Un ajedrez geopolítico sostiene a Nicolás Maduro en el poder. Venezuela es el tablero sobre el que mueven sus fichas Vladimir Putin, presidente de Rusia; Xi Jinping, de China, y los líderes de potencias emergentes como Irán y Corea del Norte. A estos países, Nicolás Maduro les vendió el alma, o, peor, les prometió el manejo de las reservas de petróleo de la Faja del Orinoco.
Con unos 304.000 millones de barriles de crudo, Venezuela posee las mayores reservas de petróleo del mundo, por delante incluso de Arabia Saudí, con 260.000 millones de barriles, un tesoro escondido y de valor incalculable para China y Rusia ahora que Oriente Próximo arde por la guerra en Gaza, que amenaza con propagarse a toda la región.
Desafortunadamente para los millones de venezolanos que votaron por Edmundo González el 28 de julio, con el anhelo de pasar la página de 25 años de hegemonía chavista, las marchas y protestas callejeras no harán que Maduro salga de Miraflores. La presión del presidente chileno Gabriel Boric o la del argentino Javier Milei, tampoco. La prueba está en que, con un fallo de pantomima, el Tribunal Supremo venezolano, al servicio del Gobierno, ratificó la victoria de Maduro sin mostrar acta alguna.
Putin y Jinping fueron de los primeros en felicitar a Maduro tras el anuncio de su victoria hace ya casi un mes. En su mensaje, el asiático dijo que China y Venezuela son «buenos amigos que confían el uno en el otro”, además de “buenos socios que caminan hacia un desarrollo común”. Y dejó claro que «China, como siempre, apoyará firmemente los esfuerzos de Venezuela para salvaguardar su soberanía y dignidad nacionales de injerencias del exterior».
¿Por qué no interviene Estados Unidos?, es la pregunta no solo de la oposición, sino del llamado mundo libre. En esencia, porque la superpotencia mundial ya no es lo que era en 1989 cuando invadió Panamá para sacar por el cuello al general Noriega, y hoy tiene adversarios de su mismo nivel, como Rusia y China, con los que prefiere no abrir un frente de conflicto en su patio trasero. Además, Maduro también llena de petróleo las refinerías del Tío Sam.
Agotados los recursos legales y la presión internacional, con las cárceles llenas de manifestantes y la posibilidad de que González y María Corina Machado sean detenidos por incitar a una sublevación, ¿qué puede hacer la oposición de ahora en adelante? Pues negociar con los dos grandes aliados de Maduro. Cualquier salida a la crisis pasa por convencer a Putin y Xi-Jinping de retirarle su protección.