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La pandemia que nos agobia también afectará la programación de la tradicional celebración religiosa de este 16 de julio, una de las que más fieles congrega. Por primera vez será virtual.
El jueves a las 7 de la noche el sacerdote Rubén Darío Cuervo presentaba excusas a los feligreses por los inconvenientes técnicos en la transmisión de la novena a la Virgen del Carmen, vía Facebook Live.
“Vamos a ver si ahora sí nos funciona la señal, así que ánimo no nos vamos a dejar ganar por las dificultades, que la virgencita nos va a ayudar”, decía el religioso al parecer poco diestro en el manejo de la tecnología.
Esa vez Cuervo hablaba frente a una cámara rodeado de algunos colaboradores inmediatos, mientras daba la bienvenida al segundo día de rezos.
Por efectos de la pandemia no hablaba desde el púlpito de la iglesia situada en el barrio El Prado.
Extrañaba las decenas de fieles que cada año se unen a una de las fiestas católicas más “taquilleras”, por así llamarlas en relación a la gran convocatoria que despierta.
El padre Cuervo preside todos los dias a las 7 de la noche la novena que se prolongará hasta el 15 de julio. Ese último día del novenario, acorde con el aislamiento obligatorio, la parroquia ha pedido a los feligreses que a las 8 p.m. enciendan velas en las terrazas y balcones de sus residencias.
El 16, fecha clásica de la Virgen, habrá una eucaristía a las 7 p.m., la bendición de los niños y la consagración de los devotos y los hogares.
Una programación virtual muy diferente de las masas de católicos que cada año asisten a encomendarse a la patrona de conductores, marinos y pescadores.
Uno de esos fieles, Germán López, taxista desde hace 25 años, confiesa que acogiéndose a los nuevos tiempos en medio de esta pandemia, encenderá una vela en su casa del corregimiento de Juan Mina para orarle, como siempre hace, a la que considera “su protectora”.
Cuenta que todos los días sale a trabajar las 6 de la mañana, y lo primero que hace es pedirle a la Virgen de Carmen que lo guíe como lo ha hecho siempre.
“Me persigno y me encomiendo a la patrona, y hágale a ‘bolear’ que voy protegido”, asegura este barranquillero de 50 años que sobre su espejo retrovisor lleva varios escapularios con las imágenes de Jesucristo, el Divino Niño y, desde luego, la Virgen del Carmen.
Recuerda que por tradición todos los 16 de Julio madruga a la parroquia del barrio El Prado para que bendigan su taxi, luego compra dos veladoras y dos estampas para llevárselas a su papá, Manuel López.
Al enterarse que por primera vez no habrá celebración masiva debido a la pandemia, su reacción es que lo importante es no perder la fe.
“Hay que orarle a la virgencita para que acabe rápido con este virus”, sostiene.
Lo mismo piensa Juana María Martínez, vecina del barrio El Carmen, que desde niña es fiel a la Virgen. “Esta vez no será lo mismo, porque a nosotros nos gusta orarle, pero también bailarle”, confiesa con enorme sonrisa esta mujer de 55 años.
Juana rememora que a los 15 años sus hermanos mayores la llevaban a una casona de esquina en el Viejo Prado, donde hoy funciona una de las sede de la Universidad Simón Bolívar, a presenciar una de las fiestas más ruidosas en honor de Nuestra Señora del Carmen.
“A esa casa entraban los cantantes vallenatos de moda, la calle la cerraban para prender fuegos artificiales. Era una parranda que duraba días, muy famosa”.
Esta devota se refiere a la fiesta que año tras año, en épocas del narcotráfico llamado ‘Bonanza marimbera’, ofrecían familias oriundas de La Guajira, seguidoras fervientes de la Virgen del Carmen.
“Voy a encender muchas velas y a rezar para que todo esto tan maluco pase”, asegura la fisoterapeuta que trabaja en un consultorio privado de Barranquilla.