Dr. Rodolfo Vega Llamas
Columnista / 26 de marzo de 2022

Los problemas no avisan

En psicología del desarrollo, el especialista estadounidense Erik Erikson postulo la existencia  de una serie de crisis que se plantean a lo largo  de la vida de cada ser humano e identifico ocho etapas del desarrollo que pueden  ser vistas como peldaños de una escalera. En esta escalera me vi observado en la octava etapa, adultez mayor, 60 y más años, integridad versus desesperanza. En esta etapa se vuelve manifiesta la conciencia  de la muerte y no aceptarla como parte de la vida  se vuelve un problema, al igual que lo malo y bueno que hayamos experimentado, nos limita de ofrecer el fruto de la sabiduría.

Viví, sentí, actúe, pensé, ame, me equivoque, con miles de problemas me enfrente y salí vencedor!! …… Pero lo más importante es que viví a mi manera. Que maravilla seria que pudiéramos presentarnos ante nuestros hijos, el mundo, nuestros amigos, como lo expresa la canción de Frank Sinatra, interpretada en español por Maria Marta Serra Lima, donde se observa el sentido de coherencia de la vida. Pero no olvidemos jamás que vivir es arriesgarse a morir. Tener esperanza es arriesgarse al desengaño, amar es arriesgarse al desamor. Pero debemos arriesgarnos, porque lo peor en la vida es no arriesgarse a nada, el riesgo de no arriesgarse, y esto indiscutiblemente viene abrazado de mil problemas, tristezas, y llanto.

Si analizamos lo que significa que es un problema, “cuestión discutible que hay que resolver o a la que se busca una explicación”, y aquí quiero hacer un paréntesis, todo problema trae un estrés, todo estrés viene envuelto en ansiedad, toda ansiedad termina en depresión. Pero nunca, nunca, pienses que un problema puede ser el vencedor, tenemos que tener siempre expectativas favorables con la vida, como en el poema de Bach, sigamos arriesgándonos a intentar por todos los medios, aun por sobre el fracaso, a llegar a ser optimistas en las buenas y en las malas, así tengamos el peor problema sobre nuestros hombros. No dejemos que las malezas del pesimismo, influya en los jardines de nuestra vida. No se nos puede olvidar que el pesimismo y el optimismo son contagiosos. El verdadero optimismo es sabio, porque sabe que la vida es un milagro, estar vivo es un milagro, en un planeta donde un millón de personas  se acuestan y no amanecen.

Pero para ser optimistas tenemos que luchar por nuestra autoestima, una cualidad personal que indica la apreciación y el valor que nos concedemos a nosotros mismos. La autoestima se encuentra asociada a diversos factores, como son la sociabilidad, la motivación por el logro, y los bajos niveles de ansiedad. La baja autoestima va ligada a problemas psicosomáticos, aislamiento social, miedo al éxito, conductas vandálicas. ¿Estimados lectores quien creen ustedes que puede afrontar mejor los problemas cotidianos de la vida, un optimista o un pesimista? ¿Alguien con buena autoestima o alguien con mala autoestima?

La gran hazaña de la vida no es pensar que no existan problemas, es saber enfrentarlos y resolverlos, cada problema es parte del crecimiento de nuestra existencia, tras una situación adversa, nos incrementa la velocidad de recuperación.

Por lo tanto, a lo largo del camino, los problemas, el estrés nos acompaña toda la vida, que es como un gran semáforo que nos alerta. Los problemas, como el dolor y el amor, son como una experiencia subjetiva, pero también su vivencia depende de cómo lo afrontemos.

Así mismo, sabemos que gozar o sufrir durante el trayecto depende de las características del conductor y no solo de las condiciones del camino.

Rodolfo Vega Llamas

rvegallamas@hotmail.com

3156686904

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