Dolce vita / 16 de septiembre de 2023

Daniela y Marco: un amor sin fronteras

A propósito del mes del Amor & amistad, cotamos la historia de una pareja que se conoció por internet y siguen en su relación casi a distancia.

Miguel Utria

Ella es argentina, él también, pero de ascendencia italiana, y viven una relación entre Colombia y Europa, y entre lo virtual y lo presencial.

Se conocieron por internet, llevan cuatro años de novios, y están planeando casarse. Su historia de amor es además de fascinante, de esas historias con las que muchos sueñan.

Se trata de Daniela Rochman y Marco Bumaguin, ambos argentinos, ella es licenciada en estudios turísticos y residente en la ciudad de Barranquilla, él es piloto de aviación con residencia en Italia, ambos son judíos, y cuando tienen la oportunidad conviven en diferentes ciudades si las circunstancias se lo permiten porque, según dice ella, su amor ha traspasado los límites de las fronteras.

Su historia se inicia durante la cuarentena mundial por causa del covid 19, cuando una amiga suya, Hortensia, la inscribió en una página judía para conocer personas de todo el mundo; de hecho fue su amiga quien contactó a Marco y conversaba con él pero con el nombre de Daniela.

Daniela Rochman y Marco Bumaguin son judíos y comparten el mismo hobby: viajar.

“Yo no me atrevía a hacer eso, y menos usar esa tecnología. Un día mi amiga me dijo, tienes que hacerte cargo tú porque ya yo no puedo seguir respondiendo en tu nombre”, asegura Daniela, y desde ese momento fue que realmente inició la relación.

Asegura Daniela que cuando comenzó la relación, aunque conversaban muy seguido, ella desconocía cómo era él físicamente porque nunca dejaba ver su imagen y se excusaba para no publicar la foto. “Para mí era extraño que siendo él piloto de aviación y conociendo de tecnología dijera que no era capaz de mandar la foto”, afirma.

La página por la que Daniela se comunicaba con Marco era completamente en inglés y tenía fecha de vencimiento, razón por la cual siguieron la comunicación vía correo electrónico. Entonces, ya con más confianza, comenzaron a comunicarse en español, y ella se entera de que él también es argentino de nacimiento, ella de Buenos Aires y el de Córdoba, aunque con doble nacionalidad: argentina e italiana.

“Era tiempo de pandemia, y yo encontré en él un excelente compañero, porque cada tarde yo tenía agendadas dos horas para conversar con él. Así estuvimos conociendo el uno del otro durante algún tiempo, hasta que él me invita a Nueva York para vernos en persona, pero en ese momento cerraron la fronteras aéreas con Estados Unidos y no nos pudimos ver”, afirma Daniela.

No fue sino meses después de eso que él viajó a Colombia, y con un permiso especial ella pudo recibirlo en la ciudad de Cartagena, donde estuvieron compartiendo por espacio de una semana.

Asegura que la impresión fue agradable, que la conexión fue “espectacular” y que llenó todas las expectativas que ella tenía, porque ya conocía cómo era como persona, y aunque el físico también le gustaba por la comunicación que habían tenido, el encuentro fue como lo había esperado.

“Antes de verlo en persona estaba asustada porque nunca había estado en esta situación, pero físicamente me gustaba y nosotros ya teníamos una relación de conocimiento, de alma. Y eso tiene que ver con el judaísmo, que las parejas primero se conocen antes de tener una relación sexual. Al verlo me impactó, y el universo siempre conspira para que uno termine de gustarse. Es que el secreto del amor es conocerse previamente con el otro”.

“Pero aún así no podía presentarlo con mis hijos porque primero tenía ver si aquello funcionaría. Y seguimos tratándonos y conociéndonos como amigos. El quería quedarse un poco más, pero debió regresarse porque iban a seguir cerrando los aeropuertos, y él debía trabajar transportando a patriotas suyos que estaban en varios lugares del mundo. Así que se regresó rápido”.

La pareja con una de las hijas de ella.

En una segunda oportunidad que él vino a Colombia, ella pudo presentarlos a sus dos hijos, quienes dieron aprobación a su relación, y ella viajó a Italia invitada por él a la boda de su hija.

“Ha sido una relación tan linda que ya hemos pensado en casarnos pronto. Él piloto, yo trabajadora también en la misma área, yo tengo 53 años y él 64, y hemos constituido una familia bonita, parte lo pasamos acá, parte en Italia y a veces en otra ciudad”.

Daniela dice que valora mucho a su novio porque es una persona de gran corazón que supo acoger a sus hijos como si fueran propios, y aunque en un comienzo el hijo mayor de ella estuvo un poco reacio a la relación, hoy día se la llevan muy bien. Dice que su hija aún es menor de edad, está a punto de culminar el bachillerato y él se ha respondido con ella como si fuera su padre.

“Con relación a la familia de él, a mí me ha costado mucho porque ya ellos son personas mayores, de 33 y 35 años, que piensan diferentes, que tienen una vida ya organizada. Mis hijos tienen 17 y 21 años, pero hay una buena relación. Con los hijos de él solo he tenido una relación diplomática, porque ellos viven en diferentes ciudades, aunque compartimos cuando vienen de vacaciones o vamos a visitarlos”.

Ambos dicen estar enamorados de Barranquilla, ella porque aquí están sus hijos, su trabajo, sus amigos, y él porque quedó impactado de ver cómo es el barranquillero de alegre, fiestero y el ruido de la ciudad, que es muy diferente a las ciudades de Europa donde siempre ha vivido.

Él está próximo a jubilarse y aunque no han definido dónde fijarán su lugar de residencia, no descartan que Barranquilla sea la ciudad escogida.

“Es un tipo que ha volado por más de 40 años y conoce tantas ciudades que es capaz de adaptarse a cualquier lugar del mundo. Somos privilegiados, porque a ambos nos gustan muchas cosas en común, hay un respeto por los espacios, tenemos conocimiento el uno del otro, somos compatibles, y eso es muy importante en una relación. Nosotros estamos muy felices”, apunta finalmente Daniela.

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