Nuestra Gente / 24 de junio de 2023

Los pendientes de Rafael Ricardo

Patricia Escobar

El reconocido acordeonista, que se hizo célebre junto a Otto Serge por canciones como El Mochuelo, Señora y Bendita duda, entre otras, fue sepultado en su pueblo natal, San Juan Nepomuceno, en Bolívar. Incursionó en la actuación en telenovelas como Oye Bonita, Rafael Orozco y Chepe Fortuna.

Rafael Guillermo Ricardo Barrios, el más grande intérprete del acordeón piano de Colombia, se fue de este mundo con algunos pendientes que había hecho públicos en los últimos días.

Uno de ellos era la demanda que había interpuesto contra Juan Carlos Gaviria, un músico que lo tenía “fastidiado con la necedad” de sus escritos en contra de él, a raíz de las críticas que Ricardo hacía a Sayco por algunos manejos de dinero. Su otro pendiente era precisamente con esa entidad. Tres días antes de su fallecimiento informó a través de redes que en el mes de agosto tenía una cita con una abogada para pelear la plata que, según él, Sayco no le había pagado. “Eso me lo tienen que pagar”, sentenció.

Esos eran dos de los asuntos que más le quitaban el sueño en sus últimos días. Otros dos pendientes estaban relacionados con el reconocimiento a su exitosa carrera musical. Eran dos homenajes proyectados para hacérselos en vida, pero que una isquemia cerebral los impidió. Uno, este fin de semana de junio, en su tierra natal, en el marco de la VII versión del Festival Multicultural de los Montes de María para el cual ya estaba ensayando con un grupo se músicos amigos.

También le quedaron pendientes algunos videos anunciados para continuar con su lucha y defensa de lo que creía justo, y el registro del homenaje que lo llenaba de emoción.

Aspecto de la velación de Rafael Ricardo en su natal San Juan Nepomuceno, Bolívar.

Nacido en San Juan Nepomuceno, Departamento de Bolívar, desde que tenía doce años empezó a tocar el acordeón. Estudió en los Seminarios de Cartagena y Tocancipá, Cundinamarca, y no precisamente porque hubiese querido ser sacerdote, sino por la calidad de la educación que allí se impartía, según él mismo lo reconoció en varias oportunidades.

Su carrera musical comenzó siendo un adolescente en Los Caporales del Magdalena, con Alfredo Gutiérrez, donde también conoció y trabajó con Adolfo Pacheco. Fue cofundador de Los Armónicos de Colombia, en Cartagena, agrupación en la que interpretaba la armónica, y con la que alcanzó a grabar su primera producción, con el sello Sonolux. A ella nunca le dio mucha importancia porque “no pasó nada”, según lo expresado en varias entrevistas.

Pasó posteriormente a la empresa Codiscos, en la que por “un accidente” se unió a Otto Serge, a quien primero reemplazó haciendo la voz en una grabación que debía salir en el momento, y con quien luego hizo fórmula para consagrarse con los temas más populares en un dúo cuya música se mantiene vigente.

En la voz de Rafael Ricardo se hicieron famosas canciones como Sin ti, Canción para ti, Recuerdos, Calla, Mejor Así, Penita pena, Sólo tú y Pajarillo verde, entre otros, consignados en tres discos larga duración en acetato y algunos sencillos. Sin embargo, para Ricardo su carrera despegó en el año 1979 con Mis Sentimientos.

Además de tocar el acordeón, compuso más de 25 canciones, como Canción para ti, compadre José Mercé, y Secreto de Amor. Sus obras fueron grabadas por grandes artistas y agrupaciones musicales como Alfredo Gutiérrez, Juan Piña, Alcides Díaz, Los Melódicos de Renato Capriles y Adolfo Pacheco, entre otras. Sus líos con Sayco se debían a qué siempre sostuvo que él había hecho varias canciones para Codiscos.

Rafael Ricardo fue un intérprete versátil. “Comencé tocando música de misas, serias, reverenciales, porque se prestaban con el instrumento que tenía. Ahora puedo tocar cualquier género. Esta zona de los Montes de María te alimenta musicalmente de manera mágica”, expresó en varias oportunidades.

Rafael Ricardo en el patio de su casa.

Además de músico fue productor, actor, presentador de programas de televisión, escritor y empresario del entretenimiento. En Bogotá, donde vivió por años, tuvo varios restaurantes, tabernas y bares. Abrir un café bar en su tierra natal fue otro de los pendientes que no pudo cumplir.

Como persona, dicen sus amigos que tenía un buen humor, mucha chispa y una excelente sazón. Sus “en vivos” en redes sociales iban desde las plácidas historias costumbristas hasta las fuertes críticas y señalamientos. Ya poco se colgaba su gran acordeón al pecho, pero el piano era su amigo infaltable.

A los 74 años de edad, en el kiosco del patio de la casona de sus padres, un accidente cardiovascular llamado isquemia, lo sorprendió y se lo llevó sin que pudiera cumplir todos sus sueños. Sin embargo, dejó una discografía amplia y unos éxitos que hoy se escuchan en muchos rincones del mundo.

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