Lo último / 11 de julio de 2020

Las wedding planners, de brazos cruzados

Rita May frente algunos de sus bellos arreglos de plantas y flores naturales para una de las bodas en Barranquilla.

Zoraida Noriega

Asesoras y decoradoras de celebraciones nupciales y otros eventos están pegando el grito en el cielo porque sus trabajos están paralizados desde que comenzó la pandemia.   

Tal como ha ocurrido en casi todos los negocios por culpa de la crisis sanitaria, uno de los oficios que hasta antes de comenzar la pandemia estaba en pleno auge, especialmente en Barranquilla y Cartagena, era el de  wedding planner o persona encargada de planificar grandes festejos nupciales.

Hoy, quienes se desempeñan en este sector están de brazos cruzados, mirando el techo. Esperando que algunas de las celebraciones matrimoniales que venían planificando y que tuvieron que quedar ‘congeladas’, se realicen. También primeras comuniones, grados y fiestas de quinceañeras que no se pudieron llevar a cabo por la misma razón. 

Es un trabajo bonito, pero duro y arduo, porque requiere mucho tiempo y esfuerzo en la gestión de todas las tareas necesarias y la coordinación del más mínimo detalle de una boda. Las wedding planners era un gremio con gran futuro laboral, el que más se movía, especialmente entre Barranquilla y Cartagena, ciudades muy apetecidas para las parejas próximas a dar el sí.  Y lo más importante, de este oficio también depende mucha gente: músicos, decoradores, luminotécnicos, utileros, ayudantes y meseros, entre otros, que también quedaron sin recibir ingresos.

TODO EN STAND BYE

Ruby Palma, de quien podría decirse es la pionera en asesoría y  organización de grandes celebraciones desde hace 40 años, reconoce que la pandemia “nos ha golpeado tanto como a los restaurantes. Esto me ha dado tristeza, soledad, y angustia. ¡A mí se me fueron todos los eventos! Como yo planeo una boda durante 5 meses trabajando día y noche, hasta octubre, tenía previstos 4 matrimonios”. Quedaron, como decimos acá, “como las novias de Barranca”.

Ruby Palma, la más veterana en asesorar y
coordinar bodas y otros grandes eventos.

Caso parecido le ocurrió a Rita May, quien lleva 15 años como decoradora y también planificadora de eventos.   “Esto ha sido un freno de mano, quedamos con los crespos hechos. La semana que el Gobierno decretó el cierre, tenía todo montado para un quinceañero. La cumplimentada se quedó con tarjetas repartidas a 100 invitados, vestido, fiesta, etc, pero no se pudo hacer. Yo también tenía muchos proyectos para el segundo semestre del año, pero nadie alcanzó a contestar las cotizaciones que les enviamos. Gracias Dios, ocurrió. Eso me dio tranquilidad”.

Por su parte, Emita de Lapeira dice que en los 53 años que lleva ornamentando bodas y otras actividades de carácter social, jamás le había tocado permanecer tanto tiempo en stand by  en su oficio. “Llevo 14 años decorando la celebración de las primeras comuniones del Colegio Parrish, pero por ahora no hay luz verde hasta tanto se acabe la pandemia”.

La actual presidenta del Club de Jardinería, Silvia de Merlano, es otra de las wedding planners reconocidas. Como tal  lleva 7 años, aunque mucho atrás ya venía colaborándole a todos los que la llamaban, en especial sus amistades, que conociendo su talento y buen gusto le pedían que las ayudara  en la coordinación de quinceañeros, matrimonios, etc. “Yo metía la cucharada en todo. Y como me seguían llamando fui adquiriendo más conocimientos”.

Con nostalgia contó que el 23 de mayo tenía lo que ella llama “la boda soñada”. “Todo estaba listo, con orquesta, menú, mantelería, adornos, etc. Era una fiesta para 250 invitados, muchos de los cuales venían del exterior que se quedaron con los tiquetes comprados. Las tarjetas ya estaban en procedimiento pero tuvimos que mandarlas a parar, la novia tuvo que suspender la elaboración de su vestido y hasta lista la luna de miel a Europa la cancelaron, es decir quedó todo paralizado”.

Dice que por lo pronto, la pareja se va a casar en una ceremonia civil muy íntima, pero el año entrante lo hará por la iglesia, y seguramente habrá fiesta.

Silvia de Merlano hojea uno de los álbumes que registra con fotografías los trabajos que ha realizado como wedding planner

YA NO SERÁ LO MISMO

Para Ruby Palma, una buena asesora de bodas debe estar  enterada de todo para poder desarrollar bien su trabajo. “Tiene que estar en el evento de principio a fin. Es quien maneja y hasta pelear los costos. Debe saber de todo para poder mandar, desde etiqueta, protocolo, decoración, comida y hasta de música.”. 

“Hoy el concepto weedding planner, para mí se acabó. Porque son conductoras,  es decir, no desarrollan y no le dan seguridad al cliente. Desempeñan un papel casi secretarial”

“A mí me tocó crear desde que empecé en este oficio y sigo haciéndolo. Con los años hemos ido evolucionando, por supuesto Lo importante es que la gente te respete y crea en ti”, anota Palma, quien reconoce que a raíz lo que está pasando en el mundo, todo tiene que cambiar comenzando por la mentalidad de la gente. “Creo que últimamente Barranquilla se había sollado haciendo grandes fiestas, con mucha pompa, pero esto tendrá que cambiar”.

Sobre el particular, Rita May opina lo mismo. “Tenemos que cambiar de estrategia. Esto nos ha dejado muchas enseñanzas. Estar viviéndolo en carne propia la pandemia nos vemos en la necesidad de reinventarnos,  darle un giro, otro enfoque, para ver cómo hacemos. Debemos mirar que las cosas sean más prácticas”.

Lamenta el hecho de que al estar cruzada de manos, las personas que subcontrata para la realización de eventos hayan quedado sin trabajo. “Son muchas las familias que se benefician, porque viven también de esto”.

Silvia de Merlano opina “por lo menos aspiramos que dentro de dos años, todo se normalice, pero ya no será lo mismo. El mundo nos cambió”.

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