En el número 1600 en Times Square, en pleno corazón de Broadway, entre los miles de letreros luminosos que compiten en brillo e imagines, no pasan desapercibidas las chispitas de colores de los M&M, que invitan a visitar la megatienda de chocolates que despierta ese niño que todos llevamos dentro.
Esas inofensivas pastillas de chocolate de leche recubiertas de azúcar, que han endulzado la vida de los soldados desde la Segunda Guerra Mundial, de los astronautas y de millones de niños en las noches de Halloween, deben su origen a Forrest Mars y R. Bruce Murriec, quienes en 1939 compraron los derechos de la inglesa Smarties e introdujeron el producto en el mercado estadounidense con las iniciales de sus apellidos: M y M.
Al principio, los M&M eran solo de color marrón y tenían la ventaja de no derretirse en la mano, como las barras de chocolate con el calor o el manoseo. Por eso, los soldados americanos que combatieron en la Segunda Guerra Mundial en 1941 fueron los primeros en llevar consigo alargados pastilleros cargados de M&M como fuente de energía.
Nueve años más tarde, en 1950, cuando empezaron a aparecer imitaciones, la M impresa en cada pastilla de chocolate se convirtió en un sello indeleble de la marca acompañada del slogan: `busca la marca en cada pastilla´.
Con el paso de los años fueron apareciendo distintos colores hasta completar un verdadero arcoíris. Hoy son 21.
Si bien la primera pastilla de M&M fue café, del color del cacao, en 1954, entraron al mercado dos nuevos colores brillantes y atractivos a la vista, el rojo y el amarillo. Ese mismo año innovaron con el maní cubierto de chocolate y recubierto de azúcar, con su tradicional empaque en bolsa amarilla, internacionalmente apetecido.
Su fácil manejo, poco volumen y valor calórico fueron garantía para que la NASA las incluyera entre los alimentos que llevaron al espacio los astronautas del primer transbordador espacial. Así mismo, en 1984, con muchos otros colores ya en el mercado, fue escogido como el snack oficial de los Juegos Olímpicos celebrados en Los Ángeles, California, con la participación de 6.829 atletas de 140 países que compitieron en 21 disciplinas deportivas.
La marca no improvisa al introducir cada nuevo color. Cada uno de ellos tiene un ritual y una caracterización, bien sea un personaje o una mascota, con su personalidad, estilo e historia que refuerza el concepto de diversión que atrae al consumidor.
Fue así como en los 70, para la presentación de la M naranja, la personificaron como temerosa, con los zapatos desamarrados y temblorosa. Todo por ser la única de relleno crocante, lo que la hace más apetecida y siempre luce asustada y estresada de ser engullida por los choco adictos, mientras que la verde, que vio la luz en 1997, la perfilaron como femenina y coqueta.
No es sino entrar al mundo de M&M en Times Square para aspirar ese delicioso e indiscutible y embriagante aroma del chocolate en sus más variados sabores y diferentes tonos como el azul bolita, el verde pistacho, el lila y `la señora Brown´, que marcó el regreso del original color marrón e hizo su debut en el Super Bowl del 2012.
En tiempos recientes, los aficionados al chocolate representados en sus mayores consumidores, hacen parte en la selección de nuevos colores y sabores mediante votaciones que promueven, apoyados en la tecnología. Es así como uno de los más recientes en entrar al mercado es `crunchy mint´, votado por el público en 2018.
De pequeña siempre escuché que “An apple a day keeps the doctor away”, pero yo opino que un chocolate al día nos endulza la vida y nos hace felices. Manos a la obra.