Patricia Escobar
Columnista / 17 de octubre de 2020

Nada que se calman las aguas

Al comienzo de este atípico año se aseguraba que la pandemia sacaría lo mejor de nosotros, que este sacudón nos iba a servir para volver a lo fundamental para valorar lo realmente importante, para ser más solidarios y valorar lo verdaderamente importante. Pero, creo que se equivocaron quienes así pensaban o vaticinaban.

Las redes sociales, el espejo público más grande que existe hasta el momento, han mostrado que, o somos seres definitivamente violentos, agresivos, intolerantes, o el encierro ha hecho que nos volvamos así.

El país sigue igual o más polarizado que hace ocho meses; mandatarios de la talla de un presidente norteamericano han mostrado que el respeto no es un valor que en estos momentos tenga algún valor; nuestros políticos y muchos gobernantes siguen siendo inconsecuentes, insolidarios y corruptos, y “los amigos” de redes, una bomba de tiempo que explotan por cualquier comentario, muchas veces mal leído.

La primera intención de las redes sociales, que era facilitar el intercambio de conocimientos, información y experiencia, se fue desvirtuando con el paso del tiempo hasta convertirse en el desahogo de frustraciones, ofensas y falsas noticias que se reproducen como las cucarachas sin control alguno.

Técnicamente las redes sociales siguen modernizándose, adaptándose a nuevas necesidades y mayores demandas por parte de los usuarios. Sin embargo, los usuarios de las mismas siguen siendo más “salvajes” en su utilización. O, mejor dicho, en su “mala utilización”.

Habría entonces que potencializar las ventajas de las redes. En estos momentos, por ejemplo, el marketing digital. Los usuarios buscan recomendaciones en las redes sociales de los comercios y restaurantes locales, e incluso el propio Google Maps se está convirtiendo en una herramienta que abarca múltiples acciones que van más allá de la consulta de un mapa tradicional, tomando una dirección hacia un nuevo tipo de red social. Por otra parte, los públicos cada vez están más segmentados y las redes aportan soluciones de marketing local que evolucionan constantemente.

Podrán también utilizarse como herramienta para fomentar una cultura ciudadana tan necesaria en nuestro medio, o para canalizar la solidaridad que todavía existe entre muchas personas que tienen o quieren donar y no saben cómo hacerlo.

Expertos como Francisco Carvajal, aseguran que “las redes son como la vida misma, día a día hay que cuidarse, uno no se para en cualquier lugar por la noche, tiene que saber en dónde se mete. Tomar restricciones, controlar quién puede o no ver mi contenido, y si quiero que todos lo vean no enfocarlo en algo personal. Ahora hasta para pedir una visa piden que se haga por las redes sociales, igual los procesos de selección. Las redes hacen parte de la reputación y ese es el bien más preciado que todos debemos tener”.

Otro buen punto es bloquear, no seguir, no reproducir contenidos ofensivos, agresivos, de “mal gusto”, que vulneren al ser humano.

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