Ramón López puso la venta de faroles y velitas en la carrera 43B con calle 73.
Por estos días previos a la fiesta de la Inmaculada de la Concepción hay corre-corre para desempolvar faroles y comprar las velas. Lo importante es que no muera la tradición.
La primera de las cuatro fiestas a las que le cantó con amor y orgullo barranquillero el fallecido maestro Adolfo Echeverría Comas, suena con más fuerza en las emisoras en los días previos a la Noche de Velitas.
Por tradición este ambiente cálido y festivo se palpa por todos los rincones de la capital del Atlántico y el resto del Caribe, pero con un 2020 totalmente atípico por la pandemia del coronavirus, las cosas no serán iguales.
Así coinciden dos mujeres sucreñas residentes desde hace varias décadas en Barranquilla, y que desde niñas le han encendido velas a la Virgen de la Inmaculada Concepción en señal de gratitud por la salud y la vida, y este año, todavía con mucha más razón, como lo asegura Ana Raquel de la Ossa, matrona oriunda del municipio de Sincé.
Ayer en su casa del barrio Delicias, con ayuda de una paisana y pariente, Loly Martínez Meza, empezaban a armar los faroles para “la noche más hermosa de diciembre”, como lo aseguran ambas.
Las dos crecieron en el barrio Guinea, en Sincé, donde por tradición encienden las velas a las 10 de la noche del 7 de diciembre. Es una reunión muy familiar en donde por lo general no pueden faltar los niños “para que siga la tradición”.
“Vivíamos en una casa de esquina de dos plantas, teníamos muchos amigos en el barrio que nos reuníamos a prender velas y compartir”, recuerdan.
Cuando llegaron a fijar residencia en Barranquilla quedaron sorprendidas, porque tenían que levantarse a las 4 de la madrugada del 8 de diciembre a encenderles las velas a la virgen.
“Todas las cuadras se iluminaban, parecían pesebres”, coinciden Ana y Loly, quienes han cultivado la tradición entre hijos, nietos y sobrinos.
Por su parte la abogada Alma Pareja, oriunda de Villanueva (La Guajira), también rememora por estos días su infancia y adolescencia en su pueblo natal.
“El 8 de diciembre sigue siendo un encuentro de familias en Villanueva, solo que esta vez por la pandemia será mucho más reducido el grupo para cumplir las normas de bioseguridad”, dice.
Lala, como la llaman en Villanueva, era de las que corría por la cuadra con sus primas y vecinas a celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción, así como la Navidad y Fin de Año.
Cuando se vino a vivir a Barranquilla le encantó el ambiente cálido y la camaradería de los vecinos del barrio.
Confiesa que pese a que vive en un edificio, todos los 8 de diciembre se levanta en la madrugada en compañía de su esposo, Julio Insignares, y prenden velas y faroles a la Virgen.
“Primero era con nuestros hijos, a quienes les inculcamos la devoción a la Inmaculada. Por eso este año debemos rezarle con más fe para que nos de salud y se acaba esta pandemia que encerró a la humanidad”, asegura.»
Desde otro ángulo, el de las ventas con ocasión de la fiesta, Ramón López, barranquillero residente en el barrio Juan XXIII de Malambo, se ubicó desde ayer en su acostumbrado puesto de la carrera 43B con calle 73 para ofrecer velas y faroles.
Lleva ocho años en ese mismo lugar ganándose la vida con este “rebusque”, y cree que este 2020 no será igual.
“Hoy empecé las ventas y están medio flojas, solo confío en que aumenten a medida que llegue la fiesta del 7. La Virgen me tiene que ayudar”, añade el vendedor de 35 años.
A medida que pasan las horas y se acerca la Noche de Velitas la voz de Nury Borrás con la orquesta de Adolfo Echeverría suena con más fuerza con el himno de la fiesta de la Inmaculada en Barranquilla: Las cuatro fiestas.