Estoy convencido de que en la tierra hacen falta personas que trabajen más y critiquen menos, que construyan más y destruyan menos, que prometan menos y resuelvan más, que esperen recibir menos y dar más, y que digan mejor ahora que mañana. En ocasiones creo inteligente, es quien solo cree la mitad de lo que oye, pero brillante es aquel que sabe que mitad creer. No se nos puede olvidar que el éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos día tras día. Tenemos que sudar cada logro, pero lo más importante es la decisión de intentarlo. En ocasiones le tenemos miedo al fracaso y por eso no intentamos comenzar un proyecto, generar, soñar; nos invade el temor a perder, pero nunca olvides que estás más que capacitado, eres increíble, únicamente tienes que confiar en ti mismo.
Si tú sabes lo que vales, tienes que luchar por lo que mereces; si estudiaste en una universidad, o si no estudiaste por motivos económicos, ve definitivamente en dirección de tus sueños, vive la vida que imaginas tener. Los sueños no tienen fecha de caducidad, solo hay que tener el coraje de perseguirlos. No consideres en lo que te dijeron en el colegio, tus amigos o tus padres, exclusivamente cree en tu instinto, en tu corazonada, como dice Charles Bukosky: “invéntate y vuelve a inventarte, cambia tanto de forma y de tono, que no puedan encasillarte jamás”. Como escribió mi hija Juliana en el libro ‘Tengo una Corazonada’, que escribimos juntos, en su capítulo la magia de reinventarse. Ella dice (palabra más, palabras menos) que todos estamos en una zona de confort, y nos cuesta trabajo salir de esa zona, exclusivamente porque tenemos el control de nuestras vidas y eso nos da felicidad. Pero en realidad ¿No será una costumbre enmascarada de placer? ¿Será esa la auténtica felicidad? ¿Será placebo momentáneo?
La vida, dice ella, es como el viaje que realiza el agua, desde que nace de su fuente de nacimiento hasta que llega al final a su desembocadura en el océano, y en ese trayecto, encuentra rocas, obstáculos, sin sabores, así es la vida, desde el día que nacemos hasta el día que morimos, nos toca enfrentar problemas, y aprender a resolverlos, y cada problema nos da la experiencia para resolver el siguiente y así sucesivamente….
Lo importante es dar siempre lo mejor y así cosecharas lo que siembras, disfrutar el camino, la meta algún día llegará, hazlo con pasión, sueña cada día con el objetivo, asesórate, recuerda que siempre tenemos que formar un equipo, el trabajo en equipo gana campeonatos, si trabajamos solos, solamente ganamos partidos.
Y cuando digo que hoy es tu día, lo digo en todo sentido, familiar, sentimental, laboral, social; pasa la página, no te arraigues al pasado, no pierdas noches pensando en tus errores, corrige, comienza nuevamente, si hay que perdonar, pues perdona, si hay que corregir pues corrige, si hay que aprender, pues aprende. Y lo más relevante, si hay que olvidar para ganar, pues olvida. Pero cada día hay que intentarlo de nuevo, cada día es un nuevo amanecer, cada día sale el sol para darte una nueva oportunidad, y eso hay que aprovecharlo hasta el último suspiro.
En ocasiones toca llorar, pero después viene la risa; en ocasiones toca sufrir, pero posteriormente viene el gozo. Mi padre me decía, solo vivimos 80 años, pero morimos para toda la vida. El día que falleció mi padre, creí que había muerto parte de mí, me sentía vacío, triste, pero luego recapacité y me dije: tanto esfuerzo que hicieron mis padres para que fuera médico, para verme triunfar; tanto sudor que derramaron para pagar matrículas caras y tenerme en una excelente universidad de Colombia. No podía derrumbarme por su muerte, tenía que hacerle honor a tanto esfuerzo, y la única manera era pasando la página y seguir adelante, y sacar adelante mi familia, mis hijos, llevarlo en mi corazón es la mejor salida.
Por eso pienso que la gran tragedia de la vida no es la muerte. Es dejar de reír, de amar, de soñar. Es aquello que dejamos morir dentro de nosotros mientras estamos vivos.
