Personaje / 26 de marzo de 2022

“Desde que el Carnaval es negocio, para mí perdió lo autóctono”: Margarita Rosa Donado

Margarita Rosa Donado volvió a ponerse una pollera para asistir al homenaje que rindieron por sus 50 años de haber sido nombrada Reina del Carnaval de Barranquilla.

Zoraida Noriega

La ex reina recuerda sus mejores momentos cuando presidió la máxima fiesta barranquillera en 1972 y hace un parangón con la celebración de hoy. Cuenta también por qué regresó a su tierra, luego de vivir 35 años en Bogotá.

Margarita Rosa Donado, como Reina del Carnaval de Barranquilla hace 50 años, dio inicio a la dinastía de las Donado. Su hermana Ana María fue soberana de las fiestas en 1980, su sobrina Mariana Schlegel, en 2009 y sus primas Regina Margarita Sojo Donado en 1975, María Cecilia ‘Chechi’ Donado en 1996, Daniela Donado (2007).

Así hizo su entrada triunfal en la noche de sus coronación.
Luego de ser coronada por el alcalde Enrique Celedón en el Coliseo Cubierto se desarrolló un espectáculo carnavalero.

Son seis generaciones que, siendo de la misma familia, marcaron huella en sus respectivos carnavales.

Margarita Rosa, la homenajeada de este año, dice que la fiesta que presidió “fue totalmente autóctona, muy sentida y sin pretensiones. En ese tiempo no había lugar involucrar el Carnaval con la política. Y cuando lo intentaron, se pudo frenar. Porque era tanto el amor del pueblo por su Carnaval, el respeto y admiración por su reina, que no lo permitieron”.

“De esa época para acá, el Carnaval es un show con mucho poderío económico. Todo ha ido cambiado con el tiempo; antes prevalecía la sencillez y hoy vemos disfraces bellísimos y costosos, competencias de polleras y trajes de fantasía, pero desde que lo convirtieron en un negocio para mí perdió lo autóctono. Recuerdo que iba a Galapa o cualquier otro municipio, con mis amigas vestidas con camiseta, jean y flores en la cabeza,  montábamos un grupo millo y prendíamos la fiesta. Así de sencillo”.   

Asistiendo a una fiesta de disfraces en el Club Barranquilla.

“Como soberana a mí nadie me tenía que cuidar. Todos en la calle bailábamos, los unos con los otros. Porque el pueblo respetaba y amaba a su reina, más que una de belleza”, dice refiriéndose a que hoy las soberanas del Carnaval cuentan con anillo de seguridad, chaperona, chofer, jefe de prensa y hasta de community manager en las redes. 

“MI AJUAR ERA DE 5 DISFRACES”

Cuando Barranquilla no era tan populosa y no contaba con grandes escenarios, Margarita Rosa declaró abierta la temporada festiva leyendo el Bando en la calle 30 entre carreras 33 y 35. Fue coronada en el Coliseo Cubierto (hoy en ruinas) durante un bonito espectáculo gratuito sin tanto derroche de lujo, pero sin dejar de ser alegre e imponente.

Cinco generaciones de reinas del Carnaval. Margarita Rosa con Ana María Donado, María Alicia Gerlein, Ligia Salcedo y Mariana Schelegel en la fiesta celebrada esta semana en el Country Club.

Como lo mandaba la tradición, convirtió su casa en un Palacio Real, donde confluían todas las noches danzas, comedias y orquestas que se presentaban en una tarima montada en la puerta. “Mi palacio eran cuatro palos con unas flores colgadas”, apunta entre risas.

El vestido de su coronación lo diseñó Sonia Osorio y fue confeccionado en Modas Maura (de las hermanas Maruja y Aura) que era el taller que mandaba la parada en ese entonces.

“Solo cinco disfraces componían mi ajuar: uno de garabato, un vestido blanco de cumbiambera, otro de cuadritos rojos, una fantasía para el Bando y otra para la coronación. Un día la coreógrafa Sonia Osorio me disfrazó de ‘Loro’, ¡que fue la locura! para una fiesta en el Club Barranquilla. Ese era todo mi vestuario carnavalero”.

Con su esposo Jaime Child, de quien ella dice: «es el cachaco más barranquillero que he conocido».

El mismo vestido que lució en la noche de su coronación, inspirado en la flor de la cayena, lo llevó durante la Batalla de Flores, desfile que ese año salió de la calle Murillo entre carreras 26 y 27 tomando la carrera 44 hasta la calle 72. Como no existían palcos, todo el mundo veía a las danzas y carrozas desde el bordillo.

Era la época dorada de las verbenas en los barrios, de los salones burreros y casetas, donde actuaban orquestas nacionales e internacionales de prestigio que obligatoriamente tenían que ofrecer una presentación en el Festival de Orquestas y Acordeones (que se celebraba durante dos días seguidos)  en busca del preciado Congo de Oro.  

“Es que yo trabajé muy duro en mi Carnaval. Me pregunté una vez por qué el pueblo no podía bailar con las orquestas que venían aquí. Entonces fomentamos la idea que todos los grupos tenían que tocar un día cada uno para el pueblo y gratis en los salones burreros. Y lo logramos”.

Margarita Rosa como decoradora y diseñadora de interiores dirigió su empresa Donado Design en Bogotá.

El maestro Lucho Bermúdez le compuso una  canción que grabó con su orquesta, una de las agrupaciones más destacadas en la década de los 70.

DE REGRESO A SU TIERRA

Como el hijo pródigo que vuelve a casa, luego de 35 años de estar radicada en Bogotá, donde fundó y dirigió la exitosa empresa de diseño y decoración de interiores ‘Donado Design’, firma que se mantuvo a la vanguardia por sus exclusivos trabajos en el amoblado, decidió regresar a su natal Barranquilla.

 “Dios decidió que llegara mi tiempo para empezar a descansar. Si no hubiera sido por la pandemia yo no hubiera podido tomar esa decisión. Pienso que fue el momento culminante y profesional”, comenta la ex reina, que antes de convertirse en una reconocida diseñadora y decoradora de interiores, también se desempeñó como presentadora del noticiero televisivo 24 Horas.

“Mi carrera es producto de un don maravilloso que Dios me dio, como del buen gusto, por ejemplo, que yo desarrollé. En estos momentos estoy enfocada en ofrecer asesorías a nivel de acabados, diseño y todo lo que tenga que ver con mi profesión. Eso es para mí como una perspectiva diferente de vida”.

Margarita Rosa comenzó en Barranquilla con su propio almacén de diseño y decoración. Su hermana Ana María fue su pupila. “Fuimos aprendiendo juntas, dando traspiés en la vida, pero con el convencimiento que esto era lo que quería hacer. Y hoy cuando abro la puerta de mi casa, con sabor a hogar y respiro esa calidez, definitivamente no me equivoqué ni en el oficio, ni de regresar a mi ciudad”.

Ana María, junto a  su esposo Adolfo, arquitecto, es propietaria de la fábrica de muebles y showroom Casa Schelegel Donado, negocio familiar al que se han incorporado sus hijas Marianna y Daniella.

El haberse vivido tantos años en Bogotá, con su esposo Jaime Child y sus  Steven y Felipe, nunca alejó a Margarita Rosa de su terruño, y menos del  Carnaval. “El que presidió mi sobrina Marianna lo viví intensamente recordando momentos muy lindos. Hoy estoy nuevamente aquí, agradecida con este homenaje por 50 años que volaron. Definitivamente los recuerdos atropellan el alma. Es verdad.!!,

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