Dr. Rodolfo Vega Llamas
Columnista / 19 de marzo de 2022

Felicidad vs. tristeza

«Aceptar la vida tal como es, te libera del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionista”: Tal-Ben-Shabar. No es fácil diferenciar la felicidad de la tristeza. Khalil Gibran decía: ”cuando te sientas feliz, mira al fondo de tu corazón y verás que lo mismo que te dio dolor, te está dando alegría. Cuando te sientas triste, mira otra vez dentro de tu corazón y verás que en verdad estás llorando por aquello que te había dado placer.”

Hay frases como “lágrimas de alegría” o “lágrimas de felicidad,” sin embargo, después de llevar a cabo diversos estudios sobre este tipo de expresiones, aparentemente contradictoria, se ha podido comprender por qué muchas personas lloran cuando son felices; la conclusión es que el llanto modera nuestras sensaciones de felicidad ante experiencias positivas muy intensas. Todos luchamos por ser felices, y me atrevería a decir que la felicidad es casi una meta del ser humano, ¿quién no quiere ser feliz? ¿Pero será la felicidad algo subjetivo o algo objetivo? Es creer que la felicidad llegara cuando una vez hayamos logrado algo concreto.

Pero en ese proceso de buscar la felicidad, a veces perdemos el norte, perdemos la alegría de esas pequeñas cosas que pasan a diario, y nos olvidamos de cosas tan hermosas que ofrece la naturaleza y la vida, tan simples y baratas como mirar y disfrutar un amanecer o un atardecer, un paisaje, admirar las montañas, los valles o escuchar una canción, caminar a la orilla del mar, leer un libro, una poesía, reírse con amigos, un cine, un café, oler el aroma de la naturaleza, aprovechar más nuestro sentido.

Hace 200 años Jeremy Bentham, un joven de inteligencia poco común y de una familia acomodada, revoluciono la sociedad. Fundó el Utilitarismo de Bentham, que tenía un objetivo muy claro: lograr la felicidad para el mayor número de personas posibles. Propuso la idea de tener una manera de calcular la felicidad basándose en una clasificación de criterios para diferenciar el dolor del placer, basado en una fórmula matemática. Lo importante de la propuesta era saber lo útil o poco útil de cada situación, dependiendo de lo feliz que nos hiciera según la formula. Pero el genio de Jeremy Bentham, no sabía que la felicidad está en el cerebro y no hay fórmulas claras para el cerebro. La felicidad no es una fórmula matemática donde uno más uno son dos. La felicidad está influenciada por nuestro entorno familiar, social y cultural, estos determinan en gran medida lo que la felicidad puede significar para ti. Lo que hace feliz a un japonés no lo hace a un norteamericano, y esto se ha demostrado en infinitos estudios de sociología.

Tristemente, la felicidad hoy en día es sinónimo de tener cosas materiales, casa, carro, estatus, viajes e incluso, hasta más que tener amigos, familia y profesión. La triste conclusión que he llegado, es que el ser humano se siente más feliz por lo que tiene, que por lo que es. Hay estudios hermosos donde se tomó una población y se le dio momentos de felicidad y a otra población se le dio momentos de tristeza, y se les realizó resonancia magnética funcional, y la sorpresa fue que los que sintieron felicidad se observaba en el cerebro sobre todo en la ínsula, como se iluminaba. El cerebro tiene miles de millones de neuronas que se conectan por impulsos eléctricos, entre sí; estas pueden reaccionar a diferentes estímulos externos e internos, y estos están conectados con el corazón y el colon, manteniendo una conversación entre estos tres órganos en momentos de felicidad y de tristeza, Aristóteles decía que el corazón era el que pensaba y el cerebro servía para enfriar la sangre, equiparaba el cerebro con un radiador, cerebro tan brillante y con esta teoría obsoleta, en otras palabras que en el corazón se encontraba la felicidad y el amor.

Pero no olvidemos que también existe el gen de la felicidad que le correspondería al alelo A de la Amida Hidrolasa de ácidos grasos, estas personas tiene un umbral al dolor disminuido. La gran incógnita es ¿Cómo ser feliz de manera permanente? Una mente brillante como la de Martin E.P. Seligman, fundador de la psicología positiva, autor del libro, ‘La auténtica felicidad’ concluye que alcanzar la felicidad plena es posible y que no depende del dinero, sino de potenciar lo positivo que cada persona lleva en su interior, y que definitivamente no depende de lo material. La felicidad depende de nuestras relaciones sociales. Definitivamente estamos hechos para socializar. La soledad y la exclusión solo causan dolor y deterioran nuestra salud.

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