El Foro Mundial de Desarrollo Local convirtió a la capital del Atlántico en epicentro de debate global, con una asistencia récord para América Latina.
En Barranquilla, el Caribe se transforma. Lo hace a ritmo de tambor y mar, pero también de diálogo internacional, inversión responsable y alianzas globales.
Así quedó demostrado tras la realización del Foro Mundial de Desarrollo Local de la OCDE, un evento histórico para la ciudad y para Colombia: por primera vez, una sede fuera de Europa acogió este espacio de debate, planeación y cooperación de alto nivel.
Durante tres días, la capital del Atlántico reunió a más de 6.000 participantes de 38 países, líderes que llegaron para compartir experiencias, exhibir logros y plantear soluciones a desafíos comunes: desigualdad, desempleo, economía verde, innovación y gobernanza.
Barranquilla que hace apenas una década vivía rezagada en indicadores clave hoy se ubica en el mapa como ciudad laboratorio de políticas públicas sostenibles y transformaciones urbanas de alto impacto.
UNA CIUDAD ANFITRIONA A LA ALTURA
Detrás de este hito hay cifras contundentes. Según la Asociación Hotelera y Turística de Colombia (Cotelco), Barranquilla ofreció más de 300 hoteles con una capacidad superior a 16.000 camas, cifras que permitieron atender la demanda de alojamiento con una ocupación promedio del 75 %, llegando a picos cercanos al 95 % en zonas clave como el norte de la ciudad y el renovado corredor turístico del Gran Malecón.
Los ingresos directos para el sector turístico se estimaron en más de 12.000 millones de pesos, considerando hospedaje, transporte, gastronomía y consumo general.
Cada visitante internacional, de acuerdo con ProBarranquilla, tuvo un gasto diario promedio de 3,5 millones de pesos, dejando una derrama económica que beneficia a hoteles, taxistas, restaurantes, guías, comercios y operadores logísticos.
Esta no es una cifra aislada. Barranquilla lleva años fortaleciéndose como sede de grandes encuentros internacionales. En los últimos ocho años, se han realizado más de 100 eventos sectoriales con 69.000 asistentes y un impacto económico superior a los 53 millones de dólares.
El Centro de Convenciones Puerta de Oro, epicentro de este foro de la OCDE, se consolida como el corazón de la estrategia de turismo de reuniones (MICE) para el Caribe colombiano.
UN LEGADO URBANO Y SOCIAL
Sin embargo, más allá de los números, el verdadero legado se lee en los barrios, las calles y las comunidades.
El Gobierno Distrital aprovechó la vitrina de la OCDE para mostrar los resultados de proyectos que, en la última década, redefinieron el rostro de la ciudad: desde la recuperación del Centro Histórico hasta el Ecoparque Ciénaga de Mallorquín, el Gran Malecón, la restauración de la playa Puerto Mocho y la intervención de barrios a través de programas como Mi Techo Propio, huertas comunitarias y comedores populares.
De hecho, más de 8.000 hogares se han beneficiado directamente de estrategias de vivienda digna y seguridad alimentaria, mientras que iniciativas de economía circular y restauración de ecosistemas refuerzan el compromiso ambiental.
Todo esto, enmarcado en el concepto de economía azul, un modelo que busca armonizar desarrollo y conservación en un territorio que respira mar y manglar.
El foro fue, además, un espacio para visibilizar casos de éxito de participación comunitaria y reducción de brechas: en la última medición del DANE, Barranquilla registró una tasa de desempleo de 10,5 %, ligeramente inferior a la media nacional.
La informalidad, uno de sus grandes retos, bajó del 55,3 % al 49,5 % en solo un año, mientras que la población ocupada superó las 612.000 personas, sumando más de 20.000 empleos nuevos formales.
TURISMO SOSTENIBLE Y ECONOMÍA NOCTURNA
El impacto del foro rebasó los muros del centro de convenciones. Durante los días del evento, miles de visitantes recorrieron el Malecón del Río, exploraron la Ciénaga de Mallorquín y disfrutaron de la creciente oferta de economía nocturna: bares, restaurantes, música en vivo y cultura caribeña que prolonga la jornada más allá de la oficina.
Las cifras confirman la tendencia: el Malecón, emblema de la Barranquilla renovada recibió en promedio 3.500 visitantes por jornada de foro, el 71 % de ellos provenientes de fuera de la ciudad.
Esta apuesta por diversificar la oferta turística amplía la estadía promedio de los visitantes de negocio y potencia nuevos nichos como el ecoturismo comunitario.
UN MENSAJE CLARO AL MUNDO
Barranquilla no improvisó su papel como sede de la OCDE. Lo hizo respaldada por indicadores de estabilidad económica y fiscal. En 2024, la ciudad generó un Producto Interno Bruto cercano a los 50 billones de pesos, concentrando el 64 % del PIB del Atlántico.
Sus ingresos tributarios crecieron de manera sostenida: el predial aumentó un 28 % y la industria y comercio subieron un 36 %, superando el billón de pesos, una muestra de confianza inversionista y formalización.
A esto se suman logros como el impulso de la vivienda de interés social: solo en 2024, Barranquilla fue epicentro de un crecimiento del 155 % en ventas de VIS y del 149 % en vivienda de interés prioritario, jalonado por programas como Mi Techo Propio y la estabilidad en tasas de crédito.
UNA BARRANQUILLA QUE NO SE DETIENE
Tras el cierre del foro, queda claro que Barranquilla no se limita a contar lo que hace bien: muestra resultados tangibles y, sobre todo, abre puertas para que otros territorios del Caribe colombiano puedan replicar buenas prácticas en economía verde, inclusión y competitividad.
La presencia de la OCDE es más que un aplauso internacional: es un recordatorio de que el progreso requiere constancia, alianzas y visión de largo plazo.
Con sus nuevos parques, su Malecón vibrante, su aeropuerto modernizado y su gente como principal motor, la ciudad envía un mensaje: el Caribe colombiano puede ser ejemplo de desarrollo sostenible para América Latina y el mundo.