Nuestra Gente / 26 de agosto de 2023

El artesano callejero que se rebusca vendiendo pulseras y collares

Juan Pablo en su negocio situado frente a la Plaza de la Paz. Allí mismo elabora los accesorios, mientras llega la clientela.

Miguel Utria

Es Juan Pablo Utreta, un venezolano que llegó a Barranquilla hace 7 años, para vender su arte y acomoda el precio de sus accesorios de acuerdo al bolsillo de sus espontáneos compradores.

Pasar por la esquina de la calle 53 con carrera 46, esquina de un reconocido centro comercial, diagonal a la Catedral Metropolitana de Barranquilla y justo a un lado de la estación del Transmetro, es encontrarse con un sencillo, pero muy frecuentado puesto de artesanías.

Es el puesto de Juan Pablo Utrera, un migrante venezolano que se ha ganado la atención de estudiantes y trabajadores del sector por la variedad de productos como manillas, collares, aretes y demás accesorios que son fabricados por él mismo con variedad de materiales, colores y diseños.

Pulseras, collares y manillas tanto para hombres y mujeres, hacen parte del trabajo artesanal.

En diálogo con este artesano, quien llegó a Barranquilla hace siete años, procedente de su natal Maracaibo, nos contó cómo es su trabajo, y cómo se ha ganado a las clientas que cualquier comerciante quisiera tener.

Su día de trabajo inicia a las 9:00 de la mañana y puede terminar a las 6:00 de la tarde o bien entrada la noche, eso depende de la fecha o el acontecimiento que se esté dando en los alrededores de dicha esquina.

Su puesto es una improvisada mesa que arma con una tabla sobre una base de fácil transportación y en la cual exhibe sus atractivos productos, que llaman la atención hasta del más desprevenido peatón del lugar.

Diversos materiales y piedras están a la vista del público.

La variedad de materiales, colores y diseños, son lo que más les gusta a la gente que se acercan a su puesto a solicitar información de los mismos. Estando allí fuimos testigos de lo asombrada que quedó una pareja de extranjeros al escuchar los precios de una manilla que les gustó.

Juan Pablo les indicó con sus dedos que costaba 3, pero los interesados creyeron que se refería a 30 mil pesos, cuando en realidad era 3 mil pesos.

El comentario del señor fue de asombro al compararlo con un precio muy diferente en otro sitio donde habían solicitado información sobre una manilla muy parecida y hecha con los mismos materiales.

Según la calidad de las piedras, el accesorio tiene su valor.

“Aquí usted encuentra precios desde 2 mil pesos hasta de 20 mil, dependiendo del material y de cómo estén los precios de los materiales o de si no están escasos como ahora, que no se encuentran mucho. Entonces uno trata de hacer una pieza que no requiera de mucho gasto para no aumentar los precios”, asegura Juan Pablo.

Indica este artesano que sus mayores clientas son las jovencitas que estudian en los centros universitarios y colegios de los alrededores, pero también damas que trabajan en el centro comercial y empresas del sector. Sin embargo nunca falta el peatón que se detenga y lleve uno o varios de los productos que ofrece.

Los mejores días son los laborales porque es cuando mayor circulación de personas hay por el sector. Pero las fechas cuando mayor venta hace son las previas a celebraciones como el día de las madres, amor y amistad, carnaval y Navidad.

“Aquí llega mucha gente a comprarme manillas, pulseras o collares para hacer sus regalos, en ocasiones me hacen encargos previos o se llevan las tengo aquí exhibidas. Es más, a veces me preguntan por modelos que me muestran en una foto en su celular, y si tengo los materiales se los lleva enseguida, si no, ellos vuelven y yo se los tengo para entonces”, asegura.

Juan Pablo asegura que tenía la inquietud por el arte de crear los accesorios que hoy vende, pero fue solo cuando llegó a Barranquilla que se dedicó a fabricarlos como un método para conseguir los ingresos que le permitieran sobrevivir en una ciudad que no era la suya, y donde era difícil encontrar un empleo.

Manifiesta que desde que inició esta actividad le ha ido bien, que en ocasiones llega a vender más de 300 mil pesos, sobre todo en fechas especiales. De esa venta, el 40 por ciento es ganancia y el resto es inversión.

Su habilidad para fabricar una manilla es tal que asegura que su récord es de tres minutos haciendo una. Sin embargo ello depende del material que esté usando. Si la manilla es tejida con hilo el tiempo invertido es de 10 minutos, sin son chaquiras se demora 5 minutos en promedio y una de cuero puede durar entre 3 y 5 minutos, dependiendo del tejido que la misma requiera.

Juan Pablo acomoda el precio al presupuesto de la persona, porque dice que es importante que la gente lleve un producto y lo pueda mostrar a donde quiera que vaya. Y tiene en su surtido manillas y collares para niños, jovencitos, damas, caballeros, de variados modelos, materiales y precios.

“Usted puede encontrar manillas desde 2 mil pesos, que son las más juveniles, como para niños de escuela; hay para caballeros ya adultos, con precios desde 8 hasta 15 mil pesos; las de acero inoxidable con piedritas de cuarzo y las de cuero de colores son las más costosas, esas pueden tener un precio de entre 8 y 15 mil pesos”, apunta el joven artesano.

Indica que piezas de artesanías iguales o similares a las suyas, se encuentran en centros comerciales o almacenes, en precios que oscilan entre 10 mil y 30 mil pesos. Además de su puesto satélite exhibe sus creaciones y modelos que puede fabricar en su cuenta deterra32, en Instagram.

“Yo estoy bien con los precios que tengo, porque como trabajo todo el día, produzco para comer y pagar el arriendo. No niego que hay días en los que solo vendo 20 mil pesos que no me alcanzan para pagar el arriendo y la comida, pero donde yo duermo me conocen y me esperan hasta una semana hasta que yo reúna toda la plata para pagar. Pero son pocas las veces que he tenido esos problemas porque todos los días algo vendo”, puntualiza Juan Pablo.

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