La arquitecta barranquillera es creadora de la figura de ‘Vigías del patrimonio’, que trabajan incansablemente en defensa de esta riqueza.

Los siete días de la semana Katya González vive pensando y trabajando en defensa de la riqueza patrimonial con que cuenta el país, y aunque asegura que son muchas horas al día, no se atreve a decir cuántas dedica a esta bella labor.

La defensa del patrimonio  del país nació hace ya 25 años, cuando en Colombia no se hablaba del término, y cuando quizás no sabíamos qué significa todo eso.

La arquitecta barranquillera fue nombrada en el ministerio de Cultura como directora de Patrimonio Nacional de ese entonces, y al llegar allí entendió que eso no era posible hacerlo ella sola y sentada en una silla en su oficina en Bogotá.

Decidió que para ello necesitaba de muchas personas, en todo el país, por lo que comienza a cranear la idea de una figura para dicha labor y a buscarle un nombre a la misma.

Asegura que cuando llega al ministerio había que proteger alrededor de 4000 monumentos, hoy día hay más 5000, pero además están los centros históricos en las ciudades del país de los que la gente pedía atención cada día.

“Entonces me doy cuenta que hay mucha gente a la que le gusta el tema de proteger lo que ellos consideran patrimonio y se dedican a eso. Y se me ocurrió que debíamos tener grupos de personas en las ciudades con ese sentimiento. Y también entendí que su trabajo debía ser voluntario porque no había plata para pagarles”.

Con esa idea, y sabiendo que el patrimonio no eran solo las construcciones, sino lo natural, lo intangible, las manifestaciones culturales, etc., y que necesitaba un nombre para esas personas que iban a trabajar con ella, le consulta el nobel Gabriel García Márquez, quien fuera su padrino de bautizo, a lo que él acepta ayudarla con el nombre.

VIGÍAS

“Entonces él me dice que lo que yo le decía era como querer proteger el horizonte, es decir una línea infinita la cual es protegida por un faro guiado por una persona llamada vigía. Es cuando me sugiere que le ponga al programa ‘Vigías de patrimonio’, así nació el nombre”.

En ese entonces el ministro de Cultura era Alberto Casas Santamaría, fue reemplazado por Juan Luis Mejía con quien arrancó el programa en firme, según recuerda. Y entonces comenzó la promoción del programa que llegó a todos los rincones del país, y a llamar la atención de los arquitectos de las universidades, pues en ese entonces eran ellos los únicos que dominaban el tema de patrimonio.

“De ahí comenzamos a juramentar vigías en todo el país y el programa se volvió internacional, hasta el punto que en Venezuela quisieron tener esa figura y nos fuimos a la Universidad de Caracas para ayudarles a armar el programa. También creamos vigías en Panamá y Chile, y recibimos un condecoración de parte de la Unesco como el programa más creativo que había en ese momento”.

Destaca la arquitecta que la gente se tomó tan en serio el programa que lo ha defendido a capa y espada, y ello ha servido para que los gobiernos lo hayan mantenido en el tiempo. “Cuando uno se apropia de algo lo defiende y no deja que se lo quiten, y este año ya cumplimos 25 con el programa”.

En la actualidad el programa cuenta con alrededor de 13 mil vigías del patrimonio en todo el país. Cuando se dio el tema de la pandemia muchos se alejaron, pero nuevamente se han reactivado los voluntarios. La motivación para ellos depende de que sus proyectos e ideas se vuelvan realidad, según indica la arquitecta.

Un proyecto que busque la declaratoria de patrimonio a nivel nacional debe cumplir con ciertos requisitos y pasar por varias etapas como la de ser aprobados inicialmente en el Municipio, luego el Departamento y posteriormente la Nación. Además debe ir acompañado de una referencia histórica, una motivación y ser sustentado.

En la actualidad Barranquilla es la única ciudad en el país que tiene dos centros históricos declarados bienes patrimoniales en protección que son el sector de Alto Prado y Bellavista y el distritito Central, los cuales cuentan con su Plan Especial de Majeo y Protección.

UNA PASIÓN

“Para mí esto es una pasión. Casi que soy adicta a este trabajo de defensa del patrimonio, y eso me enorgullece. Hace 25 años la gente casi no sabía lo que es patrimonio y ahora dicen con satisfacción: ‘Es que somos patrimonio mundial’ y no te imaginas lo que yo siento cuando escucho eso”.

“Lo de la declaratoria del Carnaval fue una cosa impresionante, y hoy mi sueño es que el centro de Barranquilla, que tiene los edificios más hermosos, se salve verdaderamente, y eso no se salva con más calles, más edificios y más andenes, sino cuando la gente vuelva a vivir en el centro, y para eso se necesita hacer un gran proyecto por manzanas, que motive a la gente a volver”.

“Cuando la gente vuelva a poner sus matas en los balcones, a sacar las mecedoras a las terrazas, que cuelgue la ropa en las barandas, ese día digo que el centro se salvó. Por eso es que no descanso y por eso quiero vivir 25 años más. Yo no creo en un plan de recuperación sin viviendas. Eso es botar la plata”.

“Cuando yo llego a Barranquilla tengo que ir a Bellas Artes, porque siento que me muero si no veo cómo va. Es una cosa que se lleva por dentro. Lo bueno de Barranquilla es que la gente es comprometida, Bellas Artes va a quedar hermoso porque hay un equipo de profesionales que son muy buenos”. Indicó que todo el tiempo está revisando qué más hacer para mejorar las cosas y aseguró que con motivo de los 500 años de Santa Marta, trabajará para que su Centro Histórico vuelva a ser el de antes.