Juan Alejandro Tapia
Columnista / 9 de septiembre de 2023

Exfutbolistas con micrófono

La de los exfutbolistas que opinan en los medios de comunicación y ocupan las sillas que antes eran exclusivas de los periodistas, sin importar si entienden el deporte que practicaban, es una tendencia mundial que surge de la decisión de las grandes cadenas de noticias deportivas de incluir en sus espacios una visión del juego distinta a la del reportero. El punto de vista de quien lo ha vivido, de quien ha pisado una cancha y habla desde su experiencia. En principio, el aporte de los exjugadores era anecdótico y controlado a cuentagotas, pero con los años han terminado por ampliar su radio de acción al análisis e incluso al cubrimiento informativo.

La escuela argentina, que irrumpió como un huracán en Colombia desde finales de la década del 90 a través de canales de cable como Fox Sports, Espn, TyC y la extinta PSN, ha sido por más de veinte años la mayor influencia de la prensa deportiva nacional: programas calcados, modismos adoptados sin importar su incongruencia, ambientación de charla de amigos, en fin, hasta las maneras y la forma de vestir de los conductores del sur del continente son las mismas de los periodistas locales. Una avalancha cultural que arrastró también a exfutbolistas y técnicos colombianos a las puertas de las emisoras y los estudios de grabación. 

Simplemente Fútbol, de Quique Wolf, con su «caprichosa» en las manos, y Fútbol de Primera, del viejo Macaya Márquez, son todavía referencias audiovisuales para la televisión nacional, y qué decir de 90 Minutos, el programa de debate conducido por el ‘Pollo’ Vignolo que ha sido el modelo de todos los de su especie en Colombia. Fue en ese espacio donde los exfutbolistas ganaron su partido frente a las cámaras. Veinte años después de que su presencia se volviera habitual en las pantallas, en una puerta giratoria entre las canchas y los platós, pueden dividirse en dos grandes grupos: los Ruggeri y los Latorre.

Los primeros son personajes divertidos, cajas de música que, al abrirlas, dejan salir los ecos de melodías perdidas en el tiempo. El defensor central y campeón del mundo Óscar Alfredo Ruggeri es el principal exponente de este grupo de exfutbolistas, que ha encontrado en los recuerdos de sus épocas de gloria un sustento digno y rentable tras su retiro de los campos de juego. Gran conversador y con una historia o una confidencia siempre bajo la manga, su carisma lo ha convertido en una de las estrellas de la televisión argentina. Aunque también es una voz autorizada en materia táctica, y sus aportes enriquecen a los periodistas que gravitan en torno a su personalidad arrolladora, su éxito está sustentado en la explotación de las vivencias acumuladas durante su larga trayectoria como jugador profesional. 

Ejemplos de esta línea en Colombia son Faustino Asprilla, Víctor Aristizábal, Faryd Mondragón, pero ninguno con la desenvoltura del excapitán de la ‘albiceleste’, experto en desvelar los famosos «códigos» de camerino que tanto defiende. Es decir, en dar a conocer las intimidades de sus excompañeros y las curiosidades propias de un partido o una concentración. Ruggeri es el modelo clásico del exfutbolista con micrófono que cumple la doble función de divertir y opinar sin entrometerse en los asuntos periodísticos, contrario a Diego Latorre, para muchos el mejor comentarista del continente.

Comparado en sus inicios con Maradona, ‘Gambetita’ Latorre despuntó en Boca Juniors a finales de los años 80 como un talentoso volante con visión de juego y llegada a gol. Crack por donde se le mire, su carrera no tuvo el final esperado: en 2005 colgó los guayos en los Alacranes de Durango, México, luego de pasar por Comunicaciones, de Guatemala. Tres años después entró al panel de 90 Minutos y el resto es historia: analista de todas las facetas del juego, utiliza su experiencia en las canchas para tender un puente entre la táctica y el televidente sin dejar de lado el aspecto emocional del futbolista. Respetuoso, serio al extremo y dueño de un vocabulario fluido es la cara a mostrar de Espn en las transmisiones de Libertadores y Champions. Ejemplos de esta línea en Colombia, pocos: quizá el Jorge Bermúdez de sus primeros años, pues el de ahora debería declararse impedido por su condición de dirigente de Boca. Latorre es, entonces, la excepción; Ruggeri, la norma.

El problema surge cuando los del primer grupo pretenden o son presionados por los medios de comunicación para saltar al segundo. Cuando los Ruggeri quieren ser como los Latorre. Lo vimos en el intento fallido de Martín Arzuaga por convertirse en reportero de la noche a la mañana solo por llevar un micrófono con el logo de Espn. Las redes sociales le cayeron con todo al ‘Toro’ de Becerril por no ser capaz de articular una pregunta sencilla para el jugador Santiago Arias en las afueras del hotel de concentración de la Selección Colombia en Barranquilla. 

También llovieron críticas para los productores del canal y para los «colegas» periodistas de Arzuaga, quienes lo mandaron a la guerra sin reparar en que no es lo mismo contar anécdotas u opinar sobre un partido que el cubrimiento de una noticia. «Él es el menos culpable. La actitud, postura del cuerpo, del micrófono, etc, son técnicas que se aprenden para captar la atención y abordar al personaje», escribió en su cuenta de X el comentarista deportivo Hollman Feliciano. Zapatero a tus zapatos sería el lugar común, pero no se trata de prohibir el acceso de exfutbolistas y técnicos a los medios, sino de limitarlo de tal forma que los que reúnan las condiciones para ir más allá del entretenido recuerdo de sus carreras sean capacitados con rigurosidad para enfrentarse al público y no quedar en ridículo.

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