias de llevarse a casa la corona y el premio mayor de una competencia que durante 56 años consecutivos cautiva al país a finales del mes de abril.

En el Festival priman los concursos de acordeón. Pero también son importantes los de Canción Inédita y Piquería. Para los primeros, que se desarrollan en la categorías Profesional, Aficionados, Juveniles e Infantiles se inscriben en promedio unos 170 acordeonistas, que al final de cuentas, porque con el acordeón va la caja y la guacharaca, en ese sueño trabajan directamente entre 350 y 440 personas puesto que hay cajeros y guacharaqueros que acompañan a dos o máximo tres concursantes.

En el sueño de corona de Canción Inédita intervienen entre 5 y 10 personas por concursante, ya que los compositores comienzan sus rondas eliminatorias con grupos básicos, pero van a la final con una banda completa que incluye guitarras y bajo electroacústico, para que su canción se escuche mejor. Para Piqueria, generalmente los concursantes se hacen acompañar con el conjunto de base que coloca la Fundación.

La llegada a Valledupar de esos soñadores viene con una maleta que incluye horas y horas de entrenamiento, prácticas y ensayos, materiales publicitarios y un buen recurso económico. Porque la participación en cualquiera de los concursos, excepto el de Piquería, es bastante costoso y requiere de muchos esfuerzos.

LLEGAN COMO SEA

A los concursos en Valledupar llegan soñadores de todos los rincones del país, desde el Amazonas hasta La Guajira, desde los Llanos Orientales hasta el Chocó, desde las montañas de Antioquia o el Eje Cafetero, o el Valle del Cauca a los Santanderes o San Andrés.

Llegan utilizando cualquier medio de transporte, desde el aéreo que por esos días sube escandalosamente (un trayecto entre Bogotá y Valledupar puede costar fácilmente un millón de pesos), pasando por el transporte público interdepartamental, o vehículos particulares.

Casi ningún concursante llega solo con su instrumento. Llegan acompañados de un familiar o amigo cercano, hasta con su grupo familiar más estrecho. Entre más chico sea el concursante, más familiares llegan a acompañarlo.

Y nadie alcanza a imaginar los esfuerzos que los participantes y sus familias hacen por materializar el sueño, por aportarle al folclor, por conquistar la anhelada coronada.

Nunca olvidaré que hace ya algunos años yo salía del Parque de la Leyenda Vallenata, y un señor se baja de un pequeño vehículo y me detiene angustiado para pedirme que cambie el orden de presentación de dos concursos que iban a comenzar en media hora. El señor entre acelerado y angustiado alcanzó a contarme que había llegado en carro desde el departamento de Tolima con sus dos hijos menores. Uno concursaría en Infantil y el otro en Juvenil, casi que, a la misma hora, porque las presentaciones estaban organizadas por orden alfabético de apellido. Su problema era que solo habían traído tres acordeones, una de ellas para compartirla entre los hermanos, y que era imposible que él, pudiera llevar el instrumento de un lugar a otro en cuestión de minutos. Yo nada podía hacer. Esas eran las normas, pero para fortuna del padre angustiado y de los dos pequeños, el Cocha Molina, el acordeonero rey, escuchó la historia y se decidió a ayudarlos.

“Aquí tengo un acordeón, -no recuerdo el tono- llévesela al más grandecito y después nos vemos”. El padre salió como perseguido por “el diablo” y alcanzó a cuadrar todo para que ambos hijos pudieran participar cada uno con dos acordeones. Los chicos no ganaron. Ni siquiera llegaron a la final, pero aprendieron de la solidaridad de un grande, entendieron que lograr los sueños no es fácil ni barato, pero hay que trabajar para lograrlos. Si el padre no hubiera llegado ha hacer esa “propuesta de cambio de horarios”, muy seguramente los chicos no hubieran vivido esa inolvidable experiencia.

LOS COSTOS

Pero para los concursantes y sus familias, los costos de transporte, estadía en Valledupar, alimentación, desplazamientos internos, publicidad y hasta uniformes si llegan a la semifinal no son su mayor dolor de cabeza.

Increíblemente lo que más los angustia y limita su participación son los costos que deben cancelar a los músicos acompañantes: el cajero y el guacharaquero que incluyen las presentaciones y los ensayos.

Por más mal que le vaya a un concursante, éste tiene que participar en dos presentaciones: en una se interpretan dos aires, y en la segunda, los otros dos. Si alcanzan los más altos puntajes, pasan a la siguiente ronda cuando tienen que interpretar los cuatro aires. Eso quiere decir, entre otras cosas que debe tener montado por lo menos 8 temas, dos por cada aire musical (paseo, son, puya, merengue).

Hasta hace algunos años, los músicos acompañantes tocaban por placer, después cuando se dieron cuenta de su importancia, y de que la demanda iba en acenso porque cada día llegaban más acordionistas, colocaron una tarifa, y hoy esa tarifa es “demasiado alta” para la gran mayoría de los participantes.

Aunque es un secreto a voces, nadie se atreve a afirmarlo pero, los cajeros “con nombre” y los guacharaqueros “famosos” pueden estar cobrándole a un acordeonista que va en la categoría profesional entre 6 y 9 millones de pesos por el acompañamiento. Valor que debe ser cancelado antes de que se inicie el Festival. Normalmente, el 50% para inscribirse, y el resto antes de la primera ronda de eliminatorias. Si uno de estos músicos acompañantes canta en las presentaciones hay que reconocerle un adicional. Si el participante queda entre los tres finalistas también debe compartir el premio.

La tarifa de los músicos acompañante depende de la categoría en la que se concursa, su calidad interpretativa, su trayectoria, y su fama o prestigio. Indagando, y con mucho recelo miredvista.co pudo establecer que los cajeros y guacharaqueros infantiles están cobrando entre 700.000 y 1,000.000 de pesos para acompañar, y unos 200.000 pesos adicionales sí les toca cantar. Ellos pueden acompañar máximo a tres concursantes. Un acompañante juvenil puede estar entre el millón seiscientos y los dos millones de pesos. Los aficionados entre 2,500.000 y 3,000.000 de pesos. Y los profesionales por encima de los 6,000.000 de pesos. En estas categorías no se permite actualmente acompañar a más de un concursante.

A pesar de todas esas angustias previas, de la falta de apoyo de las Secretarias de Cultura y de la empresa privada el talento llega en masa a Valledupar y demuestra con creces que el vallenato es pasión.

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